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DESPUES DE LA LLUVIA - Rebelión

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cierta confianza” con José, sobre todo durante los dos periodos en que subrogó al general<br />

Prats en la jefatura del ejército, que se materializó en innumerables visitas. “Estuvo muchísimas<br />

veces sentado en nuestra mesa... ¡y siempre tan amable y sonriente! El llegaba a nuestra<br />

casa, junto con su mujer, sin que mediara conducto regular alguno”, explicó Moy 106 .<br />

Incluso el 10 de julio de 1973 su marido recibió esta carta: “Lucía y Augusto Pinochet<br />

Ugarte, general de división, saludan atentamente a los distinguidos amigos don José Tohá<br />

G. y señora Victoria E. Morales de Tohá y en forma muy sentida les agradecen el noble<br />

gesto de amistad que tuvieron al despedirse de su gestión ministerial. Lucía y Augusto le<br />

expresan el sentido afecto que ellos tienen por el matrimonio Tohá Morales y les piden que<br />

los sigan considerando sus amigos. Esperamos que al regreso de Lucía tengamos la suerte de<br />

compartir con la grata compañía de ustedes. Mientras tanto, reciban el saludo y el afecto de<br />

siempre”. 107<br />

También en la memoria de su hija Carolina quedó grabado su nombre, a pesar de que<br />

eran muchos los militares que les visitaban. “En una ocasión Pinochet mandó un regalo<br />

para mi hermano en una caja tan pesada que hizo sospechar a quienes estaban a cargo de la<br />

seguridad de mi padre. La caja contenía unos soldaditos de plomo. Meses después cuando<br />

supimos que era él quien encabezaba el golpe de estado y la junta militar, fue una situación<br />

bastante desconcertante para un niño, era como un mundo que se derrumbaba”. No en<br />

vano su hermano José llamaba “tío” al general Pinochet.<br />

Sin embargo, el dictador mantuvo en la isla Dawson a Tohá, quien muy pronto empezó<br />

a perder peso y cayó enfermo. A finales de noviembre la insistencia de los otros detenidos<br />

surtió efecto y el comandante Fellay accedió a que Osvaldo Puccio y él fueran trasladados al<br />

hospital de Punta Arenas, pero hicieron la travesía amarrados al palo de proa de la embarcación,<br />

expuestos al gélido viento magallánico. Ya en el centro sanitario fueron humillados,<br />

permanecieron incomunicados y el ex vicepresidente de la República perdió buena parte de<br />

su capacidad de visión a consecuencia de los potentes focos que le golpeaban el rostro<br />

mientras le interrogaban sobre los asuntos más absurdos.<br />

Desde allí escribió varias cartas a su familia, aunque sin poder hacer referencia a su<br />

grave estado. Sólo por la llamada telefónica de un militar Moy supo que su esposo estaba<br />

hospitalizado en Punta Arenas con diagnóstico de desnutrición. El 14 de diciembre le escribió<br />

y ya le permitieron mencionar el lugar donde se encontraba. “Fui traído a este establecimiento<br />

con el objeto de hacerme un chequeo general, prescrito por la existencia de algunas<br />

molestias menores y un descenso en el peso; desde esa fecha he sido sometido a varios<br />

exámenes (radiografías, hemogramas, hematocritos, tránsito gástrico, enema baritado, examen<br />

Weber). El médico que me atiende me diagnosticó trastornos gastrointestinales y una<br />

especie de intolerancia a ciertos alimentos”.<br />

106 Análisis, 13 de marzo de 1984. pp. 28-29.<br />

107 Politzer, Patricia: Miedo en Chile. CESOC. Santiago de Chile, 1985. p. 333.<br />

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