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Comentario Biblico San Jeronimo 01.pdf - Comunidad San Juan

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52 INTRODUCCIÓN AL PENTATEUCO 1:14-15<br />

14 A) Tradición yahvista. La más antigua tradición discernible en<br />

el Pentateuco, llamada «yahvista» (o «J», por la inicial de la forma alemana)<br />

a causa del empleo anacrónico que hace del nombre de «Yahvé»<br />

en el material del Gn, se sitúa generalmente en torno al siglo x en el<br />

reino del Sur. Esta fecha, sin embargo, sólo indica el período que parece<br />

haber tenido el más decisivo influjo en la selección, disposición y redacción<br />

del material; no excluye una actividad redaccional anterior ni posterior.<br />

Las constantes que distinguen esta tradición presentan un vocabulario<br />

característico, una elegancia estilística reflejada en su descripción<br />

colorista de las escenas, especialmente los diálogos, una gran hondura psicológica,<br />

profundas perspectivas teológicas y un evidente empleo de antropomorfismos.<br />

La tradición J presenta un recorrido histórico notablemente amplio:<br />

comienza con el primer hombre y muestra la importancia de toda la historia<br />

terrena para el plan específico de Dios con respecto al pueblo elegido,<br />

como se pone de relieve primero en los relatos patriarcales y más inmediatamente<br />

en los acontecimientos del Éxodo. Es este plan, según lo concibe<br />

J, el que da coherencia y sentido al distinto material. Impulsado por el<br />

glorioso encumbramiento que Dios concedió a la tribu de Judá en el período<br />

de David y Salomón, J puede presentar la comunión divina con los<br />

hombres con una convicción tan decidida que a veces resulta desconcertante<br />

(cf. Gn 3,8.21; 4,15; 18-19). Por la misma razón revela un optimismo<br />

que, a pesar del continuo predominio del pecado, permite prever la victoria<br />

en el momento del fracaso (cf. Gn 3,15; 4,7). Además, su énfasis<br />

en el tema del «hermano menor» (Isaac preferido a Ismael, Jacob a Esaú,<br />

Judá a sus hermanos mayores en los relatos de José, Israel mismo a los<br />

fuertes egipcios) puede explicarse en parte por la ascendencia de la tribu<br />

de Judá sobre las otras tribus en el seno de la anfictionía y por la elección<br />

divina de David con preferencia a sus hermanos mayores y a Saúl<br />

(cf. J. L. McKenzie, The Bible and Modern Science [Cincinnati, 1961],<br />

2-5). Y la alianza incondicional con David, descrita en el oráculo de Natán<br />

(2 Sm 7,4-17), es puesta en paralelismo no con la alianza condicionada<br />

del Sinaí (Ex 19; la teología yahvista de esta alianza es difícil de<br />

apreciar), sino con la alianza también incondicional de Abrahán (cf. Gn<br />

12,2).<br />

15 B) Tradición elohísta. La tradición hermana de J es denominada<br />

«elohísta» (E) por el cuidadoso empleo del nombre de «Elohím» en el<br />

material presinaítico. Es un documento elaborado en el Norte y probablemente<br />

editado en forma definitiva algún tiempo después del cisma de 922.<br />

La reforma del reino septentrional iniciada por el profeta Elias fue probablemente<br />

el origen de la reelaboración elohísta de la historia de Israel. Su<br />

extensión es menor que la de J; no comienza hasta Abrahán, quien es<br />

presentado, anacrónicamente, como un profeta (Gn 20,7). De acuerdo<br />

con el celo de Elias por la trascendencia divina, E evita los antropomorfismos<br />

más llamativos; Dios habla al hombre generalmente en sueños, o<br />

desde las nubes, o desde en medio del fuego, o, finalmente, por medio de<br />

ángeles. Es E, con su experiencia de las prácticas paganas del Norte, quien<br />

1:16 INTRODUCCIÓN AL PENTATEUCO 53<br />

recuerda la orden dada por Jacob de retirar los dioses extraños (Gn 35,2).<br />

Asimismo, su moralidad es más estricta que la de J (cf. Gn 20; cf. 26,<br />

6-11 [J]) y refleja su reacción frente a las degradantes prácticas cananeas<br />

que florecían en el Norte. Su estilo, más didáctico, carece del color y la<br />

espontaneidad de J.<br />

Para E, el punto culminante de la historia fue la alianza de Dios con<br />

Israel (—> Aspectos del pensamiento veterotestamentario, 77:74-85). Concebidas<br />

como un tratado entre vasallo y señor, la alianza y sus estipulaciones<br />

son presentadas como un acontecimiento estrictamente religioso<br />

que determinó la vida de Israel en forma irrevocable (J subraya la iniciativa<br />

divina que hizo ser a Israel lo que era y que se manifestó en las admirables<br />

acciones salvíficas del Éxodo). Sin los intereses políticos de J, que<br />

estaban condicionados por la aprobación divina del principio dinástico de<br />

David, E muestra, como reacción frente a la civilización pagana circundante,<br />

una clara preferencia por la existencia idealizada del desierto. Tales<br />

ideas e ideales se reflejan, hasta cierto punto, incluso en los relatos patriarcales<br />

de E, los cuales se centran obviamente en torno a los santuarios del<br />

Norte.<br />

La fusión de J y E, en beneficio del primero, se efectuó en el Sur,<br />

probablemente después del colapso de Israel en 721. Y puede relacionarse<br />

con el intento de Ezequías por ganar a «todo Israel» para el culto de<br />

Yahvé según se practicaba en el santuario de Jerusalén.<br />

16 C) Tradición deuteronomista. La tercera tradición es algo más<br />

fácil de distinguir y datar. En el Pentateuco se limita, con posibles pequeñas<br />

excepciones, al libro del Dt, de donde viene su nombre y abreviatura<br />

(D). Su estilo marcadamente parenético, expresado en un vocabulario<br />

característico, hace poner su composición en un período de crisis religiosa.<br />

Este período fue el subsiguiente al colapso de Israel, cuando la amenaza<br />

asiria continuó pesando sobre Judá y varios reyes funestos pusieron en<br />

peligro la religión yahvista. La salvación sólo podía lograrse, según la visión<br />

deuteronomista, por medio de una leal respuesta a las leyes impuestas<br />

por Yahvé en la alianza y de un retorno al culto puro de Dios en el único<br />

santuario de Jerusalén. El libro adquirió probablemente su forma definitiva<br />

hacia la primera mitad del siglo vil, y se suele identificar, al menos<br />

en parte, con el libro encontrado por Ezequías en el templo en el año 621<br />

(cf. 2 Re 22,8-10). La identificación se ve apoyada por el hecho de que<br />

las reformas de Josías son estrictamente paralelas a las reformas recomendudas<br />

por D.<br />

Pero D tiene una larga prehistoria. El núcleo de sus leyes y costumbres<br />

se remontan al reino del Norte; los puntos en que insiste suelen coincidir<br />

con los de E. Estas leyes y costumbres, llevadas al Sur por los refugiados<br />

el uño 721, llegarían gradualmente a codificarse. Más tarde experimentiiron<br />

una evolución hasta alcanzar su actual forma canónica. Y así este<br />

núcleo viene a ser el prefacio de la llamada historia deuteronomista (Jos-<br />

He), que juzga la historia de Israel de acuerdo con principios deuteronoinislus<br />

(cf. Jue 2 como un buen ejemplo de este procedimiento). Todo

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