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DESPUES DE LA LLUVIA - Rebelión

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Como aquella iniciativa resultó estéril el 14 de junio a las 9:25 horas de la mañana 24<br />

mujeres y dos hombres de la Agrupación empezaron una huelga de hambre con el lema<br />

“Mi vida por la verdad” en la sede de la CEPAL en Santiago. Allí los 26 participantes (entre<br />

ellos Sola Sierra, Carmen Vivanco, Ana González, Max Santelices o María Luisa y Estela<br />

Ortiz) se encerraron en la sala de conferencias número 2, donde desplegaron un lienzo de<br />

diez metros de largo que proclamaba: “Por la vida, por la paz, por la libertad los encontraremos”.<br />

Y aseguraron que no saldrían de allí hasta que Pinochet se comprometiera a “responder<br />

por los desaparecidos” ante Kurt Waldheim, secretario general de Naciones Unidas.<br />

“Declaramos esta huelga de hambre porque no podemos seguir esperando”, afirmaron<br />

en su comunicado. “Nuestros familiares han sido detenidos y han desaparecido en<br />

distintas fechas y lugares del país. En todos los casos los servicios de seguridad del Gobierno,<br />

en particular la DINA, han tenido participación en las detenciones. En todos los casos<br />

las autoridades han negado que las detenciones hayan ocurrido o han dado explicaciones<br />

contradictorias”. Estos familiares esperaban “conmover a Chile y al mundo” para lograr que<br />

la junta esclareciera “todos los casos de desaparecidos”, pidieron “la formación de una comisión<br />

investigadora integrada por personalidades de calidad moral indiscutidas de Chile y<br />

otros países” y exigieron respeto porque “no hemos hecho ni hacemos otra cosa, como lo<br />

haría cualquiera en igual situación, que jugarnos enteros por encontrar a nuestros seres más<br />

queridos”. 760<br />

Mientras, otros miembros de la Agrupación entregaron una nota sobre los objetivos<br />

de la huelga de hambre a 16 medios de comunicación, que no tuvieron más remedio que<br />

informar de una acción que revelaba la tragedia de los detenidos desaparecidos a la inmensa<br />

mayoría de la sociedad, si bien muchos medios la distorsionaron y así El Mercurio les presentó<br />

tan sólo como meros opositores políticos a la junta. También repartieron volantes en<br />

las calles, pintaron murales, organizaron misas y hubo declaraciones en su apoyo de abogados,<br />

personalidades políticas y sociales, un grupo amplio de intelectuales y decenas de federaciones<br />

sindicales. 761<br />

Con el paso de los días, la debilidad mermó la salud de los huelguistas, aunque les<br />

revitalizaban las cartas que recibían de Norteamérica, Australia y varios países europeos, así<br />

como los ayunos prolongados organizados por los exiliados y los grupos de solidaridad en<br />

Francia, México, Gran Bretaña o Estados Unidos. La huelga de hambre finalizó el 23 de<br />

otro comunicado donde sugirieron que buena parte de los desaparecidos habrían muerto en<br />

enfrentamientos armados con las Fuerzas Armadas y que no habrían podido ser identificados porque<br />

utilizaban una identidad clandestina. Concluyeron con otra “perla”: “La opinión pública debe saber,<br />

además, que en todos los países existe un porcentaje anual de desaparecidos. Ello constituye un antecedente<br />

estadístico aceptado como normal en todas las naciones del mundo”. Reimann, Elisabeth y Rivas<br />

Sánchez, Fernando: Derechos Humanos: ficción y realidad. Akal. Madrid, 1980. p. 253.<br />

760 Chile-América, nº 31-32. Mayo-junio de 1977. p. 152.<br />

761 Brinkmann, pp. 43-45.<br />

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