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DESPUES DE LA LLUVIA - Rebelión

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excepción estaban dispuestas a todo para proteger a mi hijo e impedir que nos separaran”.<br />

“Cada día –dice José Miguel Cortez– recuerdo la solidaridad de aquellas mujeres”. 494<br />

Gabriela Wenger es consciente de que fue afortunada al poder dar a luz a su hijo y<br />

mantenerlo a su lado porque al menos nueve mujeres desaparecieron mientras estaban<br />

embarazadas. “En este sentido tuve mucha suerte. Tal vez la dictadura se sentía vigilada por<br />

todos aquéllos que pedían nuestra libertad, voces que exigieron que fuera reconocida como<br />

presa cuando el vicesecretario general de Naciones Unidas viajó a Chile. Era como un juego<br />

que tenía la dictadura, algo así como cuánto me das y cuánto callo, porque a cambio de mi<br />

libertad y la de otras personas, Naciones Unidas a través de su representante calló, no exigió<br />

la libertad de otras personas como Manuel, a pesar de que recibió muchos antecedentes que<br />

no dejaban ninguna duda acerca de su detención en Villa Grimaldi”.<br />

Durante sus últimos cuatro días en Villa Grimaldi su esposo compartió penurias con<br />

Gladys Díaz en la “torre”. “El 28 de febrero sentí que el guardia empezaba a nombrar a los<br />

demás detenidos, en total once, entre los que se encontraba Manuel Cortez, quienes nunca<br />

más regresaron a ocupar sus celdas. Todos partieron muy contentos porque pensaban que<br />

iban a libre plática”, aseguró Gladys, quien estuvo encerrada casi dos meses en las “cajoneras”.<br />

“Nunca seré como ellos”<br />

Apenas diez meses después de la muerte del general Alberto Bachelet, su esposa, Angela<br />

Jeria, y su hija Michelle, de 23 años y militante socialista, fueron secuestradas por Armando<br />

Fernández Larios y otros dos subordinados de Contreras. “El viernes 10 de enero de 1975<br />

agentes de la DINA se presentaron en nuestro domicilio en Santiago con una orden de<br />

allanamiento y de detención contra mi hija Michelle y contra mí. (...) Fuimos trasladadas<br />

en auto a un lugar en Peñalolén donde funciona un centro de torturas, Villa Grimaldi. Se<br />

nos colocó papel engomado en los ojos y anteojos oscuros. No se nos permitió llevar nada<br />

cuando salimos del departamento, salvo la ropa que llevábamos puesta y nuestras carteras,<br />

pues según se nos dijo se trataba de una declaración que tomaría poco tiempo y que nuestra<br />

detención se debía a que habíamos sido mencionados en interrogatorios efectuados a algunos<br />

detenidos”, declaró Angela semanas después en México durante la Tercera Sesión de la<br />

Comisión Internacional Investigadora de los Crímenes de la Junta Militar en Chile. 495<br />

En el Cuartel Terranova fueron interrogadas de manera violenta por algunos de los<br />

principales jefes de la DINA, como Pedro Espinoza. Les acusaron de tener contactos con la<br />

resistencia democrática y de haber entregado a la izquierda los antecedentes sobre el consejo<br />

de guerra seguido contra los oficiales y suboficiales de la FACh, algo que admitió Angela<br />

494 Entrevista a José Miguel Cortez. Mayo de 2002.<br />

495 Denuncia y Testimonio... pp. 262-265.<br />

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