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DESPUES DE LA LLUVIA - Rebelión

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de plástico en la cabeza hasta casi la muerte. O el uso de drogas como las inyecciones de<br />

pentotal sódico para arrancar declaraciones a los detenidos. Y muchas personas sufrieron<br />

también palizas brutales.<br />

Alejandra Holzapfel sobrevivió a estos tormentos y fue trasladada a otro centro de<br />

detención, conocido como “la Venda Sexy”, donde en aquel tiempo la mayor parte de los<br />

prisioneros eran jóvenes militantes de los partidos y organizaciones de izquierda como ella.<br />

Junto con Londres 38, José Domingo Cañas y Villa Grimaldi, esta casa situada en la calle<br />

Irán, 3.037 completa la relación de los principales centros de detención secretos de la DINA<br />

y funcionó desde finales de 1974 hasta mediados de 1975. Conocida también como “la<br />

Discotéque”, por la música estridente que no cesaba, de este lugar perdura sobre todo el<br />

recuerdo de las terribles vejaciones sexuales que allí sufrieron hombres y mujeres 491 . Como<br />

Alejandra, ultrajada con perros y otros animales durante interminables sesiones de tortura<br />

dirigidas por la oficial de carabineros Ingrid Olderock.<br />

Casi veintisiete años después, tras superar un proceso muy prolongado de recuperación<br />

emocional y afectiva, Alejandra, apoyada por un centenar de jóvenes de la FUNA en el<br />

exterior, volvió a evocar todo aquel horror en su careo en el Octavo Juzgado del Crimen de<br />

Santiago con Romo, quien no tuvo valor para mirarle de frente a pesar de que sólo les<br />

separaba un metro de distancia. 492<br />

Alejandra explica que este proceso judicial ha servido para que los padres de Dagoberto<br />

San Martín hayan conocido cómo fueron los últimos días de su existencia gracias a la<br />

reconstrucción realizada por quienes estuvieron junto a él. “Ellos siempre dudaron de que<br />

estuviera muerto. Después de un año de haber caído preso, de repente les llegaban chocolates<br />

o cuadernos y pensaban que los mandaba él, que estaba escondido en algún lugar. Y<br />

quizás se los enviaba algún vecino que quería aliviarles un poco la pena. Yo les conté que<br />

estuve con Dago en la ‘Venda Sexy’ y que le vi súper mal tirado en una pieza. A mí de<br />

repente me llamaron: ‘¡Que venga el veterinario a verlo!’. Yo apenas era estudiante de tercer<br />

año de medicina veterinaria. El flaco me dijo: ‘¡Ale, que no se den cuenta de que nos conocemos!’.<br />

Con todo lo mal que estaba le preocupaba no comprometerme. Murió como militante,<br />

comprometido, convencido de estar haciendo un aporte. Lo que menos querría es<br />

que le recordáramos como una víctima”.<br />

En 1975 Alejandra Holzapfel partió al exilio, que se prolongó durante ocho años,<br />

tiempo en el que no le abandonaron el dolor de la tortura y la imagen de sus verdugos.<br />

“Hice un proceso muy propio, sola. Me repetía: tengo que ser capaz de volver a tener una<br />

relación sexual, tengo que ser capaz de quedar embarazada”. Con el tiempo se casó y tuvo<br />

dos hijos. “Ahora los que fuimos vejados y maltratados estamos sanos, tenemos vidas y<br />

491 Informe de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación. Tomo 2. pp. 467-468.<br />

492 Ante la impunidad la Comisión FUNA, creada hace cuatro años por hijos de víctimas de la dictadura,<br />

denuncia ante la opinión pública a los responsables de las violaciones de los derechos humanos.<br />

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