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DESPUES DE LA LLUVIA - Rebelión

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grande nuestra lucha por un Chile distinto... Desde el principio los latifundistas se cobraron<br />

las cuentas a los campesinos, los empresarios recuperaron las industrias nacionalizadas...<br />

Eran terrribles las constantes noticias sobre la detención de tantos compañeros, lloré<br />

por mil compañeros”. 616<br />

El 11 de septiembre entre las ocho y las nueve de la mañana Gladys, entonces secretaria<br />

general de las Juventudes Comunistas (la mayor organización política juvenil del país<br />

con 80.000 militantes), llegó a la sede del Comité Central del Partido Comunista, en Teatinos<br />

416, y hacia las diez se dirigió al pueblo chileno a través de Radio Magallanes 617 . Después se<br />

marchó al local del comité regional, donde estaba reunida la Comisión Política del Partido<br />

y allí estuvo junto a Jorge por última vez, antes de partir hacia la sede nacional de la “Jota”,<br />

en la avenida República, donde recibió la llamada de un compañero desde la Universidad<br />

Técnica del Estado. “¿Qué hacemos? ¿Permanecemos aquí?”, preguntó Víctor Jara y ella, de<br />

acuerdo con las instrucciones del Presidente y la CUT, le respondió de manera afirmativa.<br />

Hacia la una y media de la tarde le llevaron a una casita muy humilde de una población<br />

obrera ya que la junta había incluido su nombre entre los dirigentes de la izquierda que<br />

debían entregarse en el Ministerio de Defensa. En las semanas siguientes los militares siguieron<br />

sus pasos y allanaron varios inmuebles donde había estado oculta y recluyeron a sus<br />

moradores en campos de concentración; además, varios compañeros suyos fueron torturados<br />

con el objetivo de detenerla.<br />

En octubre le ordenaron que se asilara en la embajada de Holanda, donde permaneció<br />

hasta junio de 1974. “Si de mí hubiera dependido, me hubiera quedado en Chile. Era lo<br />

que quería y para eso me había preparado, porque había dicho que defenderíamos al Gobierno<br />

de Salvador Allende con todo, pero siempre he tenido muy arraigado el sentimiento<br />

de pertenencia a una organización a la que ingresé libremente y que entre otras cosas me<br />

obliga a una disciplina. Nunca sentí más que entonces la obligación de aceptar la disciplina<br />

del Partido, pero la dirección tomó esa decisión porque mi protección era muy difícil y<br />

como era una dirigente conocida podría ayudar a elevar la solidaridad internacional con<br />

nuestro pueblo”.<br />

Sus hijos, Rodrigo y Alvaro, vivían entonces con sus abuelos paternos. “El 11 de<br />

septiembre nos despedimos de mis papás y salimos al colegio –señala Alvaro Muñoz–. A las<br />

diez ya percibimos la intranquilidad. Nos fuimos con los hijos y la esposa de Hugo Fazio<br />

[destacado economista y dirigente comunista] a su casa y de ahí a la nuestra, que fue saqueada<br />

algunos días después. En la casa de los abuelos paternos, subimos al segundo piso y<br />

desde allí vimos como los hawer hunter bombardeaban La Moneda. Yo tenía 10 años y<br />

Rodrigo, 12”. 618<br />

616 Entrevista a Gladys Marín. Agosto de 2002.<br />

617 Korol, Claudia: Gladys Marín. Ediciones América Libre. Buenos Aires, 1999. p. 85.<br />

618 Entrevista a Alvaro Muñoz. Agosto de 2002.<br />

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