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DESPUES DE LA LLUVIA - Rebelión

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la reconocí, ahí supe que era de mi padre y me desmayé... Cuando se me pasó todo, el<br />

ministro me dijo que volviera al día siguiente si no me sentía capaz de seguir. Yo le dije que<br />

no, que prefería tener que pasar de una vez todo lo que tenía que pasar (...) Seguí viendo<br />

ropa. Y ahí estaba la chaleca de mi hermano José Manuel. Y después la chaqueta de Segundo<br />

Armando. No pude más y me volví a desmayar. Yo no quería ser cobarde, no quería<br />

desmayarme. Pero me pasaba... Mientras me recuperaba afuera, hicieron entrar a mi cuñada<br />

Hilda. Ella reconoció el pantalón de mi hermano Sergio. Y cuando la sacaron, la pobre<br />

lloraba mucho (...) Pedí al ministro que no dejara entrar a mi mami. Sabía que para ella el<br />

dolor iba a ser demasiado grande, porque eran su marido y sus cuatro hijos. Pero igual a la<br />

pobre le dio un ataque de nervios cuando me vio salir llorando y entendió que ellos estaban<br />

ahí, que estaban muertos”. 824<br />

Tres días después la AFDD denunció en rueda de prensa las falsedades de la dictadura,<br />

pero se mostraron convencidas de que su lucha y el tiempo terminarían por imponer la<br />

verdad: “Hoy queda en claro por qué había que mentir, por qué había que ocultar los<br />

hechos” 825 . “En diciembre de 1978”, señala Emilio, “las esperanzas se derrumbaron con el<br />

hallazgo de Lonquén, pero no sólo las nuestras, también las de muchos compatriotas que<br />

buscaban a sus familiares desaparecidos”.<br />

El domingo 25 de febrero la Agrupación organizó una romería en la que participaron<br />

casi dos mil personas, que caminaron los cinco kilómetros bajo un intenso sol veraniego. Al<br />

llegar al lugar los asistentes depositaron flores, cruces, fotografías y recuerdos en la boca de<br />

los hornos y en su parte superior plantaron una gran cruz de madera que fue bendecida por<br />

Cristián Precht con las palabras: “Que de este lugar de horror surja el manantial de esperanza”<br />

826 . Y se fijó allí una placa con aquellos versos del Canto General: “Aunque los pasos<br />

toquen mil años este sitio / no borrarán la sangre de los que aquí cayeron / y no se extinguirá<br />

la hora en que caísteis / aunque miles de voces crucen este silencio”.<br />

Emilio y Juan Luis destacan la fraternidad de quienes les acompañaron en aquellos<br />

terribles días. “Es una de las romerías más importantes que hubo –recuerda Emilio–, allí se<br />

mostró la solidaridad de la gente, el deseo de terminar con la dictadura. Fue inolvidable por<br />

la identificación con el dolor de las víctimas, la impotencia ante la crueldad de la dictadura.<br />

Después nos llegaron cartas de apoyo de varios países” 827 . Y las reflexiones de Juan Luis nos<br />

824 Verdugo y Orrego, pp. 83-85.<br />

825 Solidaridad, segunda quincena de febrero de 1979. p. 5. “Lonquén fue el primer hallazgo de detenidos<br />

desaparecidos asesinados (...) A muchas de nosotras, que aún creíamos que podíamos encontrar a nuestros<br />

familiares con vida, Lonquén nos enfrentó a la cruda realidad de que habían sido asesinados”. Agrupación<br />

de Familiares de Detenidos Desaparecidos: 20 años de historia... p. 29.<br />

826 Vidal, Hernán: Dar la vida por la vida... p. 142.<br />

827 Uno de los participantes en aquella primera romería a Lonquén, el padre José Aldunate, escribió: “Hubo<br />

himnos religiosos y cantares populares que expresaban protesta y esperanza y la utopía cristiana y política<br />

de una nueva sociedad en que todos fuéramos hermanos. Un dirigente de campesinos de la Ranquil<br />

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