09.05.2013 Views

DESPUES DE LA LLUVIA - Rebelión

DESPUES DE LA LLUVIA - Rebelión

DESPUES DE LA LLUVIA - Rebelión

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

alarmismo: estudiantes, trabajadores y profesores indefensos secuestrados por las fuerzas de<br />

“orden” a punto de ser ultrajados hasta límites que eran incapaces de concebir.<br />

Con odio ciego los “salvadores de la patria” devastaron la UTE. “La más afectada fue<br />

la Casa Central –escribió Orellana–. Con el pretexto de la búsqueda de armas, la tropa<br />

destruyó prolijamente todas sus instalaciones. Rompieron escritorios, sillas, máquinas de escribir<br />

y de calcular, arrancaron las puertas de cuajo, no dejaron vidrio bueno y vaciaron archivos,<br />

cajones, estantes, desparramando su contenido. En Artes y Oficios los destrozos fueron<br />

similares, ametrallando además el casino, las salas de clases, los laboratorios y talleres...”.<br />

Por supuesto, también arrasaron los 25 enormes paneles de la exposición “Por la Vida,<br />

Siempre” que glosaba la lucha contra el fascismo. Además, los militares distribuyeron un<br />

enorme arsenal de fusiles, bazukas, cajas de municiones... que después los medios de comunicación<br />

mostraron con profusión y atribuyeron al “extremismo”. La dictadura impuso un<br />

rector militar a todas las universidades, pero ésta fue la única que sufrió a un oficial en<br />

activo (el coronel Eugenio Reyes), que suprimió la enseñanza para los obreros y clausuró<br />

sus 24 institutos tecnológicos, por lo que once mil estudiantes se quedaron sin clases. Otros<br />

dos mil fueron expulsados de Ingeniería y Pedagogía, al igual que mil profesores y trabajadores<br />

administrativos. Y en su afán de aniquilar incluso la memoria, cambiaron su nombre<br />

e impusieron su actual denominación de Universidad de Santiago.<br />

A las tres de la tarde de aquel 12 de septiembre los detenidos fueron conducidos a las<br />

pistas de fútbol sala y dos horas después les ordenaron que se dirigieran corriendo en fila<br />

india y con las manos en la nuca al cercano Estadio Chile. Allí, en la entrada del mayor<br />

polideportivo cubierto del país, Víctor fue reconocido por un oficial. “Tú eres ese maldito<br />

cantante ¿no?”, le dijo mientras le golpeaba el vientre y las costillas. Su compañero Boris<br />

Navia, profesor de Derecho en la UTE y militante comunista, presenció aquellos instantes:<br />

“En un momento el oficial desenfundó su pistola; nosotros, apuntados por fusiles, estábamos<br />

horrorizados porque pensábamos que le iba a descerrajar un tiro y, pese a la orden de<br />

avanzar, nos quedamos transidos frente al horror de la tortura de nuestro querido cantor.<br />

Víctor no se quejaba, ni pidió clemencia, tan sólo miró con su rostro campesino al torturador<br />

fascista, que le golpeó con el cañón del arma y su pelo se empapó de su sangre, al igual<br />

que su frente, sus ojos... La expresión de su rostro ensangrentado quedó grabada para siempre<br />

en nuestras retinas”. 70<br />

El doctor Danilo Bartulín (uno de los médicos detenidos en La Moneda) también fue<br />

separado cuando iba a ingresar al Estadio en un grupo procedente del Tacna y fue llevado<br />

junto con Víctor Jara a un pasillo. “Estuvieron pegándonos desde las siete de la tarde hasta<br />

las tres de la madrugada (...) cuando vino un teniente que me invitó a sentarme. Empezó a<br />

preguntarme sobre Allende y me tendió un cigarrillo. Fumé. Mientras tanto, Víctor seguía<br />

70 Entrevista a Boris Navia. Agosto de 2003.<br />

46

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!