Comentario Biblico San Jeronimo 01.pdf - Comunidad San Juan
Comentario Biblico San Jeronimo 01.pdf - Comunidad San Juan
Comentario Biblico San Jeronimo 01.pdf - Comunidad San Juan
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
570 ISRAEL Y SUS VECINOS 11:3<br />
curren más de seiscientos años, durante los cuales Israel mantiene constantes<br />
relaciones con los pueblos vecinos. Estos ejercieron un profundo<br />
influjo en la historia israelita y en la unidad que esta nación consiguió,<br />
hasta cierto punto, alcanzar (cf. Albright, DEPC 225). Las tribus cananeas,<br />
los pueblos invasores y unas vidriosas relaciones con las grandes<br />
potencias afectaron vitalmente todo el desarrollo de su historia, haciendo<br />
que resulte sumamente difícil presentar un resumen ordenado de<br />
todas estas influencias. Consideraremos a estos «vecinos» tanto en sí<br />
mismos como en sus relaciones con Israel, y esto último muy en especial.<br />
Cuando los israelitas entraron en Canaán no hay pruebas concluyentes<br />
de que ya les estuvieran esperando allí otros pueblos aliados.<br />
Según Jue 1,16, los quenitas «subieron de la Ciudad de las Palmas con<br />
los hijos de Judá...», pero esta noticia se encuentra en un contexto<br />
tardío e incierto; de todas maneras, la ayuda que pudieran haber prestado<br />
estos herreros nómadas era muy limitada. Hay, sin embargo, otras<br />
posibilidades. Gn 50,7-14, aun descargando lo que tenga de hiperbólico<br />
este pasaje, demuestra que las relaciones con Canaán no quedaron del<br />
todo interrumpidas durante el período, escasamente documentado, de<br />
la estancia en Egipto. Dejando aparte ciertos nombres que nos son conocidos<br />
por Gn 12-50, y que aparecen también en los anales egipcios<br />
como existentes por aquella época en Canaán (por ejemplo, Jacob-El;<br />
José-El; Simeón; Asaru [Aser]; cf. A. Gelin, Josué [PSB 3, 2. a ed.],<br />
16-17), puede pensarse que algunos grupos emparentados con los israelitas<br />
nunca bajaron a Egipto con la familia de Jacob, y que estos grupos<br />
se aliasen con los israelitas en algún momento determinado durante la<br />
conquista. Los sucesos narrados en Jos 8,30-35 y 24,1-28 podrían constituir<br />
un indicio indirecto en este sentido (cf. R. de Vaux, Israel: VDBS<br />
4, 738). Otros han pensado en un primer éxodo parcial en el que algunos<br />
israelitas habrían salido de Egipto, llegando a Canaán antes que el grupo<br />
más numeroso (sobre los debates acerca de este punto, cf. R. North,<br />
AER 134 [1956], 161-82).<br />
Las rutas comerciales y militares atravesaban Canaán, factor que sólo<br />
podía contribuir a hacer más pesada la tarea que aguardaba a Israel.<br />
«Un observador imparcial de la situación en el siglo xn a. C. hubiera<br />
dicho, probablemente, que todo estaba en contra del experimento israelita»<br />
(Albright, BP 17). Lo quebrado del terreno favorecía el separatismo,<br />
tanto entre los israelitas invasores como entre las tribus que ya se<br />
habían establecido en el país. Las ciudades amuralladas de Canaán en las<br />
Edades del Bronce y del Hierro eran no sólo notablemente pequeñas<br />
(cf. De Vaux, IAT 138), sino muy independientes unas de otras; son<br />
clasificadas frecuentemente como ciudades-estado, cada cual con su propio<br />
rey (cf. la lista en Jos 12,9-24) y con intereses muy dispares. (Estudio<br />
de una de estas ciudades en A. Alt, KISchr 3, 258-302; 2, 1-2).<br />
De cuando en cuando se formaban federaciones ocasionales, más o menos<br />
consistentes, cuando alguna circunstancia especial así lo requería,<br />
