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DESPUES DE LA LLUVIA - Rebelión

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hacía sugerencias; hablamos del título. ‘Yo creo que Imágenes del Canto General’. Recuerdo<br />

su respuesta perfectamente: ‘A ver..., la palabra ‘imágenes’ no me gusta... Mejor Imaginario<br />

del Canto General’. De las cinco serigrafías que alcancé a hacer antes del golpe, cuatro las<br />

destruyeron los militares”. Si la primera edición chilena del Canto General apareció en 1950<br />

en las duras condiciones de la persecución decretada por Gabriel González Videla contra<br />

los comunistas a instancias del gobierno de Truman 210 , fue en 1985, también en la clandestinidad,<br />

cuando se editó una carpeta con las cinco serigrafías del Imaginario del Canto<br />

General.<br />

“Quiero estar aquí mañana”<br />

Desde su regreso de París en diciembre de 1972 el poeta se había recluido en su refugio<br />

de Isla Negra para cuidarse del cáncer que amenazaba su salud. La polarización del<br />

conflicto social y político le abocó a un estado de pesimismo que le hizo recordar la tragedia<br />

de la II República Española, hasta el punto de que a finales de mayo de 1973 apareció en<br />

televisión para advertir de las dramáticas repercusiones de una guerra civil. A principios de<br />

septiembre Neruda confesó a Luis Corvalán su temor ante una insurrección militar y éste<br />

para tranquilizarle le dijo: “Sí, puede haber un golpe. Pero a ti, Pablo, no podrán tocarte.<br />

Eres suficientemente grande como para que se atrevan a hacerlo”. “Te equivocas. Federico<br />

García Lorca era el príncipe de los gitanos y ya sabes lo que con él hicieron”. 211<br />

El amanecer de aquel 11 de septiembre en Isla Negra engañó al poeta. El sol golpeó el<br />

rostro de Matilde cuando abrió las ventanas, el mar y el cielo estaban calmados y una suave<br />

brisa acariciaba las flores del jardín. Nada sugería la tragedia, al contrario, aquel día esperaban<br />

la visita de dos compañeros: Sergio Insunza (ex ministro de Justicia) iba a llevarle los<br />

estatutos de su Fundación, así como su testamento y los planos de la que querían que fuese<br />

la casa principal, en Punta de Tralca, y el periodista José Miguel Varas tenía previsto entregarle<br />

la edición de Canción de gesta de Quimantú.<br />

Cada mañana Neruda llamaba a su compañero Varas, quien ocupaba una importante<br />

responsabilidad en Televisión Nacional, para preguntarle las noticias. “Por última vez escuché<br />

la voz de Neruda a eso de las siete de la mañana del 11. Marqué su número y atendió de<br />

inmediato. Le dije que la Armada había iniciado un golpe militar en Valparaíso. Era lo que<br />

se sabía hasta ese momento. ‘La situación se ve grave, muy grave. Es difícil que pueda ir hoy<br />

a Isla Negra, con Fernando. Mejor dicho, no es posible. Tal vez más tarde...”.<br />

“Tal vez nunca”, le respondió Neruda, con voz fatigada. 212<br />

210 Garcés, Joan E.: Soberanos e intervenidos. Estrategias globales, americanos y españoles. Siglo XXI. Madrid,<br />

1996. pp. 105-118.<br />

211 Corvalán, Luis: Santiago-Moscú-Santiago. Apuntes del exilio. Dresde, 1983. p. 56.<br />

212 Rivas y Merino, pp. 97-107.<br />

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