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DESPUES DE LA LLUVIA - Rebelión

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Pinochet puso en nuestras vidas, en la tuya en particular, pero es un estímulo para seguir<br />

adelante a pesar de las dificultades que tanto ayer como mañana y hoy se levantan alrededor<br />

de quienes, a contracorriente, siguen soñando y trabajando para que la justicia se constituya<br />

en norma de vida. Todos, empezando por los chilenos de buena voluntad, nos merecíamos<br />

esta noticia, todos nos merecíamos el derecho a la esperanza. Un abrazo solidario. José<br />

Saramago”.<br />

En septiembre de 1999 Gladys fue invitada a impartir una conferencia como candidata<br />

presidencial de la izquierda en la Escuela de Ingeniería de la Universidad Católica. Allí le<br />

sucedió “algo impactante” puesto que, cuando al finalizar el acto saludaba a los trabajadores<br />

de la universidad, una muchachita se acercó a ella llorando y le pidió: “Yo sólo quiero<br />

saludarle”. Gladys la abrazó y escuchó unas palabras conmovedoras: “En mi familia todos<br />

son militares y yo le quiero pedir perdón por todo lo que han hecho ellos”. Aquellas palabras<br />

le emocionaron porque demostraron que antes o después en su país se producirán los<br />

profundos cambios democráticos por los que luchan.<br />

Y en agosto de 2000, cuando la Corte Suprema ratificó el desafuero de Pinochet, en<br />

medio de la explosión de alegría de miles de personas ante la estatua de Allende que se alza<br />

frente a La Moneda, una pancarta recordó: “La primera querella abrió el camino”. “La<br />

primera querella fue un hecho magnífico que probó que pasando por sobre todos los pactos<br />

y transacciones, el pueblo cuando tiene decisión se puede imponer –asegura Gladys–. Muchos<br />

dijeron que no lograríamos nada, pero Pinochet fue desaforado y procesado, el juez Guzmán<br />

aceptó casi 300 querellas y se han designado jueces especiales para algunos casos de desaparecidos”.<br />

“Les recuerdo con una inmensa alegría”<br />

Gladys conoció a Jorge en 1959 durante unas jornadas de trabajo en La Victoria y se<br />

casaron al año siguiente. Durante algunos años él trabajó como ingeniero en el Instituto de<br />

Investigación y Ensayo de Materiales de la Universidad de Chile y después en el Ministerio<br />

de Obras Públicas, pero lo abandonó cuando le ofrecieron ser funcionario del Partido.<br />

“Jorge fue un gran dirigente político, cayó en la lucha clandestina. Le recuerdo mucho,<br />

muchas veces le veo en sueños. En sueños le veo joven, hace un mes soñé con él, le veía en<br />

un campo lleno de álamos, venía caminando con una camisa celeste, tan buen mozo...<br />

Otras veces le veo en sueños muy mal, no me reconoce como consecuencia de las torturas.<br />

Recuerdo a Jorge con mucha alegría, le gustaba tanto la ópera, el teatro, leer, imitaba muy<br />

bien a Chaplin... Le recuerdo a veces también enojado con los niños... Compartíamos<br />

muchas aficiones, nuestro amor por la naturaleza, nuestra pasión por la poesía española,<br />

por Lorca, Alberti, Machado...”<br />

Por su parte, Alvaro evoca a su padre como “un intelectual muy entregado a una<br />

causa. Era un gran lector, le gustaba escuchar música clásica, los cigarros Hilton, tomaba<br />

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