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DESPUES DE LA LLUVIA - Rebelión

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huelga de hambre de nueve días en la que participó mi mamá y que concluyó porque la<br />

Vicaría y el fiscal militar alcanzaron un acuerdo –recuerda Emilio–. Entonces fuimos a la<br />

Iglesia Recoleta Franciscana de Santiago a esperar que llegaran los cuerpos y hacer la misa<br />

del funeral, pero al final nos llevamos la terrible sorpresa de que unos funcionarios de la<br />

CNI se los habían apropiado y los habían sepultado en la fosa común del cementerio de Isla<br />

de Maipo”. Aquel nuevo golpe agudizó el dolor de los familiares, indefensos ante la violencia<br />

física y simbólica del régimen.<br />

Un día después miles de personas les acompañaron en la misa de cuerpo ausente en la<br />

Catedral. Sólo los restos de Sergio Maureira fueron sepultados aparte, en una tumba reconocida,<br />

y el suyo fue el único certificado de defunción que entregaron, con fecha de 1978<br />

y no de 1973; como subraya Juan Luis, “aquello fue otra burla y lo peor es que los gobiernos<br />

democráticos no han hecho nada por darnos el certificado de defunción de mis hermanos.<br />

Junto a mi mamá he peleado por esto porque a día de hoy ninguno de ellos existió”.<br />

La siguiente agresión llegó en marzo de 1980 cuando la familia Ruiz-Tagle compró el<br />

fundo y dinamitó los hornos, con la aquiescencia de la junta, para exterminar todas las<br />

huellas del horror e impidieron el paso a un lugar que se había convertido en centro de<br />

peregrinación. Hoy sólo una montaña de pedruscos recuerda aquellos hornos de cal y cada<br />

7 de octubre muchas personas llegan en romería hasta el lugar, aunque hoy deben soportar<br />

una última afrenta.<br />

Esta procede, ya no de la tiranía, sino del Ejecutivo de la Concertación porque desde<br />

abril de 2002 funciona en aquellos cerros, a menos de un kilómetro y medio del lugar, un<br />

inmenso vertedero conocido como relleno sanitario Santa Marta, a donde cada día llegan<br />

cuarenta mil toneladas de desechos de la Región Metropolitana. Y ello a pesar de que el<br />

lugar fue declarado Monumento Histórico por el Ministerio de Educación en 1996. “Nos<br />

sorprende que el Gobierno de Ricardo Lagos haya permitido la creación de este basural,<br />

que además incumple la normativa medioambiental”, dice Emilio. Ya en 1998 cuando la<br />

Empresa Metropolitana de Residuos Sólidos propuso instalarlo, los familiares y las organizaciones<br />

de derechos humanos expresaron su indignación e incluso dentro de la alianza<br />

oficialista se escucharon voces críticas, como Pepe Auth, entonces vicepresidente del Partido<br />

por la Democracia y hoy embajador en Suecia: “Pretenden cubrir con basura las violaciones<br />

a los derechos humanos”. En la campaña electoral de 1999 el propio Lagos se comprometió<br />

ante ellos a impedirlo.<br />

En mayo de 2001 Angel Cabeza, secretario ejecutivo del Consejo de Monumentos<br />

Nacionales, envió una nota a Gianni López, secretario de la Comisión Regional del Medio<br />

Ambiente de la Región Metropolitana, donde le dijo que, aunque el vertedero se localizaría<br />

a más de un kilómetro del Monumento Histórico “Hornos de Lonquén” y por tanto no<br />

provoca impactos en él, “debemos considerar la posibilidad cierta de que este relleno crecerá,<br />

tanto por lo señalado por el proponente en el Estudio de Impacto Ambiental como por<br />

el aumento de la cantidad de residuos sólidos domiciliarios producto del crecimiento de la<br />

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