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DESPUES DE LA LLUVIA - Rebelión

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A partir de esa hora el poeta encendió la radio en su dormitorio y su declive físico<br />

empezó a agudizarse mientras escuchaba compungido las últimas palabras del Presidente.<br />

“Esto es el final”, murmuró. A media mañana, tras la destrucción de las emisoras de la<br />

izquierda, sintonizó en onda corta una radio argentina que por la tarde anunció la muerte<br />

de Allende. Después de contemplar por televisión hasta seis veces el asalto a La Moneda, las<br />

imágenes de los tanques y de las decenas de personas detenidas y tumbadas en la calle, las<br />

ambulancias repletas de heridos y la sucesión de bandos militares, se durmió con mucha<br />

fiebre. Su médico recomendó a Matilde Urrutia que le llevara a la capital e intentara aislarle<br />

de la tragedia.<br />

Tres días después Neruda se encontró mejor y aprovechó para dictar a su esposa las<br />

últimas líneas de su libro de memorias, aquéllas que denuncian que los soldados “otra vez<br />

habían traicionado a Chile” y glosan la estatura humana y política de Salvador Allende:<br />

“Donde estuvo, en los países más lejanos, los pueblos admiraron al presidente Allende y<br />

elogiaron el extraordinario pluralismo de nuestro gobierno. Jamás en la historia de la sede<br />

de las Naciones Unidas, en Nueva York, se escuchó una ovación como la que le brindaron<br />

al presidente de Chile los delegados de todo el mundo 213 . Aquí, en Chile, se estaba construyendo,<br />

entre inmensas dificultades, una sociedad verdaderamente justa, elevada sobre la<br />

base de nuestra soberanía, de nuestro orgullo nacional, del heroísmo de los mejores habitantes<br />

de Chile”. 214<br />

De repente Pablo y Matilde oyeron voces y su chófer, Manuel Araya, entró a la habitación,<br />

muy asustado, para advertirles de que llegaban tres vehículos militares 215 . Matilde se<br />

puso muy nerviosa, pero acertó a ocultar las hojas en un gran plato de madera, debajo de las<br />

revistas. Los militares entraron a la pieza y Neruda les espetó: “Cumplan ustedes con su<br />

deber. La señora les acompañará”. Isla Negra estaba rodeada de uniformados, que sin embargo<br />

se comportaron con respeto, al contrario que en los brutales allanamientos de sus<br />

casas de Santiago y Valparaíso.<br />

El 19 de septiembre una ambulancia trasladó a Neruda a la clínica Santa María de<br />

Santiago. A la salida de Melipilla varios carabineros pararon el vehículo e hicieron descender<br />

a Matilde para registrarlo. “Cuando subí, había lágrimas en los ojos de Pablo; pensé que<br />

213 El 4 de diciembre de 1972 Allende concluyó su discurso ante Naciones Unidas con estas palabras: “Cientos<br />

de miles de chilenos me despidieron con fervor al salir de mi patria y me entregaron el mensaje que he<br />

traído a esta Asamblea mundial. Estoy seguro que ustedes, representantes de las naciones de la tierra,<br />

sabrán comprender mis palabras. Es nuestra confianza en nosotros lo que incrementa nuestra fe en los<br />

grandes valores de la humanidad, en la certeza de que esos valores tendrán que prevalecer. ¡No podrán ser<br />

destruidos!”. Quiroga, Patricio (ed.): Salvador Allende... p. 357.<br />

214 Neruda, Pablo: Confieso que he vivido. pp. 472-476.<br />

215 Urrutia, Matilde: Mi vida junto a Pablo Neruda. Seix Barral. Barcelona, 1986. Todas sus palabras proceden<br />

de este libro, salvo que se indique lo contrario.<br />

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