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DESPUES DE LA LLUVIA - Rebelión

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“Su compromiso me llena de orgullo”<br />

“Tenemos que reivindicar una memoria muy pisoteada, escamoteada y satanizada.<br />

Fue el pueblo quien construyó todo lo que fue este país hasta 1973, fue el movimiento<br />

popular, nacido en los albores del siglo XX, con el sacrificio de mucha gente, el que logró<br />

democratizar Chile. Esta historia ha desaparecido y hoy parece que este país lo hubieran<br />

hecho los empresarios y la clase política actual”, asegura Carmen Hertz. Su mirada limpia,<br />

su memoria herida, regresa siempre a las inhóspitas tierras del norte, a Calama, donde<br />

perdió a Carlos, en la última y más cruel etapa de la caravana de la muerte.<br />

Militante comunista desde los 14 años y licenciado en Derecho, Carlos Berger se<br />

inclinó por la profesión periodística y empezó a trabajar en el diario El Siglo, donde fue jefe<br />

de redacción, y a finales de los 60 fue secretario en el Senado de Luis Corvalán. En 1971<br />

contrajeron matrimonio y el 12 de noviembre de 1972 un “enanito rubio” llamado Germán<br />

acabó por llenar sus vidas. “Germán era muy importante para Carlos, significó algo muy<br />

fuerte para él”.<br />

Carlos Berger fue el primer director de la revista juvenil Ramona, en 1971, y a partir<br />

de 1972 trabajó como jefe de prensa de los ministros comunistas Orlando Millas (Hacienda)<br />

y José Cademártori (Economía). En agosto de 1973 aceptó la propuesta de dirigir el<br />

área de comunicación de Chuquicamata porque, junto con El Teniente, era el mayor manantial<br />

del “sueldo de Chile”. Ya entonces las amenazas ultraderechistas estaban a la orden<br />

del día y, como tantas personas de reconocida filiación izquierdista, recibió tarjetas con la<br />

terrible expresión “Yakarta se acerca”. “Uno mira para atrás y ve estas amenazas, el marco en<br />

que nos desarrollamos y percibe nuestro tremendo candor. Fue tremendo, no nos dimos<br />

cuenta del carácter de lo que llegó. La resistencia mayor se dio en La Moneda, el resto fue<br />

una apisonadora que lo inmovilizó todo. Vivíamos con tal fervor, con tal compromiso, con<br />

tanta felicidad...”<br />

El 11 de septiembre muy temprano Carlos se dirigió a la radio El Loa, donde reunió<br />

a los trabajadores para explicarles que las Fuerzas Armadas se habían alzado contra el Gobierno<br />

constitucional. Esta emisora de Chuquicamata informó sobre la sublevación y reprodujo<br />

el llamamiento de la dirección de la Central Unica de Trabajadores hasta que hacia<br />

las diez el coronel Eugenio Rivera, comandante del regimiento de Calama, ordenó a Carlos<br />

que suspendiera las emisiones y se pusiera a disposición de las nuevas “autoridades”, pero<br />

éste se negó y pidió a sus compañeros que se marcharan. En la madrugada siguiente los<br />

militares allanaron la casa y se llevaron a Carlos, primero al regimiento y después a la cárcel,<br />

donde se encontraban la mayor parte de los funcionarios gubernamentales y de<br />

Chuquicamata, así como numerosos dirigentes políticos y estudiantiles.<br />

En la tercera semana de septiembre un consejo de guerra presidido por el mayor Fernando<br />

Reveco le condenó a sesenta días de cárcel, si bien el 18 de octubre Carmen acordó<br />

con el fiscal militar la conmutación de la pena pendiente por una multa. No obstante, al día<br />

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