Comentario Biblico San Jeronimo 01.pdf - Comunidad San Juan
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488 1-2 SAMUEL 9:69-72<br />
69 B) Las guerras con los filisteos (21,15-22). Se consigna una serie<br />
de victorias conseguidas contra los filisteos, que corresponden también<br />
a los comienzos del reinado de David (cf. 5,17-25). 15-17. Este<br />
relato ilustra la devoción y lealtad que sus hombres sentían hacia David.<br />
Isbibenob es otro filisteo de la estatura de Goliat, pero nada más sabemos<br />
de él (v. 16; cf. 1 Sm 17,7). lámpara de Israel: Esta metáfora se<br />
refiere a la dinastía davídica, la cual no debe correr ningún riesgo<br />
(cf. 1 Re 11,36; 2 Sm 14,7).<br />
70 C) Himno de alabanza (22,1-51). Este salmo, insertado aquí, se<br />
conserva también en el salterio como salmo 18 (-> Salmos, 35:35). Hay<br />
entre ambas versiones ligeras diferencias. F. Cross y D. Freedman (JBL<br />
72 [1963], 15-34) se han ocupado exhaustivamente del tema.<br />
71 D) Las «últimas palabras de David» (23,1-7). Este segundo<br />
cántico de alabanza se nos presenta como una expresión de las «últimas<br />
palabras de David», al estilo de Jacob (Gn 49) y Moisés (Dt 33). Aunque<br />
pretende ser un «oráculo» (v. 1) pronunciado por el espíritu (v. 2),<br />
en realidad adopta un tema común en la literatura sapiencial (la prosperidad<br />
del justo mientras que el malvado perece; cf. Sal 1). El texto<br />
hebreo es incierto en muchos puntos. 1. el suave salmista de Israel: Es<br />
razonable pensar que la reputación de David como salmista debe tener<br />
una sólida base tradicional, aunque en realidad se trata de una idea que<br />
se hace más insistente en época posterior. La correspondiente expresión<br />
hebrea también puede entenderse en el sentido de «el canto favorito<br />
de Israel». 3-5. La bondad de Dios para con un gobernante justo alcanza<br />
su punto culminante cuando establece con él una «alianza perdurable»,<br />
como la otorgada a David; se alude al oráculo de Natán (2 Sm 7).<br />
6-7. En contraste con el gobernante justo, los hombres sin Dios.<br />
72 E) Los héroes de David (23,8-39) (= 1 Cr 11,11-41; 27,2-15).<br />
Los anteriores poemas interrumpen la secuencia del relato en 21,22.<br />
Ahora se vuelve a dar más información acerca de las guerras con los filisteos.<br />
8-12. Los «Tres» forman grupo aparte. El nombre del primero<br />
(v. 8) es incierto; es llamado Yasobeam, jakmonita, en 1 Cr 11,11. La<br />
hazaña de Sammá (vv. 11-12) es atribuida a Eleazar en 1 Cr 11,12-14;<br />
Lejí es el lugar donde <strong>San</strong>són venció a los filisteos (Jue 15). 13-17. Estos<br />
otros «Tres» pueden ser los mismos de que se habla en los vv. 8-12,<br />
pero el texto da la impresión de estar un tanto desordenado. No se<br />
mencionan los «treinta» hasta el v. 18, introduciendo otro grupo. El<br />
episodio ilustra, una vez más, hasta qué punto podía confiar David en<br />
sus hombres. El gesto de derramar el agua es digno del coraje que le<br />
han demostrado. 18-39. Los «treinta» son un grupo selecto de guerreros.<br />
La mayor parte de ellos son oriundos del sur de Judá y representan<br />
indudablemente a los guerreros que formaban la banda de David en sus<br />
primeros tiempos. Es probable que no se hayan conservado los nombres<br />
de todos ellos, y que algunos de los conservados estén corrompidos.<br />
Cf. v. 32; 1 Cr 11,34. 18-19. Abisay es bien conocido a través de 1 Sm<br />
26,6; 2 Sm 2,18; 10,10; 16,9-10; 18,2; 19,21-22; 20,6. 20-23. Benaías<br />
aparece también en 8,18 y 20,23. Los dos «arieles de Moab» que se le<br />
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atribuyen responden a una cantidad desconocida. 24-39. Entre las figuras<br />
sobresalientes se cuentan Asahel (2,18-23), Eljanán (21,19), Samniá<br />
(v. 33; cf. v. 11), Irá (v. 38; quizá sea el mismo de 20,26) y Urías<br />
(v. 39; cf. cap. 11). El número 37 no corresponde al de los nombres;<br />
aun añadiendo los nombres contenidos en los vv. 8-23, sólo sumarían 36.<br />
73 F) El censo de David (24,1-25) (= 1 Cr 21,1-28). 1-9. El recuento<br />
de los hombres hábiles para el servicio militar (v. 9) se interpreta<br />
como un gesto de desconfianza en Yahvé; significa confiar más en los<br />
medios humanos que en Dios. Hasta el mismo Joab trata de disuadir<br />
al rey de esta idea (v. 3), y David terminará reconociendo que fue algo<br />
pecaminoso (vv. 10-11). El texto atribuye el episodio a la ira de Dios;<br />
el Señor «incita» a David (v. 1). Se ponen de manifiesto aquí dos principios<br />
de la mentalidad hebrea: el Señor es causante de todo, bueno y<br />
malo; la adversidad (en este caso, el hambre) es el resultado de que el<br />
Señor está descontento por las malas acciones del hombre. La teología<br />
israelita posterior modificaría esta visión simplista, y prueba de ello es<br />
que el Cronista pondrá «Satán» en lugar de «el Señor» (cf. 1 Cr 21,1)<br />
con deliberada intención. 5-7. Se señala la extensión alcanzada por el<br />
reino de David: desde Aroer, cerca de Arnón, en el territorio moabita,<br />
hasta Cades, junto al Orontes, en el norte (por consiguiente, el censo<br />
se llevó a cabo después de la campaña contra los sirios, 8,3-12; 10,<br />
15-19), y por el sur, hasta Berseba. Nótese que se distingue entre el<br />
censo en Israel y en Judá (v. 10); ambos reinos conservan su identidad<br />
durante el período de la «monarquía unida». 10-14. Se concede a David<br />
que elija entre los tres azotes tradicionales; el profeta Gad ya apareció<br />
en 1 Sm 22,5. 15-17. En otros muchos casos aparece un ángel vengador<br />
para ejecutar la justicia divina (Ez 12,23; 2 Re 19,35). Es significativo<br />
el hecho de que la plaga finalice en la era de Arauná, pues se trata del<br />
solar que ocupará el futuro templo. Al parecer, el relato que comienza<br />
en el v. 10 pretende explicar precisamente por qué se eligió aquel terreno<br />
para edificar el templo. En el v. 16 Dios se aplaca por amor hacia Jerusalén;<br />
en el v. 17 parece como si la humilde confesión y la penitencia<br />
de David hubieran servido para detener la mano de Dios. 18-25. Esta<br />
escena describe la compra de la era y presenta además a David haciendo<br />
en ella los primeros sacrificios. Es lo que se trata de resaltar, y no el<br />
hecho de que los sacrificios indujeran a Dios a poner fin a la plaga,<br />
pues de ello se habló ya en el v. 16 (—> Instituciones religiosas, 76:55).