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Ramon Florenzano y Beatriz Zegers – Psicologia Medica

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246 Psicología Médica<br />

funciones más básicas observables: comer, hablar, moverse; luego se darán cuenta de que<br />

no pueden respirar, ni escuchar ni crecer, aun cuando continúan pensando que éstos<br />

sueñan.<br />

Más tarde la muerte para el niño es un fenómeno que le ocurre a otros, pero no<br />

es algo que le puede pasar a él o a otros significativos, lo que se explica en parte por su<br />

egocentrismo y omnipotencia. Cree que algunas personas no van a morir simplemente<br />

porque el no desea que se mueran. Lafalta de reversibilidad de su pensamiento le impide<br />

aplicar a sí mismo experiencias con la muerte.<br />

Antes de que los niños puedan entender la muerte como un fenómeno universal<br />

e inevitable, creen que hay ciertas acciones que se pueden realizar para evitarla, es así<br />

como se la puede evitar siendo inteligente, teniendo suerte, siendo cuidadosos al atravesar<br />

la calle. Los niños creen que los muertos se hacen pequeños; su causalidad mágica hace<br />

que se sientan responsables de sus fantasías, pudiendo interpretar la muerte de otros como<br />

resultado de éstas. Así podrá interpretar la muerte de un familiar como el deseo de aquél<br />

de castigarlo porque él estaba enojado. Progresivamente sus explicaciones comenzarán<br />

a incorporar elementos y causales más realistas y específicas, como: violencia, desastres<br />

o accidentes.<br />

La muerte puede ser algo que los atormenta mucho, dadas las concepciones antes<br />

analizadas, así la vida en la tumba puede ser poco grata; los muertos pueden estar<br />

aburridos, están solos, les gustaría salir, pero el ataúd está cerrado con llave, etcétera.<br />

Como se dijo, las preocupaciones del niño se centran más que en el propio morir,<br />

en la muerte de la madre, con el consecuente temor de ser abandonado. Este temor a la<br />

separación parece ser mayor en aquellos niños que efectivamente han sido abandonados<br />

por períodos prolongados en sus primeros años de vida.<br />

En el período de latencia, el niño típicamente tiene la primera noción -intelectual<br />

algunos, vivencial otros- de su propia mortalidad. Ésta es frecuentemente manejada por<br />

los padres con la promesa de la otra vida, en la cual el niño se reúne definitivamente con<br />

sus padres. El apoyo de las diferentes religiones a esta promesa, es importante en la<br />

adherencia de muchas personas a ellas.<br />

En el período edípico, surge también la noción de la muerte como castigo ente<br />

conductas de las cuales el niño se siente culpable. Es aquí donde vale la interpretación<br />

freudiana de la muerte como angustia de castración: "Has hecho tal maldad, y como<br />

castigo te cortan, una parte de tu cuerpo, o aun peor, vas a morir..." En tal época<br />

también se siembran las semillas de las conductas contrafóbicas hacia la muerte: la<br />

valentía y el tomar riegos fisicos a veces excesivos. Esta actitud desafiante, tiene su<br />

período de mayor auge en la adolescencia y en la juventud, cuando la muerte se niega o<br />

se ve especialmente lejana. Recordemos el caso de los pilotos suicidas japoneses en la<br />

Segunda Guerra Mundial, que no podían tener más de 20 años de edad.<br />

En el período adulto la preocupación por la muerte reaparece pero con un sentido<br />

familiar: temor a que desaparezcan la mujer o los hijos o bien al futuro, en caso de la<br />

propia muerte. Éste es el período en que, frecuentemente, se dan muertes altruistas, en

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