Ramon Florenzano y Beatriz Zegers – Psicologia Medica
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Las etapas de la vida<br />
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no se pueden mantener más. La persona presenta una incapacidad funcional más y más<br />
marcada, o debe sufrir cirugía mutiladora, que puede desfigurarlo en forma evidente.<br />
Las pérdidas fisicas parciales pueden acarreaÍ sentimientos depresivos intensos<br />
a veces. En otras oportunidades, la situación familiar o financiera de la familia pasa a ser<br />
negativamente afectada por la enfermedad. Si la madre es la enferma, su hospitalización<br />
prolongada trastoca las rutinas hogareñas o el cuidado de los hijos.<br />
Si lo es el padre, la pérdida de ingresos hace que sea necesario vender posesiones<br />
preciadas. El costo de los tratamientos es, a veces alto, y la persona puede ver cómo los<br />
ahorros de una vida se consumen rápidamente. Hay pues, numerosas razones para<br />
experimentar depresiones reactivas en una situación como ésta. Además de estas causas<br />
objetivas, existe la así llamada "Depresión anticipatoria", qtJe corresponde al duelo por<br />
adelantado en relación a la propia muerte. Ambos tipos de depresión se confunden y hace<br />
que la persona entre en un período de desánimo, desinterés y pérdida de las ganas de<br />
seguir luchando. Aparecen en esta fase muchos de los signos clínicos de los cuadros<br />
depresivos, acompañados a veces por franca ideación suicida. Uno de los factores de<br />
riesgo alto para completar un suicidio es el tener un diagnóstico de enfermedad fatal, o<br />
de recaida de un cuadro crónico severo y doloroso.<br />
Muchas personas llegan y se quedan en dicha etapa. Una de las principales<br />
razones para consultar al especialista de salud mental en enfermos terminales son por lo<br />
tanto, formas crónicas o arrastradas de depresión. Tales consultas deben ser aprovechadas<br />
para intentar revisar con el paciente el proceso evolutivo descrito hasta ahora, evitando<br />
la sola prescripción de antidepresivos.<br />
Muchas veces, una intervención psicoterapéutica en tale momentos, puede pro-<br />
ducir un profundo alivio, al permitirle a la persona abrirse en relación a sus temores,<br />
preocupaciones y sensación de estar librando una batalla perdida.<br />
Sea a través de una intervención profesional, sea porque la propia persona<br />
evoluciona espontáneamente a ella, la fase siguiente -la última en la secuencia descrita<br />
por Kubler-Ross- es la aceptación.<br />
Aceptación. En esta etapa el desenlace fatal en corto o mediano plazo se toma<br />
ya no como una derrota temida, sino como algo inevitable y qtizá necesario. La persona<br />
es capaz de mirar lo que viene con mayor tranquilidad, y de hacer planes realistas para<br />
su familia. Quienes tienen convicciones religiosas acendradas, miran la muerte ya cercana<br />
como un tránsito, y se preparan para éste lo mejor posible. Quienes carecen de ellas,<br />
pueden mirar el momento como el fin de su ciclo vital personal, pero como parte de otro<br />
más amplio, sea el de su familia, sea el de la historia o de la naturaleza. La tónica<br />
emocional -en cualquier caso- es de paz y aceptación de lo que sobrevendrá. Se<br />
considera la muerte como un destino inevitable y desaparecen las respuestas emocionales<br />
anteriores de enojo, rabia o negación.<br />
Para quienes rodean a la persona en esta etapa, puede ser difícil entender su<br />
desapego y ensimismamiento. Al aceptar la muerte, surge un desinterés por personas o