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Comentario Biblico San Jeronimo 01.pdf - Comunidad San Juan

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120 GÉNESIS 2:116-117<br />

116 b) (31,14-21). 14-16. Las mujeres responden con una serie de<br />

preguntas. Ellas son, para todos los efectos prácticos, extranjeras en aquella<br />

comunidad. Labán, al no dar a sus hijas ni siquiera una parte del precio<br />

pagado por los desposorios (él había «consumido» todo el dinero percibido<br />

por los servicios de Jacob), las trató como esclavas que podían ser<br />

vendidas sin más expediente (cf. De Vaux, IAT 58). Las acciones de Dios<br />

en favor de Jacob son para ellas una señal de que Dios ha atendido sus<br />

lamentos. 17-18. El v. 18 tiene las características de P, en especial la mención<br />

de Paddán-Aram (cf. 25,20; 28,2-7). 19. El hecho de que Labán<br />

estuviera ocupado en esquilar a su rebaño era una ventaja adicional prevista<br />

por Jacob. Los ídolos domésticos (frápim) eran pequeños objetos<br />

de culto que servían, en este caso al menos, de dioses familiares. Su hurto<br />

aumentará la indignación de Labán (cf. vv. 30-35). 20-21. La expresión<br />

«Jacob engañó a Labán» dice lit.: «Jacob robó (tvayyigndb) el corazón<br />

de Labán». Probablemente se ha intentado establecer un paralelo con el<br />

hurto (wattignob) de Raquel en el v. 19b. La insólita designación de<br />

Labán como «el arameo», aquí y en el v. 24, es una preparación del contrato<br />

entre Jacob y Labán que afectaría a ambos pueblos, israelitas y<br />

árameos; Galaad se encuentra en la región montañosa de TransJordania.<br />

117 J) Persecución de Labán (31,22-42) (E, J). E proporciona también<br />

la mayor parte de este pasaje, que es continuación del anterior. El<br />

arte del narrador se refleja en estos discursos bien elaborados; su objetivo<br />

final es poner en claro la inocencia de Jacob y la protección que le ha sido<br />

concedida por Dios. De este modo, E explícita plenamente su teología;<br />

en la escena de la tienda de Raquel (vv. 33-35) presenta con gran sutileza<br />

su actitud hacia los dioses paganos.<br />

a) (31,22-32). 22-23. El «tercer día» puede ser una referencia<br />

a 30,36. Si Labán fue capaz de llegar a Galaad en siete días, no podía vivir<br />

en Jarán, lugar asociado a los antepasados de los hebreos en J y P (cf. 11,<br />

31-32; 12,4-5; 27,43; 28,10; 29,4). AI parecer, E localiza la patria de<br />

Labán más al Oeste, entre Canaán y Mesopotamia, haciendo así de él un<br />

pastor nómada de la región nordeste de Canaán (cf. 29,1). 24. Como de<br />

costumbre, E ha presentado el mensaje en un sueño (cf. 31,10-11). Nótese<br />

la expresión «de bien a mal» (= «nada en absoluto»), semejante a la que<br />

aparece en 24,50 (cf. también 2,9.17). 25. Generalmente se supone que<br />

el nombre de la «región montañosa», en el v. 25a, ha sido eliminado del<br />

texto. Si el encuentro tuvo lugar en el moderno monte Galaad (Jebel<br />

GeVad), se trataría del sur del Yabboq, lo cual no parece estar de acuerdo<br />

con 31,43-32,3 (cf. Clamer, op. cit., 385). 26-30. La arenga de Labán<br />

responde al carácter que se le atribuye en todo el relato. Comienza condenando<br />

a Jacob por haberse llevado a sus hijas, que aún le pertenecían<br />

legalmente. (El v. 27 es probablemente un residuo de la tradición J). El<br />

número superior de sus parientes (cf. v. 23) le habría dado una ventaja<br />

decisiva en una lucha desigual; pero, a causa del sueño, no hará nada por<br />

semejante agravio. Sin embargo, sigue interesado en el hurto de los ídolos,<br />

lo cual indica la gravedad de la materia. Según un texto acádico de Nuzi,<br />

un hijo adoptado podía no tener los dioses del padre si éste tenía un hijo<br />

2:118-119 GÉNESIS 121<br />

propio (cf. ANET 219-20, pero también M. Greenberg, JBL 81 [1962],<br />

239-48). Parece ser que la posesión de los dioses indicaba derechos a la<br />

herencia. Si bien Labán, por razón del mandato divino, consentía en perder<br />

a sus hijas, no quería que Jacob fuera su único heredero. 31. La respuesta<br />

de Jacob en este versículo rompe el hilo del pensamiento. Labán<br />

ha indicado ya que no hará nada con respecto a sus hijas; por tanto, el<br />

versículo es probablemente otro residuo de J. 32. Jacob es consciente<br />

de la gravedad del crimen, pero ignora el hecho del hurto.<br />

118 b) (31,33-42). 33-35. Todos los comentaristas hacen notar la incisiva<br />

ironía de esta escena, narrada con singular maestría. En apariencia,<br />

sólo Labán es la víctima del engaño, pero los antiguos lectores no dejarían<br />

de advertir en el fondo el irónico ataque contra los ídolos paganos. No<br />

sólo son incapaces de evitar esta indignidad (cf. Is 44,9-20), sino que se<br />

ven en peligro de ser mancillados por la condición de Raquel. ¡Los ídolos<br />

sagrados se tornan impuros! (cf. Lv 15,19-20). Si, como afirma Albright,<br />

la domesticación del camello no se generalizó hasta fines del siglo xn<br />

(cf. Albright, AP 209-10), entonces la escena habría sido añadida a la<br />

antigua tradición de Jacob. (Análogamente, todas las referencias del Gn<br />

a camellos serían anacrónicas). 36-37. Al ver Jacob que Labán es incapaz<br />

de encontrar los ídolos, estalla en palabras llenas de indignación. Ahora<br />

es Labán quien ha de oír acusaciones. 38-40. Esta descripción de la vida<br />

difícil del pastor es auténtica. Según Ex 22,12 y otras leyes análogas del<br />

Próximo Oriente antiguo, si el custodio de un animal perteneciente a otra<br />

persona podía presentar pruebas de que el animal había sido muerto por<br />

una fiera, quedaba eximido de restituir (cf. también Am 3,12). Jacob<br />

nunca apeló a ese derecho (v. 39). Si estos versículos son de J, como algunos<br />

suponen, el humor de la afirmación sube de grado con la conducta<br />

de Jacob en 30,25ss. 41. Jacob recapitula sus cargos. Sobre el «cambio de<br />

pago», cf. 31,7-8. 42. El Dios personal de los antepasados de Jacob ha<br />

intervenido en favor de éste y ha impedido que fuera despojado de su<br />

hacienda (cf. v. 24). «El Dios que teme Isaac» es, lit., «el temor (o 'terror')<br />

de Isaac» (pahad yisháq), un nombre primitivo de Dios que sólo<br />

aparece aquí y en el v. 53; en el contexto se refiere a las apariciones de<br />

Dios, que producen terror en sus destinatarios (cf. 28,17; 31,24.29; 35,5).<br />

Formas paralelas son «el Poderoso de Jacob» Cabir ydaqob) y «la roca<br />

de Israel» Ceben yisrá'él) en 49,24.<br />

119 K) Contrato entre Jacob y Labán (31,43-32,3) (J y E). El contenido<br />

de este pasaje se refiere a un pacto hecho entre Jacob y Labán. Sin<br />

embargo, el análisis literario revela que se han fusionado elementos de<br />

dos pactos. La esencia de la alianza, según el v. 50, afecta a las hijas de<br />

Labán, pero en el v. 52 afecta a las lindes de las dos partes contractantes.<br />

Hay dos signos de la alianza: una estela memorativa en los vv. 45, 51 y 52,<br />

y un montón de piedras en los vv. 46, 48, 51 y 52. Se alude dos veces a<br />

un banquete de alianza (vv. 46 y 53). Finalmente, los dos signos de la<br />

alianza se concretan en dos nombres de lugar: Galed (v. 48b) y Mispá<br />

(v. 49a). Es de suponer que en este pasaje se hallan presentes las tradiciones<br />

J y E.

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