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Comentario Biblico San Jeronimo 01.pdf - Comunidad San Juan

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220 LEVITICO 4:18-19<br />

dica su mutua afinidad, pero Driver advierte que en algunos casos esta<br />

completamente ausente la idea de movimiento; así, por ejemplo, Ex 25,<br />

2; Nm 8,11.13.15. Además, ninguna de las versiones antiguas alude a<br />

un rito especial en su traducción del término. En consecuencia, suponiendo<br />

una raíz hebrea ntvp, con el significado de «ser eminente», estima<br />

que fnüpah se deriva últimamente del babilonio y debe traducirse<br />

por «contribución especial» o «don adicional». T e rümáh, asociado con<br />

el asirio taramu, tiene su origen hebreo en la raíz trm, que significa<br />

«imponer una contribución» (pese a su repetido uso con la forma causativa<br />

de rüm). El sustantivo se aplica a algo exigido o impuesto. Por<br />

tanto, ambos términos pueden traducirse por «contribución», siendo<br />

ambos intercambiables en el uso e idénticos en su aplicación. Driver<br />

sostiene que estos términos, pertenecientes en su origen al vocabulario<br />

comercial asiro-babilonio, fueron asumidos muy pronto por el culto<br />

israelita y utilizados luego, sin comprenderlos con exactitud, por los<br />

redactores sacerdotales, cuya terminología sacrificial carece de claridad<br />

y coherencia en más de una ocasión.<br />

18 f) PROHIBICIÓN DE LA SANGRE Y DEL SEBO (7,22-27). Esta sección<br />

constituye una interrupción en el ritual de los sacrificios de comunión;<br />

por eso la tratamos separadamente. Las partes grasas del buey, el<br />

cordero o la cabra especificadas en 3,3.9.14 no podían comerse en ninguna<br />

circunstancia (cf. comentario a 3,1-5). Esta prohibición se aplicaba<br />

incluso en el caso de que su muerte se debiera a causas naturales o violentas,<br />

si bien la ley permitía el uso del sebo para otros fines. Además<br />

no se extendía al sebo de otras especies de animales puros ni tampoco<br />

al de otras partes de los animales especificados. En cambio, la ley que<br />

prohibe la sangre es universal y aparece enunciada otras tres veces, con<br />

gran énfasis, en el Lv (3,17; 17,10-14; 19,26). La sanción consiste en<br />

la separación de la comunidad (cf. 7,20).<br />

g) CONCLUSIÓN (7,35-38). El v. 35 enlaza débilmente el código<br />

sacrificial con la ordenación o consagración de Aarón y sus hijos, anunciada<br />

en Ex 29 y realizada en Lv 8,lss. Los versículos finales, que enumeran<br />

los distintos sacrificios, los relacionan con el punto histórico central<br />

de toda la ley israelita: el monte Sinaí. El propósito es dar énfasis,<br />

pues el diálogo entre Moisés y Yahvé queda así centrado en torno a la<br />

tienda de la reunión, situada al pie del Sinaí (-»Instituciones religiosas,<br />

76:77-107).<br />

R. de Vaux, IAT 549-577; G. B. Gtay, Sacrifice in the O. T. (Oxford, 1925);<br />

W. Oesterley, Sacrifices in Ancient Israel (Londres, 1937); H. H. Rowley, Tbe<br />

Meaning of Sacrifice in the O. T.: BJRyL 33 (1950-51), 74-110.<br />

19 II. Ceremonias de ordenación (8,1-10,20). El solemne rito de<br />

ordenación prescrito para Aarón y sus hijos es puesto en práctica de<br />

acuerdo con las disposiciones de Ex 28,1-29,35; 39,1-31; 40,12-15. Este<br />

minucioso relato, que no tiene nada de primitivo, se asemeja a la ceremonia<br />

