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A mis padres, Emilio y Juani - Universidad de Huelva

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MTT y sesgos cognitivos<br />

Norman, et al., 1998; Pallonen, Prochaska et al., 1998; Plummer et al., 2001; Velicer et<br />

al., 1999; Wagner et al., 2006).<br />

Con respecto a los procesos <strong>de</strong> cambio (Prochaska y Velicer, 1997), es <strong>de</strong>cir, las<br />

estrategias y técnicas cognitivas, afectivas, experienciales y comportamentales que las<br />

personas utilizamos regularmente para cambiar el comportamiento <strong>de</strong> manera<br />

intencional, hemos evi<strong>de</strong>nciado diferencias significativas que apoyarían las pre<strong>mis</strong>as <strong>de</strong>l<br />

MTT, aunque con algunas salveda<strong>de</strong>s. Procesos comportamentales y experienciales<br />

muestran diferencias (Acton et al., 2001; DiClemente et al., 1991; Perz et al., 1996;<br />

Prochaska y DiClemente, 1983; Prochaska, DiClemente y Norcross, 1992; Prochaska y<br />

Prochaska, 1993; Prochaska y Velicer, 1997; Prochaska et al., 1991; Tejero et al., 1997;<br />

Wagner et al., 2006) en los diferentes grupos que conforman las distintas etapas <strong>de</strong>l<br />

mo<strong>de</strong>lo.<br />

Dentro <strong>de</strong>l conjunto <strong>de</strong> procesos experienciales se observa que son tres los<br />

procesos que presentan diferencias significativas, el <strong>de</strong> dramatización, autoevaluación y<br />

el proceso <strong>de</strong> concienciación. Si tenemos en cuenta el planteamiento <strong>de</strong> que los<br />

procesos cognitivo-experienciales son más utilizados como fomentadores <strong>de</strong> los<br />

movimientos en las etapas más tempranas <strong>de</strong> cambio (Prochaska, DiClemente y<br />

Norcross, 1992), y la corroboración por otros estudios transversales en población<br />

fumadora <strong>de</strong> que los procesos cognitivo-afectivos tien<strong>de</strong>n a ser más utilizados durante<br />

las etapas <strong>de</strong> contemplación y preparación (Perz et al, 1996; Rosen, 2000), en los<br />

resultados hallados en esta investigación se obtiene evi<strong>de</strong>ncia en este sentido.<br />

Observamos que las diferencias en el proceso <strong>de</strong> dramatización correspon<strong>de</strong>n a<br />

contempladores y precontempladores, siendo aquellos los que hacen mayor uso <strong>de</strong>l<br />

mencionado proceso, es <strong>de</strong>cir, los contempladores experimentarían y expresarían más<br />

sus sentimientos ante los propios problemas y soluciones que los precontempladores.<br />

Con respecto al proceso <strong>de</strong> autoevaluación vuelven a ser los contempladores quienes lo<br />

utilizan más con respecto al grupo que se ubica en la etapa <strong>de</strong> precontemplación. Por<br />

último, el proceso <strong>de</strong> concienciación es menos utilizado por los precontempladores que<br />

los contempladores. A<strong>de</strong>más, hallamos que en el proceso <strong>de</strong> autoevaluación los<br />

contempladores son quienes lo utilizan más con respecto a los sujetos que conforman la<br />

etapa <strong>de</strong> mantenimiento; en esta ocasión los contempladores evaluarían más cómo se<br />

sienten y piensan sobre ellos <strong>mis</strong>mos con respecto a la conducta <strong>de</strong> fumar. El proceso <strong>de</strong><br />

concienciación es más utilizado por los contempladores que por los preparadores.<br />

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