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DESPUES DE LA LLUVIA - Rebelión

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tendido en el suelo. Le entregué la mitad del cigarrillo, puesto que el teniente no quiso<br />

darle. (...) Casi no nos daban de comer. Engañábamos el hambre con agua. Víctor tenía la<br />

cara llena de moratones y un ojo cerrado por la hinchazón”. Este cantautor le habló del<br />

amor que sentía por su familia, también de las obras teatrales que había dirigido y de sus<br />

nuevas canciones, si bien era consciente de su suerte. “Traté de animarle. Aunque presentía<br />

su próxima muerte, seguía siendo el de siempre. Se portaba con valor, con dignidad...”. 71<br />

Hasta entonces el Estadio Chile ocupaba un lugar relevante en su vida porque en<br />

1969 acogió el Primer Festival de la Nueva Canción Chilena, para el que creó una de sus<br />

canciones más hermosas, “Plegaria a un labrador”, una exhortación a quienes derraman su<br />

sudor sobre la tierra y extraen de ella sus frutos a unirse a sus compañeros de clase para<br />

forjar la nueva sociedad: “Levántate / y mírate las manos / para crecer estréchala a tu hermano,<br />

/ juntos iremos unidos en la sangre / hoy es el tiempo que puede ser mañana...” Aquella<br />

noche, en el abarrotado Estadio Chile actuaron también Isabel y Angel Parra, Rolando<br />

Alarcón, Patricio Manns o Inti Illimani, además de grupos como los tradicionalistas Huasos<br />

Quincheros.<br />

Aunque ganó Víctor, acompañado en el escenario por Quilapayún, el Festival alumbró<br />

un inolvidable movimiento cultural que acompañó a su pueblo en la lucha por el<br />

socialismo. “La música nuestra, llamada Nueva Canción, surgió como una necesidad de<br />

todos los campesinos, la clase obrera y el estudiantado –aseguró Víctor–. (...) El pueblo,<br />

cuando lucha y avanza, avanza también con su cultura. La canción, como parte de esta<br />

fuerza, ha conquistado un sitio y desde allí continúa desarrollándose. (...) Vivimos un proceso<br />

musical muy rico. En mis últimos recitales, en sindicatos, escuelas o universidades,<br />

ofrezco la guitarra al público para que también diga y exprese lo que siente. La respuesta es<br />

formidable. La música tiene un hálito mágico de participación. (...) La canción sigue siendo<br />

un arma de lucha. La canción auténtica, la revolucionaria, tiene que cambiar al hombre<br />

para que éste cambie el sistema”. 72<br />

“Es una dictadura criminal”<br />

Las gradas del Estadio Chile estaban repletas con más de cinco mil detenidos, en su<br />

mayor parte trabajadores de industrias como Sumar, Tisol, Sedylan, Ferrocret, Carrocerías<br />

Franklin o de la imprenta comunista Horizonte. También se encontraban algunos importantes<br />

funcionarios del Gobierno de la Unidad Popular, como los subsecretarios de Previsión<br />

Social, Laureano León, y Educación, Waldo Suárez, o el director de prisiones, Littré<br />

Quiroga. Al llegar todos habían tenido que tenderse boca abajo y entregar sus relojes, billeteras,<br />

corbatas, los cordones de los zapatos, documentos, dinero, llaves, cinturones, libretas<br />

71 Kósichev, Leonard: La guitarra y el poncho de Víctor Jara. Progreso. Moscú, 1990. pp. 185-190.<br />

72 Contreras, Roberto (comp.): Habla y canta. Víctor Jara. Casa de las Américas. La Habana, 1978. pp. 22-24.<br />

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