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2. El Estado y las políticas públicas<br />

A SAVOIR<br />

2.2.2. Las tres dimensiones de la descentralización<br />

Jean-François CLA<strong>VE</strong>RIE<br />

Sébastien <strong>VE</strong>LUT<br />

Con la colaboración de Diana Gomes<br />

En América Latina, la descentralización empezó a gestarse a partir de los años 1980<br />

dentro del contexto de las transiciones democráticas. Pero se generó también con<br />

un trasfondo de crisis económica ya que sus inicios coincidieron con la "década<br />

perdida", consecutiva a la crisis de la deuda externa que estalló en 1982 (Claverie,<br />

2011). El propio término de descentralización se difundió ampliamente y se retomó<br />

en diferentes países, tanto unitarios como federales, pero con diferentes acepciones<br />

algo ambiguas. Una confusión que además contribuye a que el proceso se prosiga<br />

adoptando formas muy diferentes. La descentralización estuvo ligada a reformas<br />

políticas e institucionales que hoy están cambiando de contenido. Además de evoluciones<br />

estrictamente políticas, así como del incremento de la autonomía local, se<br />

plantean sobre todo problemas que tienen que ver con el ordenamiento de los<br />

territorios, la prestación de servicios, el desarrollo, y que accionan la capacidad de las<br />

administraciones locales para articularse entre sí como con otros niveles de gobierno.<br />

Más allá de la distinción clásica entre desconcentración del Estado y descentralización,<br />

éste último término abarca tres dimensiones. En primer lugar, la de transferir hacia<br />

las administraciones locales las atribuciones del Estado central o algunas actividades<br />

emergentes –por ejemplo el desarrollo económico local o la protección del medio<br />

ambiente. Para ello conviene adaptar la arquitectura del Estado, en sus diferentes<br />

niveles, a la evolución de sus misiones y de sus objetivos. La descentralización también<br />

incluye la capacidad de las administraciones locales para convertirse en verdaderos<br />

gobiernos locales autónomos, para definir sus propios modos de funcionamiento,<br />

para elegir sus autoridades y hasta para definir sus propias instituciones. Esta visión<br />

política se ha justificado por la voluntad de arraigar la democracia en los territorios<br />

permitiendo que estos últimos tengan la posibilidad de experimentar y de adaptarse.<br />

Por último se plantea el problema del financiamiento de las administraciones locales,<br />

y por lo tanto del sistema fiscal local, de las transferencias y de los mecanismos de<br />

control presupuestario.<br />

En estos tres niveles, América Latina se encuentra en una situación de contraste.<br />

Como ya se ha destacado en varias ocasiones, los Estados latinoamericanos están<br />

estructurados y son capaces de orientar las evoluciones sociales pero también son<br />

poco eficientes, sumamente burocráticos y están insuficientemente provistos de<br />

[ 212] © AFD / Los desafíos del desarrollo en América Latina / Enero 2014

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