de ordenación del sumo sacerdote en la investidura y unción<br />

(8,7-13), los tres sacrificios (8,14-36) y la observancia del octavo día<br />

4:20-21 LEVITICO 221<br />

(9). El cap. 12 contiene la única pieza narrativa realmente seguida en<br />

todo el libro, si bien también aquí una cuidadosa lectura descubre su<br />

objetivo: el relato sirve de vehículo para presentar unas nuevas exigencias<br />

rituales.<br />

20 A) Ordenación de Aarón y sus hijos (8,1-13). El lugar de culto<br />

y sus servidores oficiales eran inseparables en el antiguo Israel. Así, las<br />

disposiciones referentes a la morada del Señor (Ex 25-27) van seguidas<br />

de las referentes a los sacerdotes (Ex 28-29); por la misma razón, los<br />

presentes capítulos vienen a prolongar la construcción efectiva de la<br />

morada, concluida al final del Ex. En primer lugar, Yahvé ordena a<br />

Moisés que reúna a toda la comunidad a la entrada de la tienda de la<br />

reunión junto con Aarón y sus cuatro hijos (cf. Ex 28,1). Sigue una<br />

ceremonia tripartita consistente en lustración, investidura y unción. En<br />

Ex 28-29 se da una detallada descripción de las vestiduras del sumo<br />

sacerdote. Merece especial atención el carácter regio de sus atavíos: mitra<br />

o turbante (misnepet; cf. Ez 21,31 y el fníp de Is 62,3), diadema<br />

(nézer; cf. 2 Sm 1,10; 2 Re 11,12), símbolos de la autoridad real concedida<br />

al sumo sacerdote en la época posmonárquica. 8. urim y tummim:<br />

(-»Instituciones religiosas, 76:8) Mencionados de paso en la tradición<br />

P, son a lo sumo una reliquia simbólica del pasado, o quizá se trata de<br />

una simple referencia arcaica hecha mucho tiempo después de que cayeron<br />

en desuso (cf. De Vaux, IAT 456-57). La unción del sumo sacerdote<br />

va unida a la de la morada, el altar con sus utensilios y la pila que<br />

servía de receptáculo para la sangre. (Sobre el origen posexílico de la<br />

unción sacerdotal, —> Instituciones religiosas, 76:12,30; cf. también<br />

R. Tournay, RB 67 [1960], 5-42). Tras la unción de Aarón fueron<br />

investidos sus hijos, representantes de toda la clase sacerdotal, en una<br />

sencilla ceremonia en la que no se hace mención del efod, el pectoral<br />

y la diadema de oro; el turbante (mighctáh) que recibieron no era el<br />

misnepet real, sino la prenda que normalmente llevaban los sacerdotes<br />

a la cabeza.<br />

21 B) Sacrificios de ordenación (8,14-36). Tres sacrificios, todos<br />

ofrecidos por Moisés, formaron parte del rito de la ordenación: un sacrificio<br />

por el pecado (14-17), un holocausto (18-21) y un sacrificio<br />

especial de ordenación (22-36). El sacrificio por el pecado se hacía en<br />

expiación por el altar de los holocaustos, para borrar toda impureza<br />

relacionada con él y hacerlo utilizable como lugar de encuentro entre<br />

lo divino y lo humano. El procedimiento de este sacrificio era idéntico<br />

al del sacrificio por el pecado de un jefe laico o de las personas privadas<br />

(4,22-35), con una diferencia: al igual que en la oblación por el sumo<br />

sacerdote o por toda la comunidad (4,1-21), la víctima era un novillo<br />

cuyos restos no se comían, sino que se quemaban. Su consumición estaba<br />

prohibida incluso a los sacerdotes por razón de su íntima vinculación<br />

al altar. El holocausto de ordenación seguía al sacrificio por el pecado:<br />

la víctima prescrita era un carnero; se observaba el ritual previsto en<br />

el código sacrificial (1,10-13). El sacrificio final, el de la investidura o<br />

millu'im (cf. v. 33), culminaba la ceremonia y señalaba la aceptación

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