09.05.2013 Views

DESPUES DE LA LLUVIA - Rebelión

DESPUES DE LA LLUVIA - Rebelión

DESPUES DE LA LLUVIA - Rebelión

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

por mi padre dijeron que se lo llevaban para que firmara unos papeles y ya, pues... Mi padre<br />

y mis hermanos nunca pensaron que no iban a volver más, ni nosotros tampoco. No se nos<br />

pasó por la cabeza que iba a suceder lo que pasó”. Los carabineros subieron a Sergio y a sus<br />

cuatro hijos a una camioneta que pertenecía a José Celsi, dueño del fundo Naguayan,<br />

donde trabajaban. “Creo que a mi papá le detuvieron por la influencia que tenía en el<br />

fundo, era una persona que sobresalía, era muy solidario con la demás gente, siempre trató<br />

de ayudar al trabajador y por eso tenía vínculos no muy buenos con el patrón”.<br />

Minutos después los carabineros secuestraron en su casa a los hermanos Carlos, Nelson<br />

y Oscar Hernández, quienes también fueron obligados a tenderse boca abajo junto a los<br />

Maureira en la camioneta. Y hacia las diez y media se dirigieron al domicilio de los Astudillo.<br />

“Los carabineros irrumpieron golpeando con fuerza la puerta y gritando ‘dónde están las<br />

armas’ que se suponía que tenía nuestra familia –recuerda Emilio–. Con aquella prepotencia<br />

tan usual en la dictadura golpearon incluso a algunos de mis familiares en presencia nuestra.<br />

Se los llevaron en una camioneta”. Según las declaraciones de algunos testigos, estos<br />

once campesinos fueron golpeados, insultados y amenazados de muerte 810 . “Al otro día fui<br />

con mi madre a la tenencia de carabineros de Isla de Maipo a preguntar por nuestros familiares<br />

y el guardia que estaba de turno nos dijo que los habían llevado al Estadio Nacional”.<br />

Pero estos once campesinos, junto con los jóvenes Miguel Brant, Iván Ordóñez, José<br />

Herrera y Manuel Navarro –detenidos el día anterior en la plaza de Isla de Maipo– habían<br />

sido asesinados aquella madrugada. Los carabineros, mandados por el teniente Lautaro<br />

Castro, los condujeron a los hornos de Lonquén, a unos seis kilómetros, los detuvieron<br />

ante los chimeneas, les ataron las manos con cables eléctricos, los amordazaron con trapos<br />

y trozos de sacos y los arrojaron vivos al interior de uno de los hornos, que se cerraba como<br />

un embudo en su parte inferior, donde fallecieron por asfixia. Antes de regresar al cuartel<br />

los carabineros cubrieron los cuerpos con piedras y tierra. El teniente Castro prohibió a los<br />

vecinos acercarse al lugar con el pretexto de que había “extremistas” armados en los alrededores<br />

y semanas después unos desconocidos cerraron aún más los hornos con cemento,<br />

piedras y agua. 811<br />

Como los Maureira y los Hernández, Enrique Astudillo y sus dos hijos también trabajaban<br />

en el fundo Naguayan. “Mi papá era dirigente sindical y militante comunista porque<br />

decía que este Partido era el que representaba mejor a los obreros. Después del golpe de<br />

estado –señala Emilio– muchos empleadores denunciaron a los que habían destacado en la<br />

defensa de los derechos de los trabajadores, a los que habían luchado por mejores condiciones<br />

de trabajo. Celsi y otros empleadores vendieron a sus trabajadores. A mi papá se lo<br />

llevaron por defender a los trabajadores”. 812<br />

810 Fundación de Documentación y Archivo de la Vicaría de la Solidaridad.<br />

811 Vidal, Hernán: Dar la vida por la vida... p. 62.<br />

812 Pacheco, Máximo: Lonquén. Aconcagua. Santiago de Chile, 1983. pp. 249-251.<br />

420

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!