Comentario Biblico San Jeronimo 01.pdf - Comunidad San Juan
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618 INTRODUCCIÓN A LA LITERATURA PROFETICA 12:13<br />
menos para justificar la fantástica teoría propuesta antaño por algunos<br />
entusiastas egiptólogos, para quienes la doctrina moral de los profetas<br />
israelitas tuvo su origen en Egipto. Los materiales egipcios —literatura<br />
sapiencial del Reino Medio o del interregno que sucedió al Reino Antiguo<br />
(cf. ANET 407-10)— son prueba de que en Egipto se alzaron ocasionalmente<br />
voces moralizadoras dignas de compararse con el AT, pero<br />
no de que este país llegara a poseer una tradición profética comparable<br />
con la de Israel. La profecía israelita rompió con el esquema antiguo<br />
cuando empezó a producir hombres que no sólo hablaban en nombre<br />
de las instituciones israelitas, sino que se atrevían a juzgarlas y actuaban<br />
como conciencia viva de aquéllas. De ahí que hallemos unas formas<br />
literarias propias que no tienen eco verdadero en otras literaturas de<br />
la antigüedad.<br />
PROFECÍA E INSTITUCIONES ISRAELITAS<br />
Ya hemos aludido a que la profecía, al menos en el sentido clásico<br />
del término, era un fenómeno carismático. Por consiguiente, si pretendemos<br />
entender su significado histórico en ía religión israelita, importa<br />
mucho ver la relación de este fenómeno con las instituciones no carismáticas<br />
de Israel.<br />
13 I. La ley y el sacerdocio. A pesar de que algunos profetas (por<br />
ejemplo, Jeremías, Ezequiel) eran ciertamente sacerdotes, se ha mantenido<br />
mucho tiempo en determinados círculos críticos la convicción de<br />
que profetismo y sacerdocio eran opuestos en algún sentido, al menos<br />
durante el período preexílico. (Siempre se vio claro que la profecía exílica<br />
y posexílica prestaba atención al culto y a la ley sacerdotal, pero<br />
esta atención se explicaba por el énfasis que el judaismo posterior puso<br />
en estas instituciones). ¿Hay razón para afirmar que la tradición profética<br />
preexílica era rival de la tradición sacerdotal, canonizada finalmente<br />
en la ley escrita de Moisés, durante y después del exilio?<br />
En Israel se distinguió siempre cuidadosamente entre las funciones<br />
del sacerdote y las del profeta; sin embargo, estas funciones eran coincidentes<br />
en parte. Jr 18,18 habla de la «ley» (tora) del sacerdote, del<br />
«consejo» ( l ésá) del sabio y de la «palabra» (dábár) del profeta. Estas<br />
tres categorías transmitían sus enseñanzas en formas diferentes —el<br />
sacerdote mediante una tradición institucional, el sabio según una tradición<br />
profesional, el profeta en una proclamación carismática—, pero<br />
sabían indudablemente que estaban persiguiendo, cada cual a su manera,<br />
un objetivo común. Cuando los profetas condenaban al sacerdocio, cosa<br />
que hicieron muchas veces, no era por lo que enseñaban los sacerdotes,<br />
sino por lo que dejaban de enseñar, porque habían rechazado el conocimiento<br />
y habían ignorado la ley (tórá) de Dios (Os 4,6). En este mismo<br />
espíritu se condenaba también a los «falsos» profetas, no para rechazar<br />
el concepto de profecía, sino una perversión de ella.<br />
La oposición entre profetismo y sacerdocio se exageró debido a<br />
12:13 INTRODUCCIÓN A LA LITERATURA PROFETICA 619<br />
varios factores. Entre ellos figuraba la convicción, hoy considerablemente<br />
corregida, de que la ley significaba un desarrollo relativamente<br />
tardío en Israel, signo del triunfo de una religión formalista sobre otra<br />
actitud más espiritual. Otro factor era la perspectiva incorrecta en que<br />
la religión de los profetas era enfocada en relación con la religión «oficial»<br />
de Israel. Es cierto, desde luego, que siempre hubo alguna diferencia<br />
entre las actitudes e intereses de la religión profética y la sacerdotal,<br />
pero se trataba de actitudes, no de religiones diferentes. En<br />
definitiva, el sacerdocio llevaba a cabo la misma labor, o parte de la<br />
misma labor que la profecía, es decir, transmitía la voluntad moral del<br />
Dios de Israel. El sacerdocio lo hacía mediante la transmisión de una<br />
ley religiosa conservada en los santuarios; los profetas cumplían su tarea<br />
comunicando la palabra viva. En principio, ésta no intentaba oponerse<br />
a la primera.<br />
Las supuestas citas de la ley por parte de los profetas preexílicos<br />
son a menudo dudosas y, en todo caso, son muy pocas, lo cual, obviamente,<br />
plantea el problema de hasta qué punto existía ya en la época<br />
preexílica una ley escrita y en qué forma, asunto que no podemos abordar<br />
aquí. Estos problemas apuntan también a la naturaleza de la profecía,<br />
como ya hemos explicado, la cual dependía, en cuanto a su autoridad,<br />
de su misma comunicación de la palabra, y no de otra autoridad<br />
anterior, ni siquiera de orden profético. La doctrina profética, en cualquier<br />
caso, está siempre de acuerdo con la ley, si bien se expresa a su<br />
propio modo y con sus acentos peculiares.<br />
Am 3,2 expresa la idea de la elección con la misma mentalidad, si<br />
no con las mismas palabras, de Dt 14,2. La descripción que hace Amos<br />
del éxodo, de la peregrinación por el desierto y de su significado (2,10;<br />
3,1; 4,10; 5,25; 9,7) empalman perfectamente con Ex 20,2, donde se<br />
designa a Egipto como «la casa de servidumbre». Esta expresión es<br />
también utilizada por los profetas (cf. Miq 6,4; Jr 34,13). Ello no<br />
prueba que Amos dependa de Dt o Ex, como textos escritos, al igual<br />
que la referencia a una tórá en 2,4 tampoco ha de entenderse necesariamente<br />
en el sentido de una ley sacerdotal escrita. Sí prueba, en<br />
cambio, que Amos enseñaba una tradición contenida en la ley y que<br />
sus afirmaciones, aun siendo indirectas y casuales, presuponen el relato<br />
transmitido en el Pentateuco, con el que coincide el profeta incluso en<br />
detalles triviales (cf. Am 2,9; Nm 13,32). Os 8,1 conecta explícitamente<br />
la ley de Yahvé con una alianza, pero eso precisamente es lo que quiere<br />
ser la ley; aunque Oseas no dice que esa alianza es la del Sinaí, de hecho<br />
la relaciona con el éxodo (8,13; 9,3; 11,5; cf. Dt 28,68). Más aún,<br />
la tórá que Oseas asocia con la alianza en 8,1 es considerada en 4,6<br />
como una tórá sacerdotal en que se expresa una moralidad social; de<br />
8,12 se desprende que existía algún tipo de tórá o tórót escritas. Por<br />
el contexto se ve que, en última instancia, Oseas se refería a unos preceptos<br />
del culto, lo cual es típico, pues los profetas realmente no hacían<br />
distinción entre la ley de Yahvé en cuanto que ésta se refería a la moral<br />
o al ritual.