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24-VE-A-Savoir

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2. El Estado y las políticas públicas<br />

aquí al 2017. Para los países que han optado por este tipo de política habitacional no<br />

se trata únicamente de aportar una respuesta institucional a la demanda en materia<br />

de vivienda: el objetivo es también, y sobre todo, apoyar al crecimiento económico<br />

estimulando al sector de la construcción. En México, en 2008, las 3 mil empresas de<br />

construcción de viviendas generaron, por sí solas, cerca del 2.4 % del PIB total y 61.3%<br />

del de la construcción (contra 0.6% y 16% diez años antes), además el sector de la<br />

construcción de viviendas proporcionó empleo directamente a 1 millón 400 mil<br />

mexicanos. En Brasil se estima que la construcción de un millón de viviendas podría<br />

contribuir a la creación de un millón y medio de empleos directos e indirectos y<br />

generar casi dos puntos de PIB nacional.<br />

En razón de su éxito cuantitativo, las nuevas políticas de vivienda son objeto de una<br />

amplia aprobación (sobre todo a nivel político), pero también reciben crecientes críticas<br />

debido a sus insuficiencias y a sus impactos negativos (Paquette y Yescas, 2009; ONU<br />

Hábitat, 2012). Por una parte, no se les puede instaurar como respuesta universal a<br />

la demanda de vivienda: como vimos, ésta última tiene una dimensión cualitativa<br />

muy importante y hoy el desafío del sector urbano en América Latina consiste tanto<br />

en mejorar las viviendas existentes, en especial permitiendo su acceso a los servicios<br />

básicos, como en construir nuevas unidades. Por otra parte, esta oferta de vivienda<br />

de interés social solamente está al alcance de familias solventes, con capacidad para<br />

reembolsar los créditos contraídos, lo que excluye a una gran parte de la demanda,<br />

integrada por poblaciones consideradas pobres e incluso muy pobres. Por último,<br />

aun cuando esta producción de viviendas tienda ahora a inscribirse en el marco de<br />

la búsqueda por un desarrollo más sostenible [ 98 ] , sus impactos medioambientales,<br />

urbanos e incluso sociales son enormes: expansión urbana, consumo de tierras agrícolas,<br />

consecuencias en materia de movilidad cotidiana; necesidades de agua, dificultades<br />

de las familias para vivir en “ciudades dormitorios” tan extensas y en viviendas de tamaño<br />

tan reducido (en ocasiones inferiores a 35 m 2 ) que resulta imposible adaptarlas a las<br />

necesidades futuras de las familias, tensiones sociales engendradas por barrios que<br />

semejan guetos. En Chile, en donde la fase de producción masiva de vivienda social<br />

(años 1980 y 1990) ya está terminada, ahora se han implementado acciones de<br />

renovación urbana en los grandes conjuntos habitacionales que se construyeron.<br />

Un programa piloto que se lanzó a finales del 2012 preconiza que, en algunos casos<br />

críticos, se proceda a demoliciones-reconstrucciones. En México, las dificultades de<br />

la renovación son hoy un tema de debate público, en particular por la tasa de aban-<br />

[ 98 ] En México, las nuevas viviendas de interés social cuentan todas con ecotecnologías. En Brasil la producción<br />

masiva de hábitat social también se contempla en el marco del desarrollo sostenible: las viviendas serán alimentadas<br />

con energía solar de acuerdo con el plan nacional establecido para luchar contra los efectos del cambio climático.<br />

Enero 2014 / Los desafíos del desarrollo en América Latina / © AFD [ 197]

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