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DESPUES DE LA LLUVIA - Rebelión

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devuelven al momento actual: “Vinieron muchos familiares de detenidos desaparecidos<br />

que aún desconocen dónde están sus seres queridos. Para ellos el sufrimiento sigue cada día,<br />

no pueden decir hasta aquí llegamos. Los militares tienen que reconocer que mataron y<br />

decir dónde están los cuerpos. De no haber sido por el apoyo que tuvimos de médicos y<br />

psicólogos estaríamos todos trastornados de tanto que hemos visto”.<br />

En marzo de 1979 Nelson Bañados dictaminó que los restos encontrados pertenecían<br />

a Carlos (39 años, casado, ocho hijos), Nelson (32 años, casado, cinco hijos, dirigente<br />

sindical) y Oscar Hernández (30 años), José Manuel Herrera (17 años, ayudante de mecánico),<br />

Sergio Maureira (46 años), José Manuel (26 años), Rodolfo (22 años, casado, un<br />

hijo), Segundo (24 años) y Sergio Maureira (27 años, casado, un hijo), Manuel Navarro<br />

(20 años, ayudante de mecánico), Iván Ordóñez (17 años), Miguel Brant (19 años, obrero<br />

agrícola), Enrique Astudillo (51 años, casado, siete hijos) y Omar (19 años) y Ramón<br />

Astudillo (27 años). 828<br />

El 4 de abril el juez se declaró incompetente para continuar con la investigación ya<br />

que había miembros de las Fuerzas Armadas implicados en acto de servicio en los hechos y<br />

por tanto la causa debía pasar a la justicia militar. En su resolución negó credibilidad alguna<br />

a la versión ofrecida por Lautaro Castro 829 , habló de que los hechos constituían delitos de<br />

homicidio y reveló que aquellos quince hombres fueron arrojados vivos a los hornos ya que<br />

sus huesos no presentaban señales atribuibles a impactos de bala.<br />

En 1989, Pinochet aún se permitió hacer las siguientes conjeturas sobre aquella ma-<br />

llamó a la unión y a la lucha para que volvamos a ser libres y podamos construir juntos un país en que<br />

tales hechos nunca pudieran repetirse (...) Descubrimos todo un sistema de mentira y opresión –lo que<br />

llamaríamos en cristiano un pecado institucionalizado– en que son muchos, o somos muchos los<br />

corresponsables. Este sistema busca objetivamente encubrir los efectos de la represión y con esto favorece<br />

su más efectivo despliegue. Frente a esta fuerza ominosa del mal, la romería religioso-popular tuvo características<br />

de gracia y liberación. Fue una demostración del Espíritu de Verdad y de Justicia que obra en el<br />

pueblo y que conoce y proclama la Iglesia”. Mensaje, marzo-abril de 1979. pp. 156-160.<br />

828 “Esta Comisión tiene convicción sobre la responsabilidad directa de los agentes del Estado que entonces<br />

prestaban servicios en la tenencia de Isla de Maipo en la muerte de los quince detenidos y del ocultamiento<br />

posterior de sus cadáveres y a todos ellos se les tiene como víctimas de la violación a su derecho a la<br />

vida”. Informe de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación. Tomo 1. p. 225.<br />

829 Bañados citó a declarar a los 21 carabineros que en octubre de 1973 integraban la tenencia de Isla de<br />

Maipo, entre ellos al entonces teniente Castro (ascendido después a capitán), quien reconoció que ordenó<br />

la detención de “varios sujetos de la familia Maureira” por ser personas “peligrosas”, partidarias de la<br />

Unidad Popular, y admitió que fueron arrestados “otros individuos de apellido Hernández y otros que no<br />

recuerdo hasta enterar once personas”. Según su inventada versión, aquella madrugada del 8 de octubre<br />

uno de los detenidos confesó que tenían armas ocultas en una mina abandonada. Cuando se acercaban,<br />

habrían sido atacados desde los cerros y ellos respondieron, hasta que, una vez finalizado el enfrentamiento,<br />

los carabineros, todos ilesos, habrían comprobado que los prisioneros habían muerto. “Resolví como<br />

lo más atinado en ese instante y con la idea de evitar represalias que podrían ser graves a nuestro cuartel<br />

y a nuestra familia, enterrar o mejor dicho ocultar los cuerpos de estas personas en una de las chimeneas<br />

de los hornos abandonados que allí mismo había.”. Pacheco, pp. 104-108 y 226-230.<br />

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