Comentario Biblico San Jeronimo 01.pdf - Comunidad San Juan
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518 1-2 REYES 10:26-27<br />
gundas intenciones, como se ve por las consecuencias (v. 25). El faraón<br />
no hacía sino observar un procedimiento político normal dando albergue<br />
a un perturbador potencial que en un momento determinado podría<br />
causar trastornos al enemigo (cf. v. 40; Gn 36,31-39).<br />
23. Rezón: Si Hadad es motivo de inquietud en el sur, ahora se presenta<br />
una nueva preocupación en el norte. No se conoce qué amplitud<br />
pudieron tener los problemas suscitados por Rezón, pero la captura de<br />
Damasco fue una grave pérdida para Salomón, pues las rutas comerciales<br />
pasaban por esta ciudad. Hadadézer de Soba, del que era subdito Rezón,<br />
había sido vencido por David (2 Sm 8,10; 10,16ss), y se supone que<br />
mandaba en toda aquella región, hasta que fue derrocado por Rezón,<br />
el primer rey de Damasco cuyo nombre nos es conocido. 26. Jeroboam:<br />
El relato de la sublevación malograda de Jeroboam abarca los w. 26<br />
al 40, pero sólo los w. 26-28 y 40 proceden de la fuente original; los<br />
vv. 29-39 son un relato profético amplificado por el autor exílico, el<br />
cual lo convierte así en un discurso interpretativo. El nombre Jeroboam,<br />
que probablemente significa «que se multiplique el pueblo»,<br />
imitando tal vez el nombre de Roboam, «que el pueblo se extienda»,<br />
quizá sea el nombre de entronización adoptado por Jeroboam cuando<br />
se convirtió en rey de Israel. Jeroboam era un efraimita y contaba con<br />
lo mal que su tribu había soportado siempre cualquier dominación como<br />
una garantía de apoyo a sus planes de sublevarse. 27. razón: La verdad<br />
es que no se da otra razón que las palabras alentadoras del profeta<br />
Ajías, consignadas en los vv. 29-39, o los motivos alegados en 12,3 para<br />
la revuelta posterior, que no tuvo éxito. Millo: Cf. comentario sobre<br />
9,15. 28. al cargo del trabajo forzado: La capacidad de Jeroboam llamó<br />
la atención de Salomón cuando se realizaron los trabajos en el Millo.<br />
De ahí resultó que fuera nombrado capataz de la organización creada<br />
por Salomón para las prestaciones forzosas (cf. 4,6; 5,13-16; 9,15-23),<br />
posición que sin duda le proporcionó un puesto relevante e hizo de él<br />
un portavoz de las tribus norteñas cuando éstas, más tarde, se rebelaron<br />
contra el intento de mantener las levas de trabajadores forzados en tiempos<br />
de Roboam (cf. 12,3ss). No está claro cuándo tuvo lugar esta sublevación,<br />
pero según parece tiene relación con los trabajos emprendidos<br />
en el Millo, y de ahí podría sacarse la conclusión de que ocurrió a comienzos<br />
del reinado de Salomón (cf. 11,29). En el v. 40 se consigna<br />
lacónicamente el fracaso de la revuelta y la huida de Jeroboam a Egipto<br />
en busca de refugio (cf. la huida de Hadad también a Egipto, ll,17ss;<br />
Noth, Hist., 195).<br />
27 29. Ajías: De Silo, lugar célebre en otros tiempos porque allí<br />
estuvo depositada el arca (Jos 18,1; Jue 18,31; 1 Sm 1-4). Ajías aparece<br />
como un revolucionario entregado a la tarea de derrocar a Salomón. Es<br />
probable que actúe como portavoz de la facción antimonárquica, a la<br />
que tantos profetas pertenecían. Aquí, el autor se muestra interesado<br />
en demostrar que la inminente división del reino es obra de Dios, de<br />
acuerdo con lo predicho en el discurso interpretativo de 11,11-13.<br />
