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DESPUES DE LA LLUVIA - Rebelión

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la ceja izquierda producto de los golpes que le propinaron los agentes de la CNI antes de<br />

que pudiera escapar.<br />

Parece ser que el trámite en la Embajada se retrasó y, ansiosa, Cristina regresó al CEAS<br />

sólo con el papel que demostraba su solicitud, pero para Manusov éste no bastaba. Después<br />

de cerrar la oficina la acompañó a tomar un taxi y vio cómo se alejaba con rumbo desconocido.<br />

Cuando Dora le preguntó por qué no le permitió quedarse aquella noche para averiguar<br />

sus antecedentes al día siguiente, ésta admitió su cobardía: “Estaba lleno de tanques, si<br />

yo le hubiera dado refugio a tu hermana, también habría desaparecido”.<br />

“Aquella mujer tenía mucho miedo –recuerda Dora–. Después de esto ella se retiró de<br />

allí, estuvo muy mal. Me pidió disculpas, pero le dije que ya era muy tarde”.<br />

En 1983 el pueblo argentino reconquistó la democracia y varios supervivientes de las<br />

terribles cárceles secretas testimoniaron haber estado con Cristina. Así, Susana Caride dijo<br />

que había coincidido con ella desde finales de julio de 1978 en el centro de detención<br />

conocido como ‘El Banco’: “Le decían ‘la chilena’. Me acerqué apenas llegó, quizás debido<br />

a que le tenía un inmenso cariño a ese país. En él había vivido durante la Unidad Popular y<br />

a mi hijo le había puesto por nombre Salvador. A Cristina nunca la dejaron de torturar. De<br />

igual forma, en algunas ocasiones la vi reír con una hermosa y ancha sonrisa. Por momentos<br />

parecía estar trastornada, o bien se hacía la loca para no hablar durante los interrogatorios.<br />

Su cuerpo, que pude ver en las ocasiones en que nos dejaban ducharnos, presentaba grandes<br />

marcas de tortura. En enero de 1979, antes de cerrar ese campo de torturas y yo ser<br />

liberada, fue trasladada”. Según el testimonio de Oscar González y Horacio Cid a Amnistía<br />

Internacional, estuvo después en el campo de prisioneros de El Olimpo.<br />

“El grito de dolor de nuestros seres amados...”<br />

En su número posterior a la “huelga de hambre larga”, Ercilla insistió en que había<br />

estado manipulada por el Partido Comunista y señaló que “en las próximas horas el gobierno<br />

dará a conocer su solución” al “problema” de los desaparecidos, un asunto que, según sus<br />

predicciones, se encontraba “en la recta final” 801 . La esperanza nacida en los familiares por<br />

el compromiso de la junta con la Iglesia católica se transformó en frustración y en un dolor<br />

inmenso cuando escucharon el discurso de Sergio Fernández por cadena de radio y televisión<br />

el 15 de junio. “Me dirijo esta noche a la ciudadanía para fijar ante ella la posición<br />

definitiva del gobierno frente al problema de las personas presuntamente desaparecidas...”,<br />

empezó Fernández, hijo de un exiliado español llegado en el Winnipeg y actual senador de<br />

la UDI. 802<br />

801 Ercilla, 14 de junio de 1978. pp. 10-12.<br />

802 Texto íntegro del discurso consultado en la Fundación de Documentación y Archivo de la Vicaría de la<br />

Solidaridad. Sergio Fernández lo ignora en las 332 páginas de su libro Mi lucha por la democracia (Los<br />

Andes. Santiago de Chile, 1997).<br />

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