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DESPUES DE LA LLUVIA - Rebelión

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en compañía de Ronni, sentada en el asiento delantero, y Michael, detrás. A las 9:38 llegaban<br />

por la avenida Massachusetts a la rotonda de Sheridan Circle, en el corazón del barrio<br />

diplomático de Washington, y fue en ese segundo cuando los terroristas cubanos hicieron<br />

explotar la bomba por control remoto. El automóvil de Letelier cayó sobre otro vehículo<br />

aparcado y rodó hasta detenerse abrasado ante la embajada de Rumanía.<br />

“Vi a Ronni por detrás, tratando de arrastrarse hacia la orilla”, aseguró Michael Moffit,<br />

quien logró llegar hasta el vehículo y observó que Orlando había quedado mirando hacia<br />

atrás y murmuraba algunas palabras ininteligibles mientras intentaba girarse. Intentó levantarlo,<br />

pero no pudo y desesperado gritó: “¡Los fascistas lo mataron! Lo asesinó la DINA.<br />

Pinochet, el criminal”. 704<br />

Desde el centro sanitario a donde les llevaron en ambulancia Michael llamó al Instituto<br />

de Estudios Políticos y pidió a la secretaria de Orlando que avisara a Isabel 705 . “Al entrar<br />

al hospital estaban los colegas de Orlando, que me miraron y no me dijeron nada –afirmó<br />

Isabel Morel–. Finalmente entramos a un cuarto y se me acercó Susan Bernard, una colega<br />

de Orlando, y en su cara lo vi todo. Me abrazó llorando. Y una sensación de vacío horrible<br />

me envolvió y dije: ‘Está muerto” 706 . Enseguida Michael le abrazó: “Mataron a Ronni,<br />

mataron a Ronni”. No habían pasado ni siquiera cuatro meses desde que contrajeron matrimonio.<br />

Isabel insistió en ver el cuerpo de su esposo, a pesar de que los médicos le decían que<br />

había quedado completamente destrozado. “Vi el rostro de Orlando; su cuerpo informe<br />

estaba tapado con una sábana. La indignación, el horror eran demasiados, pero lo besé en la<br />

frente. Y vi sus ojos y me quedé mirando sus ojos. Así nos matan, Orlando, le dije; te han<br />

despedazado; canallas, asesinos. Y sus ojos reflejaban asombro, estaba con los ojos abiertos<br />

y había asombro y dolor en su mirada. Antes de entrar al cuarto, le había preguntado a<br />

Michael Moffit si Orlando murió instantáneamente. Y él me dijo: ‘No, Isabel, yo traté de<br />

sacarlo del auto; él estaba consciente’. Yo trataba de imaginar el cuerpo de Orlando sin<br />

piernas, mirando, viendo lo que había pasado. Y sus ojos y su rostro, al mirarlo, me decían:<br />

Al final lo hicieron, lo habían amenazado tantas veces; al final lo hicieron. Ese rostro nunca<br />

lo olvidaré. Es el rostro de todos nuestros compañeros asesinados por la junta fascista”. 707<br />

704 Dinges y Landau, pp. 218-220.<br />

705 Aquella mañana también llegó muy pronto al hospital Juan Gabriel Valdés, estrecho colaborador de<br />

Letelier en Washington. 24 años después, Valdés fue el ministro de Relaciones Exteriores del Gobierno<br />

de Frei que negoció el retorno de Pinochet de Londres.<br />

706 “La Comisión ha llegado a la convicción, en conciencia, de que Orlando Letelier y Ronni Moffit murieron,<br />

en violación de sus derechos humanos, víctimas de un acto de terrorismo cometido por agentes del<br />

Estado chileno, específicamente de la DINA, quienes idearon el acto terrorista y lo ejecutaron con la<br />

ayuda de otras personas”. Informe de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación. Tomo 2. p. 594.<br />

707 Araucaria de Chile, nº 5. 1979. pp. 94-95.<br />

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