como en el caso de la coalición «amorrea» para castigar a los gabaonitas,<br />
que se habían sometido a Israel (Jos 10,1-2). También es de creer<br />
11:3-4 ISRAEL Y SUS VECINOS 571<br />
que se establecieran relaciones entre las diferentes ciudades cananeas<br />
sobre la base de un santuario común, lo que daría lugar a la instauración<br />
de cierto número de anfictionías. No olvidemos, sin embargo, que<br />
cuando Josué condujo a los israelitas a través del Jordán, no encontró<br />
nada que se pareciese a una oposición unificada, sino más bien una serie<br />
innmunerable de ciudades-estado, que hubieron de ser tomadas prácticamente<br />
una por una, como en el caso de Jericó y Ay, sirviéndose del<br />
engaño o el ataque por sorpresa, pues el ejército israelita no estaba muy<br />
bien preparado. Las más poderosas ciudades amuralladas hubieron de<br />
ser dejadas, simplemente, para más adelante.<br />
Una ciudad era algo completamente extraño para aquellos israelitas<br />
recién llegados del desierto. «Cuando tropezaban con una de ellas, la<br />
consideraban normalmente como un enemigo. De hecho, en el tiempo<br />
de la conquista, la ciudad encarnaba la idea de hostilidad y resistencia;<br />
las ciudades cananeas constituían un obstáculo tan odioso, que no cabía<br />
otra cosa que arrasarlas y destruirlas si era posible» (R. A. F. MacKenzie,<br />
CBQ 25 [1963], 61). Cuando nos encontramos con listas de tribus cananeas<br />
(por ejemplo, Ex 13,5; Jos 3,10), no hemos de olvidar que en<br />
Canaán predominaban las ciudades-estado, que tendrán mucho que ver<br />
con la historia de Israel, especialmente aquellas cuya potencial influencia<br />
era mayor en el orden de la cultura, cosa que las capacitaba para<br />
resistir mejor a los intentos de absorción o a la conquista por Israel<br />
durante períodos de tiempo más prolongados.<br />
Israel estableció contactos con sus vecinos, aun cuando muchos de<br />
éstos fuesen pequeños y las relaciones durasen poco tiempo. El tema es<br />
complicado. Los datos bíblicos no concuerdan a veces en los detalles;<br />
por añadidura, se dispone de bastante información extrabíblica que sólo<br />
en parte merece confianza. Resulta difícil encajar todos estos datos en<br />
un esquema cronológico exacto, a pesar de que el margen de posible<br />
error vaya decreciendo conforme las pruebas aumentan en número y<br />
peso. El método que hemos adoptado aquí, consistente en estudiar cada<br />
uno de los pueblos vecinos por separado, entraña ventajas y desventajas.<br />
Resulta menos confuso para el autor y para el lector, pero hace<br />
preciso repetir cierto número de datos. Dejando aparte los grupos más<br />
pequeños, que serán estudiados al final, nos fijaremos primero en aquellos<br />
pueblos mayores que fueron vecinos de Israel durante más tiempo,<br />
desde la conquista a la cautividad: Asiría, Babilonia, los árameos, Ugarit<br />
(por su influjo religioso), Fenicia, Ammón, Edom, Moab, los filisteos<br />
y Egipto.<br />
4 I. Asirios. Para la historia del Imperio asirio entre la conquista<br />
y el exilio podría establecerse una fecha divisoria, desde el punto de<br />
vista del historiador, hacia el año 883, pues antes de ahí las fuentes son<br />
escasas y de dudoso valor. Empezaremos la historia asiría justamente a<br />
continuación del reino asirio medio (siglos xv-xm), una etapa de poderío<br />
e influencia. Mientras se desarrollaba la conquista israelita, Asiría y<br />
los hititas se habían ido desgastando mutuamente en una larga serie de<br />
batallas. Mitanni, por entonces, había cesado de ser un estado tapón.