Comentario Biblico San Jeronimo 01.pdf - Comunidad San Juan
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830 JEREMÍAS 19:48<br />
re du nom (París, 1962). Esto es precisamente lo que piden las últimas<br />
palabras de la plegaria: ¡No nos olvides! 10-12. Este pasaje, así como<br />
el que le sigue, está escrito en prosa. Tenemos aquí la respuesta de<br />
Yahvé. Este se dirige primero al pueblo (v. 10): sus iniquidades son<br />
imperdonables y habrán de ser castigadas (cf. Os 8,13; 9,9). Este mal<br />
es designado como una incesante peregrinación, aludiendo probablemente<br />
a los múltiples santuarios idolátricos o a los frecuentes intentos<br />
de establecer alianzas con los extranjeros. Luego se vuelve Yahvé hacia<br />
el profeta (vv. 11-12). Como ya hemos visto, su intercesión será en<br />
vano (7,16; 11,14) y sin utilidad alguna los sacrificios del pueblo (6,20;<br />
7,21ss; 11,15). En consecuencia, se han hecho inevitables las tres plagas<br />
clásicas: guerra, hambre y pestilencia (cf. 2 Sm 24,13). 13-16. Jeremías<br />
sigue abogando por su pueblo. Tiene una excusa en sus malas acciones,<br />
pues había sido continuamente engañado por los falsos profetas que le<br />
prometían paz y prosperidad, a pesar de que las relaciones de la alianza<br />
habían sido rotas (cf. 4,10; 5,12; 6,14; 8,11; 27,11; esp. 23,9ss). Se<br />
rechaza esta excusa como carente de fundamento: Yahvé no había enviado<br />
a estos profetas, así que sus mensajes no podían ser otra cosa que<br />
el producto de su propia imaginación. Nunca se ha dicho con tanta<br />
claridad en qué consiste la diferencia entre los falsos profetas y los que<br />
eran tales «por vocación» (cf. 23,9ss).<br />
48 3) Lamentación (14,17-15,4). Siguiendo a Weiser, estimamos<br />
que esta perícopa es un nuevo poema, construido según el esquema del<br />
anterior: descripción de una plaga, lamentación colectiva y respuesta de<br />
Yahvé. 17-18. Judá está siendo destrozado por una nueva guerra. Se<br />
personifica al pueblo como una joven mortalmente herida (cf. 8,21;<br />
10,19). 19-22. Esta lamentación colectiva vuelve a presentar todas las<br />
características propias del género (cf. vv. 7-9). 21. trono de tu gloria.<br />
El nombre que suele darse al templo (17,12) se aplica aquí a Jerusalén<br />
(19a; cf. 3,17). 22. Este versículo presupone una situación de sequía,<br />
y quizá haya sido tomado del anterior poema. El culto cananeo de Baal<br />
incluía ritos para asegurar las lluvias necesarias para la fertilidad de los<br />
campos; estos ritos habían sido adoptados por los israelitas en sus prácticas<br />
idolátricas. La sequía que se ha producido es una prueba de su<br />
inutilidad y significa al mismo tiempo una advertencia para que el pueblo<br />
atribuya a Yahvé los poderes que realmente le corresponden (cf. 5,<br />
24; Os 2,7ss; cf. P. Reymond, VTSup 6 [1956], 41-53, 222-28).<br />
15,1-4. Esta nueva respuesta divina es paralela a la anterior (cf. 14,<br />
10-12). 1. Moisés y Samuel fueron siempre considerados los grandes<br />
intercesores de su pueblo (Ex 32,11-14; Nm 14,11-25; 1 Sm 7,5-9;<br />
12,19-23; Sal 99,6). La negativa a seguir escuchando sus plegarias indica<br />
hasta qué punto es irrevocable la decisión de Yahvé. 2. A las tres plagas<br />
clásicas se añade una cuarta: la cautividad. No vemos razón para<br />
suprimirla; nos inclinamos a fechar este poema en un tiempo muy próximo<br />
a la primera caída de Jerusalén (597). 3. Este versículo desarrolla<br />
una vez más el tema de la guerra. Los perros pueden ser una reminiscencia<br />
