Ramon Florenzano y Beatriz Zegers – Psicologia Medica
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Las etapas de la vida<br />
mentales antes de los 80 años reflejan una enfermedad y no corresponden a un proceso<br />
normal de desarrollo.<br />
Cabe comentar en relación con la pregunta antes formulada, que hay que distinguir<br />
la perspectiva médica de la que puede adoptar el anciano frente a los problemas de<br />
salud, ya que con frecuencia los médicos consideran enfermos a muchos ancianos, pero<br />
interrogados éstos últimos sobre el particular, se descubre que ellos no se perciben a si<br />
mismos como enfermos, aunque sufran de una patología crónica. Para comprender este<br />
fenómeno, particular significación adquieren los postulados de la teoría cognitiva del<br />
envejecimiento formulada por Thomae que plantea q.ue: la percepción de los cambios,<br />
más que los cambios objetivos, se relaciona con los cambios de comportamiento; esto es,<br />
sólo si el cambio es percibido afectará al comportamiento, el cual adoptará el mismo<br />
sentido del cambio percibido. Lo anterior, puede tener importancia cuando se trabaja con<br />
ancianos, todavez que un paciente que no se siente enfermo es menos probable que siga<br />
las indicaciones terapéuticas y médicas que se le formulan. Un segundo postulado afirma<br />
que: todo cambio en la situación del individuo es percibido y evaluado en términos de<br />
las preocupaciones y expectativas dominantes del individuo; dicho de otra manera, la<br />
actitud hacia el propio envejecimiento está determinada por la percepción social que<br />
existe del envejecimiento; de esta forma si éste es visto como hostil, eleva la posibilidad<br />
de que la adaptación sea dificultosa. Finalmente, el tercer postulado establece que la<br />
adaptación al envejecimiento es un balance entre las estructuras cognitivas y motivaciones<br />
del individuo; de este postulado se puede desprender que la adaptación al envejecimiento<br />
será posible si la situación vital en la que se encuentra el anciano se percibe como<br />
coincidente con sus inquietudes y preocupaciones; quien se siente tranquilo y satisfecho,<br />
podrá disfrutar de una vejez apacible, pero quien es activo y no encuentra en qué<br />
ocuparse, tendrá dificultades para aceptar esta etapa de la vida.<br />
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Otro plano en el cual se traduce el decaimiento normal del funcionamiento<br />
neurobiológico es en la personalidad del sujeto, en el cual se advierte una tendenciaalur;ra<br />
rigidización de los rasgos de carácter que desarrolló anteriormente en su vida adulta. Se<br />
da, asimismo, un aumento de la tendencia a preocuparse de sí mismo (egocentrismo), lo<br />
que se acentúa cuando las condiciones de vida son desfavorables y surge también una<br />
actitud conservadora y tradicionalista en general (neofobia).<br />
Paraftnaliza1 conviene destacar que cuando se ve a la ancianidad como sinónimo<br />
de incapacidad o enfermedad, se está transmitiendo una actitud fatalista de desánimo, de<br />
temor, de apatia y resignación que frena la iniciativa e incrementa las posibilidades de<br />
deterioro. Tampoco se considera que a cada edad de la vida le corresponden un conjunto<br />
de deberes y derechos y también tareas y fortalezas que previenen el empobrecimiento<br />
del medio afectivo e intelectual. Hay ancianos que ven en cada dolor, en cada signo de<br />
decadencia o limitación fisica, un atropello, un asalto, una humillación y una pérdida<br />
intolerable. Pero también los hay, que logran adoptar un punto de vista más positivo<br />
existiendo una diferencia entre la preocupación por el cuerpo envejecido y la trascenden-<br />
cia del cuerpo. Se trata de una diferencia importante dado que, en el primer caso el