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DESPUES DE LA LLUVIA - Rebelión

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algunos militares. No sé de dónde me ha salido la fuerza para seguir viviendo”. Un año<br />

después falleció su esposo, Osvaldo, después de una dura enfermedad renal.<br />

Vuelvo a hablar con Patricia, su hija pequeña. Ella vio como año tras año la DINA fue<br />

aniquilando su familia. Cuando la conocí me mostró las fotografías de sus “años verde<br />

olivo”, de sus años en Cuba cuando era una joven entregada a la vida. “Fui una niña feliz,<br />

inteligente. En Cuba fui una alumna excelente en la secundaria y en la universidad, donde<br />

empecé a estudiar periodismo, pero tuve que dejarlo porque sufrí una crisis muy fuerte...<br />

por el recuerdo de mis hermanos, por las torturas que sufrieron. Admiro a quienes pasaron<br />

por Villa Grimaldi y pudieron sobrevivir, porque yo me habría muerto” 569 . Habla de la<br />

masacre del MIR, “los mejores compañeros están en el cementerio”, y no oculta su odio por<br />

quienes los asesinaron.<br />

Patricia recuerda que en 1974 todos los hermanos, a excepción de Dagoberto, pasaron<br />

a “la semiclandestinidad” y se trasladaron a una casa de la avenida Ricardo Cumming. La<br />

vida junto a ellos retorna de su memoria. De Dago dice que era muy cariñoso, “estaba lleno<br />

de felicidad por lo que hacía, lleno de ternura”. Evoca su firme compromiso, el aliento de<br />

sus ideales, su entrega por los oprimidos, su inteligencia. En los momentos en que la DINA<br />

desató su persecución implacable contra el Movimiento de Izquierda Revolucionaria, Patricia,<br />

quien entonces tenía apenas 12 años, vivió durante unos meses con él en la clandestinidad,<br />

en una casa cercana a la de Miguel Enríquez. “Siempre venían a nuestra casa Miguel,<br />

Sotomayor..., y cuando venían me llevaban a un cuarto a leer”. Dice con dolor que conoció<br />

la muerte de Dago por la televisión.<br />

Y lo mismo le sucedió en febrero de 1976. “Fue muy fuerte para mí. Dieron la noticia<br />

a las nueve de la noche por televisión: ‘Han caído Iván y Mireya, los hermanos de Dagoberto<br />

Pérez’. Subí las escaleras de la casa y me puse a temblar entera. Sentí una cosa tremenda en<br />

mi cerebro. Me sentí muy desprotegida, sólo quería reunirme con mi mamá. Iván lo era<br />

todo en mi vida, era un hermano ejemplar. Tenía una piel bonita, un pelo luminoso, era<br />

muy hermoso por dentro y por fuera. Yo fui la hija que no tuvo, siempre andaba con una<br />

foto mía. Mireya era más fría, más intolerante, pero seguramente más recta, porque los<br />

otros con el cariño no veían mis defectos. Los mellizos cantaban canciones que mi mamá<br />

aún recuerda”.<br />

También estuvo con Carlos Freddy y Virginia en la clandestinidad durante una semana,<br />

“la más feliz de mi vida”. “Vivían en el Barrio Alto y todos los días Carlos me traía<br />

chocolate, cosa que enfadaba a Virginia. El se portó conmigo como un padre y Virginia<br />

también me quería mucho”. Aldo, en cambio, era más frío, “siempre me regañaba, me<br />

decía mis errores, aunque para otros era muy cálido”.<br />

569 Entrevista a Patricia Pérez. Abril de 2002.<br />

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