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DESPUES DE LA LLUVIA - Rebelión

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vida explotada siendo tan jóvenes, me hizo a mí, a mi hermano y a otros niños tener una<br />

rebeldía”.<br />

Los obreros del salitre aprovechaban su día libre mensual para desplazarse a Pampa<br />

Unión, donde sí había una sede de la FOCh. “Y mi papá nos llevaba a nosotros”, susurra<br />

Carmen. “Cuando teníamos que salir a los actos de la Federación o del Partido fuera de la<br />

oficina salitrera debíamos caminar tres o cuatro kilómetros por la pampa y la gente iba con<br />

banderas. A esa edad de 8 ó 9 años llegaron a mi casa los carabineros con tremendos caballos<br />

preguntando por mi padre y vimos cómo se lo llevaron detenido, pero no sabíamos qué<br />

sucedía. Tuve que ir con mi hermano de la mano a los cuarteles a preguntar qué pasaba con<br />

mi papá y también fuimos ante el director de la oficina a preguntarle qué había hecho. Nos<br />

decían que era una cuestión política que no íbamos a entender: ‘Por política se han llevado<br />

a tu padre’. A los tres días de la desaparición mi padre regresó y nos dijo que le habían<br />

echado de la oficina. Así como echaron a mi padre, echaron a mucha gente y recuerdo<br />

cómo los carabineros se llevaban a la gente, la tiraban, y cuando llegamos a la estación y ya<br />

era definitivo que nos echaban de la oficina, vi que se llevaban a muchas personas amarradas<br />

en los carros del tren. A mi padre no lo amarraron porque había quedado en libertad,<br />

pero él empezó a decir que iba a informar sobre todo lo que estaban haciendo en la<br />

compañía”.<br />

Hernán Ramírez Necochea, el principal historiador del movimiento obrero chileno,<br />

subrayó el carácter “eminentemente represivo” que el Estado chileno asignó a fuerzas cuya<br />

misión aparente era ocuparse de la defensa nacional: “Prácticamente la generalidad de las<br />

masacres que hubo entre 1901 y 1970, que ocasionaron no menos de quince mil muertos,<br />

fueron perpetradas con singular premeditación, violencia y hasta ferocidad por los institutos<br />

castrenses”. De ellas sobresalen por las matanzas obreras de la Escuela Santa María de<br />

Iquique (1907), San Gregorio (1921) y La Coruña (1925). 663<br />

Cuando Carmen cumplió 10 años, llegó el periodo de la dictadura del general Carlos<br />

Ibáñez del Campo, que prohibió y persiguió la actividad sindical. “Veíamos cómo andaba<br />

la policía vigilando las casas y si había luz prendida a las seis de la tarde, encañonaban a la<br />

663 Ramírez Necochea, Hernán: Fuerzas Armadas y política en Chile (1810-1970). Casa de las Américas. La<br />

Habana, 1985. pp. 74-75. En su prólogo a una nueva edición de otro libro clásico de Ramírez Necochea,<br />

Orlando Millas recogió unos datos muy significativos: “Más de dos mil comunistas chilenos fueron<br />

asesinados en represiones o masacres aún antes de instaurarse la actual tiranía fascista. Ellos cayeron en las<br />

masacres de San Gregorio, en febrero de 1921, de Curanilahue, en mayo de 1921, del Zanjón de la<br />

Aguada, en Santiago, a fines de 1921, de la Alameda en Santiago al pie del monumento de O’Higgins en<br />

1922, de los campesinos de La Tranquilla de Petorca también en 1922, de La Coruña, el 4 de junio de<br />

1925, de Ranquil en Lonquimay en 1934, de Santiago en 1935, de la plaza Bulnes de Santiago en febrero<br />

de 1946, de la avenida Matta de Santiago en 1950, de Santiago en 1962, de la población José María Caro<br />

de Santiago en 1963, de El Salvador en 1965, de Santiago en 1966, de Puerto Montt en 1969 y en una<br />

serie de constantes otros baleos perpetrados por las fuerzas policiales”. Ramírez Necochea, Hernán: Origen<br />

y formación del Partido Comunista de Chile. Progreso. Moscú, 1984. p. 15.<br />

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