de la historia de Jezabel (2 Re 9,10.37). En los tratados de va-<br />
19:49-50 JEREMÍAS 831<br />
sallaje de Asarjaddón figura una maldición consistente en que los cadáveres<br />
de los muertos en la guerra sean devorados por los buitres y las<br />
fieras salvajes (cf. Wiseman, Vassaltreaties of Esarhaddon, 11, 425-27).<br />
4. Muchos críticos opinan que este versículo es una glosa. Sólo Manases,<br />
el más sincretista entre los reyes de la dinastía davídica, pudo causar<br />
semejante matanza (2 Re 21).<br />
49 y) Tragedia (15,5-9). Este sombrío oráculo dirigido a Jerusalén<br />
se asemeja al anterior poema. El contexto histórico de estos patéticos<br />
versículos podría ser la invasión de Judá y Jerusalén en 597 por Nabucodonosor.<br />
9. madre de siete: Hasta una bendición tan grande como<br />
ésta (1 Sm 2,5; Rut 4,15) se cambia en una gran maldición, pues las<br />
vidas de estos hijos («su sol») son arrebatadas cuando estaban en pleno<br />
vigor («pleno día»).<br />
50 n) La vocación renovada (15,10-21). Este fragmento de las «confesiones»<br />
(cf. ll,18ss) fue insertado aquí probablemente porque empieza<br />
con una lamentación sobre la madre del profeta, lo cual recuerda el final<br />
del pasaje anterior (15,9). Esta queja es expresada en términos extremadamente<br />
duros. Jeremías describe una crisis interior. Hay claras alusiones<br />
a la narración de su propia vocación (l,4ss); en consecuencia,<br />
esta segunda debe considerarse como una renovación de la primera, una<br />
vez superada la crisis. Esta debió de ocurrir probablemente durante los<br />
años difíciles bajo Yoyaquim, según creen la mayoría de los exegetas.<br />
Rowley, sin embargo, preferiría fechar esta lamentación a comienzos del<br />
ministerio de Jeremías, que se habría convertido en objeto de irrisión<br />
para el pueblo cuando éste pudo comprobar que no se cumplían las<br />
amenazas de las hordas escitas (BJRylL 45, 222-24). Pero ya hemos<br />
señalado hasta qué punto es cuestionable todo lo relativo a los escitas<br />
en aquellos primeros poemas (caps. 4-6). 10. Esta maldición adquirirá<br />
proporciones mucho mayores más adelante (cf. 20,14-18). Recuerda otra<br />
semejante que hay en Job 3,3. Recordemos que la vocación del profeta<br />
data de cuando éste se encontraba en el seno de su madre. Maldecir el<br />
día de su nacimiento no significaría otra cosa que una repulsa de su<br />
misma misión, un hombre de contienda: Esto es lo que Yahvé pretendía<br />
que fuese el profeta (1,10). Lo que le acarrea la persecución no es precisamente<br />
su buen comportamiento para con todos, sino la proclamación<br />
de su mensaje. 11. El amor de Jeremías a su pueblo con nada puede<br />
probarse mejor que con su constante intercesión por él (7,16; 11,14;<br />
14,11). 12. Versículo intraducibie. Debe de ser una corrupción de 17,1;<br />
lo apoya el hecho de que los vv. 13-14 son un duplicado de 17,2-3 y<br />
aquí están fuera de contexto. 15. Los deseos de venganza contra los<br />
perseguidores figuran en todos los fragmentos de las «confesiones» (11,<br />
20; 17,18; 20,11-12) y son muy frecuentes en los salmos imprecatorios.<br />
Han de entenderse en la perspectiva de la retribución terrena (cf. comentario<br />
a 11,20). 16. tus palabras: El día de su vocación, Yahvé había<br />
tocado la boca del profeta, poniendo en labios de éste sus propias palabras<br />
(1,9). yo llevaba tu nombre: Esta expresión revela una presencia<br />
protectora de Yahvé sobre su mensajero (cf. 14,9). 17. yo no me siento: