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Bhakti Rasayana, la Alquimia del amor - Sri Gaudiya Vedanta Samiti

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<strong>Bhakti</strong>-ras yana<br />

otra “sai”, que es una pa<strong>la</strong>bra sencil<strong>la</strong> y dulce para referirse<br />

a una amiga:<br />

—Sai, ¿por qué tuvimos que escuchar el nombre de ®y€ma?<br />

Tras meterse en nuestros oídos, ha tocado lo más profundo de<br />

nuestros corazones y ha trastornado nuestras vidas.<br />

En su ansiedad por encontrarse con K Ša, <strong>la</strong>s pastorcil<strong>la</strong>s<br />

se sintieron embelesadas. Este es precisamente el propósito<br />

de escuchar <strong>la</strong>s escrituras. Cuando escuchamos <strong>la</strong>s glorias de<br />

nuestra deidad adorable, nuestro corazón tiene que sentirse<br />

tan apegado a Él, que de día y de noche no hagamos otra cosa<br />

que meditar en Su dulzura. No es que <strong>la</strong>s pastorcil<strong>la</strong>s hayan<br />

culminado su práctica espiritual (s dhana) con <strong>la</strong> obtención de<br />

su forma perfecta (svarpa siddhi), sino que son manifestaciones<br />

de <strong>la</strong> potencia de bienaventuranza <strong>del</strong> Señor Supremo (hl€din…).<br />

La gente común no puede meditar en estas cosas. Sin embargo,<br />

cuando el practicante escucha estos temas y hab<strong>la</strong> de ellos,<br />

al igual que alguien que trabaja en una fábrica de aceite acaba con<br />

una capa de aceite en <strong>la</strong>s manos, sus manos también quedarán<br />

cubiertas con una capa de aceite; es decir, se despertará en él una<br />

pequeña emoción trascendental (bh va) que hará que su vida sea<br />

un éxito.<br />

Nuestros sentimientos espirituales deben ser tan profundos,<br />

que no podamos olvidarlos ni un solo momento. Pero, por<br />

desgracia, parece como si nos hubiésemos acostumbrado a<br />

hacer precisamente lo contrario. Escuchamos estos temas,<br />

pero acto seguido el recuerdo <strong>del</strong> disfrute material parece<br />

consumirnos. Cantamos el santo nombre, estudiamos versos y<br />

damos c<strong>la</strong>ses sobre <strong>la</strong>s escrituras, pero ¿dónde están nuestras<br />

mentes? Al igual que un recipiente vacío se llena enseguida<br />

de agua al ser introducido en un río, inmediatamente después<br />

de haber oído hab<strong>la</strong>r un poco de K Ša, nuestras mentes se

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