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DESPUES DE LA LLUVIA - Rebelión

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dice que la vieron en Villa Grimaldi”. Ana González explica que Luis Emilio y Nalvia<br />

querían otro hijo “para que el Puntito no estuviera solo. Al final se quedó más solo, sin<br />

hermano, sin padres”.<br />

“Su detención se repite en mi cabeza durante toda mi vida –escribe desde Suecia Luis<br />

Emilio Recabarren, el Puntito–. En verdad mis recuerdos fueron arrojados de mi subconsciente<br />

porque no tengo de antes de los 6 años. Es como si me hubieran robado la infancia”<br />

614 . Luis Emilio intenta recuperar los últimos instantes junto a sus padres y a su tío<br />

Manuel: “¿Qué hizo mi padre? ¿Se defendió? Porque algunos testigos dijeron que a mi<br />

madre le pegaron con una metralleta en el estómago porque mi padre estaba planteando<br />

resistencia”. Gracias a sus familiares y a los amigos, sabe que éste “era un hombre muy<br />

carismático, que siempre tenía la atención del grupo, muy alegre”. Y de su madre dice que<br />

fue “una mujer de pocas palabras, pero las necesarias. Muy digna, orgullosa y talentosa,<br />

cantaba en un coro cuando era joven y militaba en las Juventudes Comunistas. Como<br />

madre era protectora”.<br />

Desde aquellos días del otoño austral de 1976 Luis Emilio supo que jamás volvería a<br />

verles. “En los primeros meses perdí el habla. Muy pronto me di cuenta de que no iban a<br />

volver y fui muy consciente de que no debía ser un niño, sino un niño adulto, preocupándome<br />

de no estar pendiente de mi dolor, sino de la búsqueda de los mayores. Sentía una<br />

responsabilidad de no cargarles más el dolor de la desaparición de mis padres, pensaba que<br />

mi dolor no era tan importante como el de los mayores porque ellos tuvieron la posibilidad<br />

de conocerles”.<br />

Hacia 1984 la familia de Nalvia había sufrido un golpe tras otro: falleció su padre,<br />

uno de sus hermanos se marchó a Brasil, otra murió cuando estaba en huelga de hambre,<br />

otro se exilió en Europa y otro se suicidó. La madre, Ernestina Alvarado, se marchó a Suecia<br />

y se llevó consigo a Luis Emilio. “Fue la mejor decisión de mi abuela, optar por darme un<br />

futuro y no crecer con el odio que es tan tremendo en el fascismo y en un pueblo tan<br />

ignorante como el chileno. Aquellos años fueron muy duros. En la frontera un funcionario<br />

me leyó el pasaporte y me dijo que nunca más podría regresar a mi país. Fue un dolor<br />

enorme”.<br />

En Estocolmo Luis Emilio estudió danza y hoy se dedica a este arte. En los últimos<br />

años ha viajado a Chile en varias ocasiones: en 2000 fue con su novia, que realizó una<br />

investigación sobre las violaciones de los derechos humanos durante la dictadura, y en<br />

2002 con una beca de Codelco por su excelencia artística. Sus visitas llenan de felicidad a<br />

Ana González: “Tenemos una relación excelente con él, siento que tiene los mismos valores<br />

que sus padres y su abuelo”.<br />

614 Entrevista a Luis Emilio Recabarren. Octubre de 2002.<br />

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