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Comentario Biblico San Jeronimo 01.pdf - Comunidad San Juan

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792 JEREMÍAS 19:2-3<br />

te, no con intención de ocupar nuevos territorios, sino más bien para<br />

pillar bárbaramente las tierras ya habitadas (1, 103-106). Entre tanto,<br />

Babilonia alzaba la cabeza viendo llegado el momento de pasar a apoderarse<br />

del control del Creciente Fértil. El príncipe heredero Nabopolasar<br />

(626-605) empezó por sublevarse contra Asiría. Una vez que hubo<br />

conseguido la plena independencia para Babilonia, lanzó una serie de<br />

ataques contra Asiría, con la ayuda de Ciasares, rey de los medos. Asur<br />

cayó en 614, y Nínive, su capital, fue totalmente destruida en 612<br />

(cf. Nah 3). Asuruballit II, último rey de Asiría, huyó a Jarán, donde<br />

resistió a Nabopolasar durante tres años, con ayuda de Nekó, faraón de<br />

Egipto. En 609, Nabopolasar se apoderó de Jarán y siguió extendiendo<br />

su nuevo imperio hacia el sur, hasta la fecha de su muerte, en agosto<br />

de 605. Su hijo y sucesor, Nabucodonosor, había derrotado por aquellas<br />

fechas a los ejércitos egipcios en Karkemis. Esta victoria aseguró a Babilonia<br />

la supremacía política. Nabucodonosor (605-561), guerrero por<br />

temperamento, pasó la mayor parte de su vida fuera de Babilonia, al<br />

frente de sus ejércitos. Egipto fue el único país capaz de oponerse a su<br />

empuje. En 601 ambos ejércitos libraron una batalla indecisa sobre la<br />

misma frontera egipcia. Al parecer, el rey de Babilonia sólo repitió sus<br />

intentos de conquista, esta vez con éxito, en 568. Actualmente disponemos<br />

de una amplia información sobre esta primera época de la historia<br />

neobabilonia; cf. D. J. Wiseman, Chronicles of Chaldaean Kings (Londres,<br />

1956).<br />

3 B) Judá. Durante el largo reinado de Manases (687-642), Judá<br />

permaneció como vasallo de Asiría. Esta dependencia política trajo consigo<br />

un resurgir de la idolatría, en forma de una fusión sincretista de<br />

los dioses astrales de Mesopotamia y las divinidades cananeas de la<br />

fertilidad. Esta situación política y religiosa se mantuvo idéntica durante<br />

la minoría de Josías (640-609), pero en 622-621, cuando fue descubierto<br />

en el templo el Libro de la Ley, Josías emprendió una reforma<br />

radical en Judá, consiguiendo extenderla hasta el antiguo reino norte de<br />

Israel, que era una provincia asiría desde 721. Las circunstancias políticas<br />

internacionales favorecieron este movimiento de independencia.<br />

Dentro de Judá hemos de suponer que una parte del pueblo se había<br />

mantenido fiel a la alianza yahvista y apoyó decididamente la nueva<br />

política del rey. La alianza mosaica fue renovada en una solemne ceremonia.<br />

