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DESPUES DE LA LLUVIA - Rebelión

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albergó “algunas pequeñas esperanzas de que se hubieran equivocado al dar su nombre y de<br />

que mi hijo pudiera estar vivo”. Una ilusión compartida por Moira: “Tenía alguna esperanza<br />

de que mi hermano estuviera vivo en alguna parte”.<br />

En 1987 Alberto Neumann regresó de manera definitiva a su añorado puerto y desde<br />

entonces quiso cumplir la tarea que se impuso en la primavera de 1973: encontrar los<br />

cuerpos de sus compañeros. En los estertores de la dictadura intentaron llegar a la fosa<br />

común de Pisagua en varias ocasiones, pero los militares les impidieron el paso incluso con<br />

disparos.<br />

En el clima favorable a la causa de los derechos humanos de los primeros meses de la<br />

presidencia de Aylwin, el 1 de junio de 1990 entregó su testimonio al juez Hernán Sánchez,<br />

de Pozo Almonte: “Debo precisar que la zanja en la cual fueron enterrados los cadáveres<br />

está situada al costado poniente del cementerio, lado que da hacia el mar (...) La zanja en su<br />

largo va de oriente a poniente en aproximadamente 15 metros, a unos 20 metros de distancia<br />

de la muralla del cementerio que mira hacia la costa y, en su ancho, sur a norte en unos<br />

dos metros, aproximadamente a unos 50x60 metros del término de la aludida muralla por<br />

el lado sur”.<br />

Aquel mismo día este juez, el doctor Neumann, el arqueólogo Olaf Olmos, los abogados<br />

Héctor Salazar, de la Vicaría de la Solidaridad, y Carlos Vila, de la Comisión Chilena<br />

de Derechos Humanos de Iquique, y dos personas que realizaban los trabajos de excavación<br />

emprendieron la búsqueda de la fosa común, que finalmente medía 2,10 metros de ancho,<br />

once de largo y dos de profundidad. El domingo 3 de junio descubrieron la terrible verdad<br />

de Pisagua, los crímenes negados por la dictadura durante 17 años, la infame crueldad de<br />

Pinochet y sus subordinados. Baldramina fue la primera persona que supo del hallazgo<br />

porque durante años ella fue el corazón de la lucha por la verdad y la justicia como presidenta<br />

en Iquique de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos y de la Agrupación<br />

de Familiares de Ejecutados Políticos. “Baldramina Flores –explicó Carlos Vila– fue<br />

el pilar para todos. Ella es como un símbolo. Siempre estuvo escribiendo, haciendo recuerdos,<br />

organizando romerías a Pisagua, recordando a su gente”. 259<br />

Por las peculiares condiciones ambientales del lugar, la salinidad y la aridez de la arena,<br />

los cuerpos se habían conservado de una manera estremecedora y mantenían parte de<br />

sus ropas, las vendas sobre los ojos, las amarras en las manos e incluso los rostros aún<br />

mostraban las terribles expresiones de dolor 260 . En los días posteriores los familiares conocieron<br />

la identidad de los 19 cuerpos encontrados: Juan Calderón, Marcelo Guzmán, Luis<br />

Alberto Lizardi, Julio Cabezas, José Córdova, Humberto Lizardi, Mario Morris, Juan<br />

259 Weitzel, Ruby: Tumbas de cristal. p. 55.<br />

260 Sobre el impacto del descubrimiento de los cuerpos de Pisagua, véase: Cavallo, Ascanio: La historia oculta<br />

de la transición. Memoria de una época, 1990-1998. Grijalbo. Santiago de Chile, 1998. pp. 42-43. Sobre<br />

aquellos años, véase: Otano, Rafael: Crónica de la transición. Planeta. Santiago de Chile, 1995.<br />

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