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A mis padres, Emilio y Juani - Universidad de Huelva

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MTT y sesgos cognitivos<br />

Kreuter y Kobrin (1995), concluyeron que los fumadores eran conscientes <strong>de</strong> que su<br />

salud corría más riesgo que la <strong>de</strong> los no fumadores <strong>de</strong>bido a la conducta <strong>de</strong> fumar, sin<br />

embargo infravaloraban la magnitud y <strong>de</strong>scribían una percepción <strong>de</strong> los riesgos poco<br />

realista. En esta línea, Arnett (2000) comprobó el sesgo opti<strong>mis</strong>ta en fumadores<br />

adolescentes. Según los resultados que hallaron, el 60% <strong>de</strong> adolescentes y el 40% <strong>de</strong><br />

fumadores adultos opinaban que podían fumar durante años para posteriormente <strong>de</strong>jar el<br />

hábito cuando lo <strong>de</strong>searan.<br />

Des<strong>de</strong> otros planteamientos metodológicos, Leung y McCusker (1999) comprobaron<br />

que existía un grado <strong>de</strong> asociación diferente en fumadores y no fumadores en una tarea<br />

<strong>de</strong> asociación libre. Ambos grupos obtuvieron más asociaciones negativas que positivas<br />

sobre una clave relacionada con el tabaco. Sin embargo, así como la proporción <strong>de</strong><br />

asociaciones positivas/negativas fue constante durante toda la prueba para los no<br />

fumadores, los fumadores generaron proporcionalmente más asociaciones positivas.<br />

Por lo que se refiere a los hábitos <strong>de</strong> salud, no hallamos diferencias significativas en<br />

estas variables, excepto en las preguntas que se referían a los hábitos alimenticios y al<br />

número <strong>de</strong> kilómetros que andan, siendo el grupo <strong>de</strong> no fumadores quienes andan más y<br />

consi<strong>de</strong>ran que tienen mejores hábitos alimenticios. En otras palabras, no existe un<br />

perfil general homogéneo <strong>de</strong> comportamientos saludables (que incluya no fumar) que<br />

realicen <strong>de</strong>terminadas personas frente a un perfil <strong>de</strong> personas con comportamientos<br />

poco saludables. Las personas fumadoras no tienen por qué necesariamente tener a su<br />

vez otro tipo <strong>de</strong> hábitos no saludables. En este sentido, Kirsch (1983) planteaba que las<br />

conductas <strong>de</strong> salud son relativamente in<strong>de</strong>pendientes entre sí. Aunque distintas<br />

conductas <strong>de</strong> salud y <strong>de</strong> riesgo covaríen y se presenten conjuntamente a modo <strong>de</strong> estilos<br />

<strong>de</strong> salud o <strong>de</strong> riesgo, hay estudios que han indicado, por ejemplo, que no existen<br />

asociación entre ejercicio físico y abstinencia <strong>de</strong> fumar (Blair, Jacobs y Powell, 1985).<br />

Los fumadores mostraron una mayor ansiedad estado y mayores niveles <strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>presión (por <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> los criterios clínicos), pero no otras diferencias como más<br />

amplificación somatosensorial o preocupación por la salud, <strong>de</strong> acuerdo con otros<br />

resultados obtenidos en la literatura científica (ver Kassel, Stroud y Paronis, 2003 para<br />

una revisión).<br />

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