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DESPUES DE LA LLUVIA - Rebelión

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La rodeo. Le pregunto por las niñas. Sin dejar de llorar, me dice que aún no se dan cuenta<br />

de todo lo que pasa”. Algunos días antes esta periodista le había telefoneado al conocer el<br />

asesinato de Víctor. “¿Es verdad que le cortaron las manos?”. “No, pero si hubieras visto su<br />

cuerpo, su cuerpo tan hermoso... Una sola masa negra, morada, machacada, desgarrada...”. 223<br />

Al entrar al camposanto, entre los carros blindados y los jeeps con soldados, el gentío<br />

recordó a su Presidente: “¡Compañero Salvador Allende!” “¡Presente!” 224 . Y el canto de La<br />

Internacional ya se hizo atronador para despedir a Pablo Neruda, cuyo ataúd gris fue cubierto<br />

con una bandera chilena y sepultado en una tumba de la familia Dittborn, hasta que<br />

a finales de mayo de 1974 fue trasladado al nicho 44 del patio México. 225<br />

En su inmensa tristeza Matilde se sintió “la mujer más acompañada del mundo”. “Es<br />

hermoso ver ese valor. Las lágrimas se secaron en mis ojos; en este momento, ha nacido<br />

dentro de mí algo muy fuerte, es la conciencia de que no estoy sola. Pablo me ha dejado una<br />

herencia, la de este pueblo”. Desde entonces caminó junto a él: tía de desaparecidos, en<br />

abril de 1979 se encadenó junto con los miembros de la Agrupación en el antiguo Congreso<br />

Nacional para clamar “¿Dónde están?”. En 1981 le preguntaron si pensaba exiliarse.<br />

“Jamás podría vivir fuera, pese a que en este país no hago otra cosa que sufrir. Este es<br />

nuestro puesto, es aquí donde tengo que estar y aquí estaré siempre. Tengo muchas cosas<br />

por las que luchar” 226 . Y en 1983, poco antes de su muerte, fue una de las personalidades<br />

que, al igual que José Balmes, avaló la creación del Movimiento Democrático Popular,<br />

motor de las grandes protestas contra la dictadura.<br />

Aunque mencionar a Neruda o leer sus versos en público era considerado un acto de<br />

traición a la junta, sus poesías alentaron la lucha por la defensa de los derechos humanos y<br />

la recuperación de la libertad. Sus casas, y en particular Isla Negra, se convirtieron en centros<br />

de peregrinación popular, donde muchas personas recitaban su obra, leían los nombres<br />

de los desaparecidos o escribían poemas de amor y de lucha en la valla de madera que rodea<br />

un lugar considerado por el dictador como una amenaza para la “seguridad nacional”.<br />

“Mi alma, que desborda humanidad, ya no soporta tanta injusticia”<br />

En 1982 gracias a las gestiones de la UNESCO José Balmes pudo regresar a su país e<br />

Isla Negra fue uno de los lugares inevitables del reencuentro. “A uno le pueden vendar la<br />

vista y hacerle caminar con los brazos en cruz aspirando profundamente. Y uno que es de<br />

allí sabrá perfectamente dónde está. El sonido y el olor del océano Pacífico no se pueden<br />

confundir. El mar de Isla Negra es único. Abrí los ojos y aspiré profundamente. Un atardecer<br />

223 Araucaria de Chile, nº 24. 1983. pp. 16-17.<br />

224 Teitelboim, Volodia: Neruda. pp. 490-503.<br />

225 La Tercera, 30 de agosto de 1973. Edición digital: http://www.tercera.cl<br />

226 Hoy, 10-16 de junio de 1981. p. 15.<br />

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