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Comentario Biblico San Jeronimo 01.pdf - Comunidad San Juan

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626 INTRODUCCIÓN A LA LITERATURA PROFÉTICA 12:17<br />

CBQ 19 (1957), 25-52; E. O'Doherty, The Organic Development of Messianic<br />

Revelation: CBQ 19 (1957), 16-24; A. C. Welch, Rings and Prophets of Israel<br />

(Londres, 1952).<br />

17 IV. La religión de Israel. Nuestro último estudio sobre las relaciones<br />

entre la profecía y las instituciones israelitas consistirá en resumir<br />

algunos de los temas clave de la enseñanza profética a la luz de la<br />

religión popular de la época. Desde este punto de vista estaremos en<br />

mejores condiciones para comprender la originalidad profética, que<br />

nunca debe minimizarse, y la coincidencia de los profetas con la fe<br />

tradicional de sus antepasados.<br />

A) Escatología. El mesianismo es una faceta de la escatología.<br />

Por consiguiente, ya hemos destacado un aspecto en el que los profetas<br />

estaban ligados a los demás israelitas, pero al mismo tiempo se diferenciaban<br />

de ellos. En este contexto entendemos por escatología la convicción<br />

que Israel tenía de ser un pueblo elegido, de que le correspondía<br />

desempeñar un papel en la obra de juicio y de poder que Dios lleva<br />

a cabo en el universo. El que esta obra se considerase como continuada,<br />

extendiéndose al futuro histórico, o como definitiva, perteneciente a un<br />

tiempo situado más allá de la historia, es cuestión secundaria para nosotros<br />

y no tenemos por qué entrar a estudiarla. A todos los efectos<br />

prácticos, la escatología de los profetas israelitas era, de hecho, histórica,<br />

si bien la idea de un juicio definitivo es característica del judaismo posterior.<br />

Sin embargo, es probable que esta distinción nunca tuviera para<br />

las gentes del AT tanta importancia como para nosotros, que hemos<br />

visto pasar al Israel del AT y hemos recibido la interpretación, claramente<br />

distinta, de la escatología que nos ha aportado la revelación<br />

del NT.<br />

Lo que importa, sin embargo, es reconocer la naturaleza histórica<br />

de la escatología profética en otro sentido, es decir, desde el punto de<br />

vista de la concepción bíblica del tiempo, que se ha calificado a veces<br />

como «lineal» por oposición a la concepción «cíclica» que se supone<br />

asociada a otras formas de pensamiento. Posiblemente se ha insistido<br />

demasiado en esta distinción, y es indudable que se ha exagerado en las<br />

conclusiones que de ahí se han querido sacar. Con todo, lo que parece<br />

una realidad evidente para todo el que esté familiarizado con la Biblia<br />

es que sus autores, con raras excepciones, nunca entendieron el tiempo<br />

como un esquema determinista, sino como una serie de momentos que<br />

se iban llenando de acontecimientos claramente queridos. Reconocer<br />

este hecho equivale a desterrar las fantásticas interpretaciones que han<br />

atribuido a los profetas una visión fotográfica del futuro próximo o<br />

lejano que tenía su importancia para aquel pueblo al que ellos habían<br />

sido enviados para revelar la palabra de Dios. «El nabí no ve la historia<br />

desplegada ante sí como un mapa geográfico en que no tendría sino<br />

que deducir los acontecimientos futuros. Tal visión panorámica, tal plano<br />

en el que todo se daría previamente, no existe. Toda la concepción<br />

hebrea del tiempo se opone a tal interpretación de la profecía» (C. Tresmontant,<br />

"Ensayo sobre el pensamiento hebreo [Madrid, 1962], 49).<br />

12:18 INTRODUCCIÓN A LA LITERATURA PROFÉTICA 627<br />

Cualquiera que sea la explicación, se puede verificar perfectamente<br />

que la esencia de la profecía bíblica no consiste en ver el futuro como<br />

en una fotografía. Ciertamente, la predicción se incluía con frecuencia<br />

en el mensaje profético, pero tal predicción era accesible al profeta sólo<br />

a base de las circunstancias que él conocía y que también podían ser<br />

entendidas por sus oyentes. Un caso típico es la profecía de la invasión<br />

de Senaquerib hecha por Isaías (10,27-34). La profecía se cumplió, pero<br />

en unas condiciones que no habían sido previstas por el profeta. Estas<br />

mismas características reviste la visión profética de la escatología de<br />

Israel (cf. J. van der Ploeg: StudCath 28 [1953], 81-93).<br />

18 Parecería inútil insistir en que los profetas compartían la convicción<br />

israelita de ser el pueblo elegido por Dios. Sin embargo, a veces<br />

se ha dicho que no era así, y Am 3,2, por ejemplo, ha sido tenido por<br />

un pasaje espúreo porque parece estar en contradicción con Am 9,7.<br />

Pero la mayoría estará de acuerdo en que admitir tales «contradicciones»<br />

equivalía en realidad a perder una buena parte de lo esencial en<br />

la enseñanza profética. Los profetas creían en la elección de Israel; la<br />

mayor parte de sus afirmaciones dejarían de tener sentido si la situación<br />

existencial del profeta no estuviera fundada en tal convicción. La<br />

elección era algo fundamentalmente constitutivo en Israel, y los profetas<br />

estaban totalmente dispuestos a admitir, aun en contra de sus contemporáneos,<br />

todas las consecuencias que entrañaba el estatuto de Israel<br />

como pueblo elegido (cf. Am 3,9-12).<br />

Los profetas espiritualizaron y moralizaron esta convicción. Sería<br />

más exacto decir que la remoralizaron, pues lo hicieron sin pretensión<br />

alguna de innovar nada. La misma idea de elección lleva consigo algunos<br />

riesgos, como la tentación de complacencia por sus ventajas o de<br />

despreocupación acerca de sus fundamentos. Muchos israelitas cedieron<br />

a estas tentaciones. Israel no había sido elegido para su propio provecho<br />

—insistirán los profetas—, sino para el servicio de Dios; Israel no<br />

había sido elegido por sus virtudes, sino para que, estando más cerca<br />

de Dios, encontrara el camino de la virtud. Cuando Amos afirmaba que<br />

Yahvé había elegido a Israel, era para recordar al pueblo que ahí se<br />

apoyaba el derecho a destruirlo por sus crímenes: «Por consiguiente,<br />

yo te voy a destruir» (3,2).<br />

La tradición israelita expresó esta idea de la elección en diferentes<br />

metáforas y analogías, entre las cuales ocupa un lugar importante la<br />

alianza. La idea aparece también en los profetas, pero con sus propias<br />

reservas. El término nunca se halla en Amos, quien quizá pensó que<br />

era imposible rehabilitarlo a causa del mal empleo que de él se había<br />

hecho. Sin embargo, la mayor parte de los restantes profetas no parecen<br />

tener ningún inconveniente en emplearlo, pero lo hacen como Amos<br />

mismo empleaba la idea de elección; para ellos, la alianza era obra de<br />

la gracia de Yahvé y base de una obligación moral. La figura de Yahvé<br />

citando a su pueblo ante el tribunal, tan común en los profetas (cf. el<br />

término técnico rib, «litigio», en Os 4,1; Miq 6,2, etc., así como otros<br />

equivalentes), estaba tomada, hemos de reconocerlo, de la primitiva

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