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DESPUES DE LA LLUVIA - Rebelión

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“Queremos encontrarles y les encontraremos”<br />

Luisa Joo participó casi desde el primer momento en la Agrupación de Familiares de<br />

Detenidos Desaparecidos (AFDD). Al amparo del Comité Pro Paz se organizaron varios<br />

grupos que se preocupaban de sus familiares; el primero que empezó a funcionar fue el de<br />

los familiares de los procesados en el consejo de guerra “contra Bachelet y otros” de la<br />

FACh. Sin embargo, a finales de 1974, ante la brutal actuación de la DINA, nació la<br />

AFDD a partir de las visitas que hacían al Comité Pro Paz para seguir los trámites<br />

judiciales. 503<br />

“Ibamos donde nos decían que podía haber información sobre nuestros familiares,<br />

nos recomendaron que fuéramos siempre en grupos de dos o tres al menos –recuerda Luisa–.<br />

Me detuvieron dos veces, una de ellas por los carabineros cuando nos dirigíamos a la<br />

casa del Cardenal, en Nuñoa, para entregar una carta a un funcionario de Naciones Unidas.<br />

Los carabineros nos llevaron presas, nos tuvieron toda la noche detenidas y al día siguiente<br />

nos llevaron ante un juez. Allí me negué a firmar un documento que decía que habíamos<br />

alterado el orden público como condición para dejarnos libres. Las otras trece señoras tampoco<br />

firmaron. No habíamos cometido ningún delito, sólo buscábamos a nuestros hijos”.<br />

El 25 de marzo de 1975, los familiares de los detenidos desaparecidos celebraron un<br />

acto ecuménico en la iglesia de Santiago Apóstol, en el que estuvieron presentes el obispo<br />

Enrique Alvear y Cristián Precht, secretario ejecutivo del Comité Pro Paz. Elvira, una de<br />

mujeres que intervino en aquel acto, dijo: “Los que hoy recordamos, no solamente están<br />

privados de libertad. Están sufriendo condena sin haber sido condenados. Están privados<br />

de la expresión de afecto de los suyos. Están carentes de palabras que los reconforten, de<br />

rostros que les sean familiares... Les falta todo lo que hace llevadera la adversidad. La incertidumbre<br />

nuestra por su suerte se multiplica por mil en ellos. Para los desaparecidos el<br />

tiempo no tiene tiempo. No saben quiénes de los suyos viven o también han desaparecido”.<br />

Después de las palabras de Bernarda, Juan cantó “Plegaria a un labrador” y otra persona<br />

leyó la “Oda al día feliz” de Pablo Neruda. De los tres testimonios de familiares de<br />

desaparecidos uno fue el de Alicia: “Vengo en representación de las madres de los detenidos<br />

desaparecidos. Cada una de nosotras sufre la gran tragedia de no saber, desde hace ya tantos<br />

meses, de la suerte corrida por nuestros hijos, como es el caso del mío, muchacho de 21<br />

años, excelente alumno de la Universidad Técnica del Estado, de una bondad infinita, muy<br />

consciente de su responsabilidad frente a aquéllos que no han tenido el privilegio de llegar<br />

503 Orellana, Patricio y Hutchinson, Elizabeth Quay: El movimiento de derechos humanos en Chile, 1973-<br />

1990. Centro de Estudios Políticos Latinoamericanos Simón Bolívar. Santiago de Chile, 1991. pp. 5 y<br />

97. Sobre el origen de la AFDD y su papel hasta hoy en la lucha por la verdad y la justicia, véase: García<br />

Castro, Antonia: La mort lente des disparus au Chili sous la négociation civils-militaires (1973-2002).<br />

Maisonneuve et Larose. París, 2002.<br />

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