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DESPUES DE LA LLUVIA - Rebelión

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De entre los actores civiles del golpe de estado, la única voz autocrítica que hemos<br />

escuchado durante todos estos años, además del perdón solicitado por la dirección del<br />

Partido Demócrata Cristiano por haberlo apoyado, ha sido la de Orlando Sáenz, presidente<br />

de la Sociedad de Fomento Fabril en 1973 18 : “Los civiles que de alguna manera colaboramos<br />

a gestar el régimen militar tenemos un grado nada despreciable de fardo encima. Lo he<br />

sentido durante toda mi vida y créame que me he arrepentido. Si tuviera que tener que vivir<br />

de nuevo las mismas circunstancias, creo que habría ido mucho más lejos de lo que fui en<br />

cuanto a preservar la institucionalidad. (...) Hubo muchos que de alguna manera perdimos<br />

la paciencia y vimos la intervención militar como la única salida y no apreciamos del todo<br />

lo que era perder la democracia, y con el correr del tiempo eso nos fue pesando mucho”. 19<br />

Chile, por tanto, permanece prisionero en el laberinto de una transición sin fin, trabada<br />

por mil obstáculos. El drama no ha terminado: en julio de 2002 la AFDD denunció que<br />

no se había hallado ni siquiera al 10% de los detenidos desaparecidos. La lucha por la<br />

verdad, la justicia y la memoria, que impulsó la reconstrucción del tejido democrático ya a<br />

finales de los años 70 y fue decisiva para poner fin a la dictadura, es hoy tan necesaria como<br />

entonces, sobre todo ante la propuesta de derechos humanos presentada por Ricardo Lagos<br />

el 12 de agosto de 2003, que elude pronunciarse sobre el decreto-ley de amnistía, propugna<br />

la impunidad para quienes entreguen información fidedigna y aún no estén procesados y<br />

habla de rebaja de penas para aquellos subordinados que participaron en los crímenes de<br />

lesa humanidad.<br />

Saber qué les sucedió a tantas personas que todavía desconocemos dónde estuvieron<br />

detenidas, quiénes les torturaron e hicieron desaparecer, dónde están sus restos, es una<br />

necesidad íntima de muchísimos familiares atormentados por su suerte, ahogados en un<br />

mar de incertidumbre y preguntas sin respuesta.<br />

La denuncia de la impunidad es la garantía más sólida para que nunca más se repitan<br />

aquellos crímenes contra la humanidad. Sólo el juicio justo y la sanción penal a sus autores<br />

e inductores permitirá sanar una herida que aún hoy enferma a Chile y retrasa el avance<br />

hacia una verdadera democracia. Como dijo Manuel Guerrero en 1983 al regresar a su<br />

patria, como afirmó Sola Sierra en su último discurso: “Justicia. Nada más, pero tampoco<br />

nada menos”.<br />

18 En octubre de 1973 personalidades de la derecha política y económica y del Partido Demócrata Cristiano<br />

viajaron por distintos países para defender el golpe de estado. Orlando Sáenz encabezó una expedición<br />

de empresarios que se desplazó a Buenos Aires, donde explicaron que 50.000 personas iban a perder<br />

la vida como consecuencia de la represión, un precio “mínimo” ante la (inventada) amenaza de una<br />

dictadura marxista. No obstante, Sáenz explicó que Chile era un país habituado a terremotos que causaban<br />

miles de muertes y que por tanto las víctimas de la junta equivaldrían a un “terremoto” más. Córdova-<br />

Claure, Ted: Chile no. Grupo Editor de Buenos Aires. Buenos Aires, 1974. p. 10.<br />

19 Qué Pasa, 18 de marzo de 2001. Edición digital: http://www.quepasa.cl<br />

18

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