A continuación fueron destruidos todos los lugares altos en que<br />

se realizaban prácticas idolátricas, dejando a Jerusalén como centro único<br />

del culto. Este glorioso reinado terminaría trágicamente con la muerte<br />

de Josías en Meguiddó, en 609. El rey había intentado detener a Nekó,<br />

que iba en ayuda de Asuruballit, que se encontraba en Jarán amenazado<br />

de un desastre inminente. Como Babilonia no ejercía ningún control<br />

sobre Asiría y Palestina, Nekó se comportaba en calidad de soberano.<br />

Depuso a Joacaz, enviándole preso a Egipto, y puso en su lugar a Yoyaquim<br />

(609-598). Bajo Yoyaquim resurgió en Judá el sincretismo religioso;<br />

políticamente, el país continuó bajo dependencia de Egipto. De<br />

ahí que la principal preocupación del rey fuera oponerse a Babilonia, lo<br />

19:4 JEREMÍAS 793<br />

que trajo consigo la caída de Jerusalén y la primera deportación de Judá<br />

en 597. Yoyaquim había muerto un año antes y le había sucedido uno<br />

de sus hijos, Joaquín. También este joven rey fue deportado a Babilonia,<br />

de donde nunca regresaría, y Nabucodonosor puso en su lugar a<br />

Sedecías, tío del anterior (597-587). El nuevo rey no daba la impresión<br />

de ser un verdadero gobernante. Se encontraba atrapado entre dos partidos<br />

y dos políticas. Unos le urgían la sumisión a Babilonia, reconociendo<br />

que no había potencia capaz de oponerse a su fuerza, mientras<br />

que el segundo partido animaba a Sedecías para que se uniese a Egipto,<br />

y probablemente también a los demás estados circunvecinos, para<br />

derrocar el predominio de Nabucodonosor en el Occidente. Fue este<br />

segundo partido el que, finalmente, prevaleció. En 587 fue saqueada<br />

Jerusalén y la población de Judá conoció una nueva deportación. Sedecías<br />

sufrió la pena de la ceguera y marchó al destierro en Babilonia.<br />

Judá quedó reducida a la condición de provincia babilónica. Nabucodonosor<br />

nombró después a Godolías, un judío, gobernador de la nueva<br />

provincia, con Mispá como centro administrativo. Godolías sería asesinado<br />

dos meses después, a instigación del rey ammonita. Un cierto número<br />

de judíos, atemorizados, huyeron a Egipto para eludir la venganza<br />

de Nabucodonosor, llevándose a Jeremías consigo (para más detalles,<br />

cf. Bright, Hist., 320-44; Noth, Hist., 250-73; R. de Vaux, Israel:<br />

VDBS 4, 756-59).<br />

4 II. La misión de Jeremías. Yahvé llamó a Jeremías para que<br />

fuese profeta ante Judá y ante todas las demás naciones en medio<br />

de aquellas turbulencias políticas. Su ministerio se extendió a lo largo de<br />

cuarenta años (cf. 1,1-3). Su libro ofrece pruebas de que sus intervenciones<br />

fueron muy numerosas. De hecho, las últimas décadas de la<br />

historia de Judá exigieron de los mensajeros de Yahvé una continua iluminación.<br />

Junto a Jeremías proclamaron la palabra de Dios Sofonías,<br />

Habacuc, Nahúm y Ezequiel. En esta tarea de mantener viva la auténtica<br />

tradición yahvista los profetas estuvieron asistidos por los hombres<br />

piadosos responsables de la reforma y la literatura deuteronomistas.<br />

Pero, entre todos estos hombres inspirados, ninguno como Jeremías<br />

supo dar pruebas de una gran sensibilidad hacia el amor de Yahvé por<br />

su pueblo y de un conocimiento profundo de los deberes a que este<br />

mismo pueblo estaba obligado con respecto a Yahvé en virtud de los<br />

vínculos de la alianza. De ahí que la palabra profética de Jeremías se<br />

haga notar por la claridad y agudeza con que determina la verdadera<br />

naturaleza del yahvismo y denuncia las diferentes desviaciones religiosas.<br />

Los dos temas dominantes en su mensaje son, precisamente, la definición<br />

del verdadero yahvismo y el anuncio de las guerras inminentes<br />

como castigo por las aberraciones de Judá.<br />

La primera parte de su ministerio abarca los años que van desde su<br />

vocación (627-626) hasta la reforma de Josías (621). La mayor parte<br />

de estos oráculos forman ahora los caps. 1-6. La atmósfera religiosa de<br />

Judá era muy baja; Josías era todavía un rey demasiado joven, incapaz<br />

de erradicar la apostasía de Manases. Jeremías, bajo la influencia de su

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