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Ramon Florenzano y Beatriz Zegers – Psicologia Medica

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150 Psicología Médica<br />

primeros símbolos internos, y a la así denominada por Piaget fase pre-operacional del<br />

desarrollo cognitivo.<br />

Etapa preescolar o edad del juego. Entre los cuatro y cinco años, en cierta<br />

medida el niño se ha independizado tanto psicológica como fisicamente de la madre. Esto<br />

hace que se percate más claramente de su medio externo, y que descubra la presencia de<br />

terceras personas dentro de la familia: su padre y sus hermanos. Sus intentos de tomar la<br />

iniciativa para acercarse al progenitor del sexo opuesto fueron denominados por Freud<br />

fase edípica del desarrollo. Cuando los padres u otros definen los intentos del niño para<br />

tomar iniciativas y conseguir sus propios fines como algo negativo o malo, y son por lo<br />

tanto castigados, se puede generar una reacción de culpa, que paraliza la consolidación<br />

de lo que para Erikson constituye el logro central de esta etapa: la adquisición de un<br />

sentido de finalidad. Generalmente esta adquisición se da en paralelo con una identificación<br />

con el progenitor del mismo sexo, y con una consolidación de las preferencias<br />

sexuales. Cuando aparece exceso de culpa, y no se concreta un sentido de finalidad claro,<br />

se abre la posibilidad de que en la vida adulta apanezcan cuadros neuróticos de un tipo<br />

u otro. Las así denominadas "neurosis clásicas" (histeria, neurosis obsesivo-compulsiva,<br />

fobias, etc.) pueden en general ligarse con problemas en el desarrollo infantil en este<br />

período.<br />

Etapa escolar. Entre los cinco y diez años de vida el niño comienza a pasar<br />

períodos cada vez más prolongados fuera del hogar y a dar cada vez más importancia al<br />

medio escolar. La capacidad de jugar con los hermanos se generalizahacia sus compañeros,<br />

con quienes compite en rendimientos y se compara en forma abierta o encubierta.<br />

Al consolidarse esta capacidad surge el sentido de ser competente, estudioso, y la así<br />

denominada por Erikson industriosidad. Esta capacidad de lograr las metas que se<br />

propone alcanzar a través del estudio sienta las bases de la futura actitud con respecto al<br />

trabajo. Asimismo, se desarrolla la capacidad de interactuar socialmente, no sólo ya<br />

dentro de la familia, sino en relación a sus pares. Los amigos, compañeros de curso o de<br />

barrio pasan así a tener un papel cada vez más central en la vida del niño. El juego, los<br />

deportes competitivos y el rendimiento escolar pasan a ser cruciales en la consolidación<br />

de un sentido de ser competente, en la medida de que el niño rinde bien y se relaciona<br />

adecuadamente con sus pares. Cuando esto no sucede, surge el sentimiento de inferioridad<br />

o de incompetencia en relación a éstos. Dado el conjunto de cambios recién<br />

enunciados, es claro que el nombre de latencia otorgado por Freud a esta etapa es<br />

insuficiente: alude sólo al desinterés comparativo por el sexo opuesto que caracteriza a<br />

los escolares en esta edad.<br />

El rol de la escuela es central en esta etapa y en la que sigue. Éste consiste en<br />

enseñarle al niño destrezas y habilidades para que llegue a ser un adulto autosuficiente<br />

en su desempeño social posterior. Junto con la familia, la escuela es el gran instrumento<br />

de socialización, introduciendo además en esta etapa una evaluación más objetiva de las

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