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DESPUES DE LA LLUVIA - Rebelión

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En abril partieron al exilio en México con la ayuda de Hortensia Bussi, pero regresaron<br />

en 1979 porque, dice Moy, “mis hijos se aproximaban ya a la adolescencia y si nos<br />

quedábamos iban a convertirse en ciudadanos mexicanos y sus decisiones además iban a<br />

contar; pensé que tenían derecho a vivir y a ser hijos de José en Chile y creo que fue una<br />

buena decisión. Se hicieron su espacio y fueron parte de esa sociedad que reconquistó la<br />

democracia y de un movimiento popular que no tiene más que sentirse orgulloso”.<br />

En octubre de 1998 Moy se felicitó por la detención del ex dictador en Londres y<br />

asegura que aquel hito mitigó en parte el profundo dolor de la pérdida de su esposo. “Y no<br />

fue tanto por el castigo a Pinochet como por toda la fuerza de la solidaridad internacional,<br />

que le acusó de crímenes de lesa humanidad”. Sin embargo, sostiene que “como cualquier<br />

persona que tenga un cargo de responsabilidad en el Gobierno de Chile, la detención de<br />

Pinochet me produjo dos situaciones que no puedo eludir. Hubo una parte emocional,<br />

pensé qué bueno que la conciencia internacional apunte con su dedo acusador a Pinochet;<br />

fue un hecho que removió la conciencia del país. Por otro lado, el Gobierno tuvo que hacer<br />

un trabajo que se iba a distanciar de mi parte emocional”.<br />

En cambio, Carolina piensa que “Chile debía haber respaldado la jurisdicción internacional<br />

para las violaciones de los derechos humanos. Fue una tremenda alegría y una<br />

sorpresa enorme, sentí satisfacción por que el general Pinochet, responsable de tantos crímenes,<br />

tuviera que encarar la justicia. Aquel día estuve en un acto de gratitud ante la<br />

embajada británica por que hicieran lo que no hicimos los chilenos. Después vino una<br />

situación confusa porque muchos ministros y el Gobierno mismo tuvieron que asumir una<br />

posición de estado que no compartí nunca, una situación complicada. Nunca me sentí<br />

parte de esa operación”.<br />

Aunque forman parte de la Concertación, no realizan un balance triunfalista de sus<br />

políticas en materia de derechos humanos. “Desde el punto de vista de persona herida por<br />

las circunstancias uno siempre pide más –indica Moy–, pero otra cosa es formar parte de las<br />

instituciones. Aylwin, por ejemplo, tuvo dos movimientos militares de enlace. Es distinto a<br />

jugar al rol de víctima y decir quiero que me hagan justicia. Los gobiernos de Aylwin, Frei<br />

y Lagos han hecho lo que han podido, a lo mejor hubieran podido hacer más, pero no se ha<br />

escrito la última página de este libro de horrores y creo que con el tiempo irá entrando más<br />

luz y lograremos más verdad. Además, hay gente nueva en el ejército, no contaminada con<br />

esa historia y que no quiere seguir viviendo con ese lastre que no deja de ser terrible”.<br />

Por su parte, Carolina admite que “ha sido difícil dar una respuesta. En los primeros<br />

años se realizaron gestos simbólicos, que son muy importantes, después vino una época<br />

donde perdimos mucho tiempo y en la que se intentó cerrar esta página, olvidar que esto<br />

pasó. Desde que se instaló el Gobierno de Lagos se han hecho nuevos esfuerzos, pero las<br />

heridas siguen abiertas. En el último tiempo se han dado avances, gestos de reconocimiento,<br />

incluso de parte de las Fuerzas Armadas, ha habido avances judiciales, se han creado los<br />

jueces especiales, se han hallado restos de desaparecidos... Sin embargo, la enorme mayoría<br />

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