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DESPUES DE LA LLUVIA - Rebelión

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El 11 de septiembre de 1973, hacia las 8:30 de la mañana, Alberto Bachelet fue encañonado<br />

por el general Orlando Gutiérrez en la oficina de la secretaría general de la FACh<br />

por orden de Leigh. “Luego fui trasladado a mi oficina en la Dirección de Contabilidad,<br />

donde quedé arrestado e incomunicado (...) Desde mi oficina pude presenciar gran parte<br />

del movimiento militar, el bombardeo de La Moneda, el incendio de ésta y en general gran<br />

parte de lo que ocurrió en dicho día, con las limitaciones que dan un par de ventanas”,<br />

escribió en diciembre de 1973. Hacia las seis de la tarde le comunicaron que quedaba libre<br />

y no dudó en presentar su renuncia. “Siento vergüenza de vestir un uniforme de general<br />

después de un golpe militar traicionero que ha derrocado a un Presidente de la República<br />

leal a la Constitución, a las leyes y a su pueblo”. Devolvió el automóvil oficial y junto con su<br />

esposa empezó a empaquetar sus pertenencias para abandonar la vivienda pública. 334<br />

El 14 de septiembre el fiscal de la FACh le comunicó los cargos que pesaban en su<br />

contra: reuniones en el Banco del Estado con políticos de izquierda, depósitos de fondos<br />

del Banco del Estado en una cuenta corriente suya en el Banco de Curicó, entrega de<br />

información reservada de la Fuerza Aérea a dirigentes de la Unidad Popular y conocimiento<br />

de movimiento de armas dentro del Banco del Estado. El negó todas estas imputaciones e<br />

incluso le facilitó el número de su cuenta en el Banco de Concepción por si deseaba investigarla.<br />

“Después de este interrogatorio el sr. fiscal me informó de que quedaba arrestado e<br />

incomunicado y fui enviado, conjuntamente con el coronel Miranda y el comandante Galaz,<br />

a la base aérea de Colina”, escribió a su abogado, Alfredo Etcheverry. Así empezó el proceso<br />

por el que la Fuerza Aérea sometió a casi un centenar de oficiales y suboficiales constitucionalistas<br />

al consejo de guerra caratulado “contra el general Bachelet y otros. Rol 1-73”.<br />

El 20 de septiembre Miranda, Ernesto Galaz, el capitán Raúl Vergara y el general<br />

Bachelet fueron conducidos a la Academia de Guerra Aérea (AGA), donde sufrieron un<br />

calvario que jamás concibieron: sus propios compañeros, con quienes durante décadas se<br />

habían formado en una doctrina que predicaba el respeto al orden demócratico, les vejaron<br />

y ultrajaron. “Fuimos llevados con nuestros maletines al subterráneo –escribió el general<br />

Bachelet–. Dejamos nuestras pertenencias en un banco [y fuimos] introducidos en una sala<br />

de unos 6 x 3 metros. Luego se nos fue atando las manos, vendando los ojos y poniendo<br />

una capucha en la cabeza. Se nos dieron instrucciones en el sentido de que debíamos permanecer<br />

de pie, sin movernos y sin poder hablar. Quien lo hiciera, recibiría un balazo en las<br />

piernas. Que si necesitábamos alguna cosa, era necesario golpear el suelo (tres golpes)<br />

con el pie”.<br />

La Academia de Guerra Aérea funcionó como centro de detención hasta finales de<br />

1975 y estuvo bajo la responsabilidad formal de la fiscalía de la Fuerza Aérea, aunque<br />

también la usaron los miembros de su Servicio de Inteligencia. En los interrogatorios<br />

334 Sobre la detención del general Bachelet el 11 de septiembre, véase también: González Camus, Ignacio: El<br />

día en que murió Allende. CESOC. Santiago de Chile, 1993. pp. 157-161.<br />

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