30. doce trozos: Los profetas realizaban acciones simbólicas (cf. Is 20,<br />
10:28 1-2 REYES 519<br />
2-3; Jr 13,1-11; 19,1-13; Ez 4,lss) no sólo porque tenían mayor expresividad<br />
y se fijaban más en la memoria, sino también debido a que,<br />
según la mentalidad antigua, hacían más eficaces sus oráculos (cf. 22,<br />
10-11). Los diez trozos representan a las diez tribus del norte (cf. 2 Sm<br />
19,43). Las otras dos piezas representan a Judá, que en tiempos de David<br />
se había anexionado la tribu de Simeón.<br />
31. dice el Señor: El discurso interpretativo del autor exílico, que<br />
quizá se funda en un oráculo anterior de Ajías, comienza propiamente<br />
aquí. Completa el discurso interpretativo de 11,11-13, y vuelve a insistir<br />
en David y Jerusalén (cf. 11,13 y 11,32-39) siguiendo la idea del<br />
oráculo de Natán (2 Sm 7). En 12,15 se consigna el cumplimiento de<br />
ambos discursos interpretativos. De esta manera, el autor quiere mostrar<br />
la antorcha de la esperanza mesiánica, encendida por el oráculo<br />
dinástico de Natán y alimentada por la fe de Israel, resplandeciente<br />
todavía, justo antes de que las tinieblas empiecen a invadir el reino mesiánico.<br />
40. Sesonq: Cf. 14,25. 41. El autor concluye el reinado de Salomón,<br />
como ya hizo con el de David, utilizando una fórmula hecha (cf. 2,<br />
10-11), que aplicará también, con ligeras variantes, a todos los siguientes<br />
reyes de Israel y Judá (cf. 14,19-20.29-31). libro de los hechos<br />
de Salomón: Parece ser que la primitiva fuente utilizada por nuestro<br />
autor no era más que una compilación en que se recogían datos de archivo,<br />
rica en pormenores, pero pobre en profundidad y comprensión<br />
del significado, totalmente distinta de la brillante Historia Áulica de<br />
David (cf. Noth, Hist., 193).<br />
28 II. Historia sinóptica de los reyes (1 Re 12,1-2 Re 16,34). Son<br />
muchas las fuentes que han servido para la composición de esta segunda<br />
parte: «El Libro de los Hechos de los Reyes de Israel» (passim); «El<br />
Libro de los Hechos de los Reyes de Judá» (passim); el ciclo de Elias<br />
(1 Re 17-2 Re 1 y passim); el ciclo de Elíseo (2 Re 2-13,25 y passim);<br />
una colección heterogénea de relatos a base de profecía y cumplimiento.<br />
El autor-redactor exílico ha combinado hábilmente sus diferentes fuentes<br />
hasta conseguir una historia sinóptica de los dos reinos desde su división<br />
en 922 hasta la destrucción de Israel en 721. Además, ha ido<br />
entreverando en esta historia sinóptica numerosos relatos de profecía<br />
y cumplimiento (a veces reelaborados por el mismo autor) para hacer<br />
ver cómo actúa la mano de Dios en la historia de Israel y Judá y para<br />
llamar la atención sobre el cumplimiento infalible de la palabra profética.<br />
Introduce sus discursos interpretativos en los lugares convenientes<br />
(1 Re 14,6-16; 2 Re 17) a fin de ilustrar doblemente las lecciones que<br />
se desprenden de la historia israelita. Lo mismo que hizo en 1 Re 1-3;<br />
8-9 y 11, el autor sigue aludiendo a David para mantener vivo en la<br />
memoria de sus lectores el oráculo de Natán (2 Sm 7); cf. 1 Re 15,4-5;<br />
2 Re 8,19; 19,35; 20,6; 21,7-8, así como las numerosas comparaciones<br />
entre los reyes de Judá y su antepasado David.<br />
En esta segunda parte merecen destacarse las numerosas fórmulas<br />
que introducen y cierran los diferentes reinados y las sincronizaciones<br />
utilizadas por D para enmarcar personajes y acontecimientos (que no