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DESPUES DE LA LLUVIA - Rebelión

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de los familiares no tenemos una respuesta. Siento que tenemos cosas pendientes y que<br />

debemos avanzar más”.<br />

Moy está orgullosa de representar a Ricardo Lagos en El Salvador. “Es una persona<br />

que no ha perdido nunca la brújula y lo he constatado en todos sus Mensajes presidenciales.<br />

Es un orgullo tener a Lagos de Presidente, es un legítimo heredero de la gestión socialista<br />

que hizo Allende, quien estaría muy orgulloso de tenerle como jefe del Estado”. Menciona<br />

a Salvador Allende y no le resulta nada fácil hablar de él porque el peso de la personalidad<br />

histórica le impide evocar al amigo entrañable, al padrino de José en su matrimonio. “Me<br />

da pudor hablar del ser humano próximo que era Allende, de esa persona más íntima, me<br />

siento pretenciosa porque él es una figura universal con un mensaje político, ideológico,<br />

con un proyecto al que entregó toda su vida”.<br />

En cuanto al recuerdo de su esposo, es una imagen permanente. “Le extraño porque<br />

habría puesto en la formación de mis hijos algo que yo no he podido y eso siempre se va a<br />

extrañar en esta familia. Pero también pienso que se sentiría orgulloso de Carolina y de<br />

José, un profesional [arquitecto] respetado y valorado que vive en Washington. Muchas<br />

veces pienso con los cambios que ha habido en el mundo, con esta globalización, dónde<br />

estaría José hoy y siempre pienso que estaría con la mayoría de la gente”.<br />

Y Carolina subraya que “su impecable forma de actuar, reconocida incluso por sus<br />

adversarios, y la determinación con que su vida se ordenó en torno a este proyecto de<br />

cambio son una inspiración muy fuerte. Siento que tengo los mismos valores que él, pero<br />

no tenemos la claridad de un proyecto político como aquél, aunque creo que estamos más<br />

protegidos de una amenaza autoritaria que entonces y espero no tener que sufrirla de nuevo.<br />

En estas circunstancias trato de hacer mi camino”.<br />

Ese camino le llevó el 22 de noviembre de 2003 a la isla Dawson junto con un grupo<br />

de sesenta antiguos prisioneros, entre ellos el ministro Sergio Bitar, Aníbal Palma, Miguel<br />

Lawner y Arturo Jirón, y sus familiares, en un viaje organizado por la armada 116 . Cuando<br />

visitaron la localidad de Río Chico, donde ya sólo quedan los vestigios de lo que fue el<br />

segundo campo de concentración, un modesto artesano, Rodolfo Mancilla, entregó a Carolina<br />

una máquina de afeitar y un par de guantes que su padre le regaló cuando abandonaba<br />

la isla y él llegaba. “El se despidió de mí. Me dijo: ‘Compañero, para que proteja sus<br />

manos’. Son los mitones de tu padre, que están con el nombre, los guardé tal cual quisiera<br />

él y te los entrego. Le pongo ahí: ‘Gracias compañero José Tohá por proteger mis manos”.<br />

117<br />

En unas imágenes que dieron la vuelta al mundo, la armada aprovechó aquel simbólico<br />

viaje para clamar por la impunidad a través del contralmirante Arturo Ojeda (comandante<br />

de la Tercera Zona Naval), quien pronunció las consabidas frases de “al fin y al cabo<br />

116 La Tercera, 30 de noviembre de 2003. Edición digital: http://www.tercera.cl<br />

117 La Nación, 23 de noviembre de 2003. Edición digital: http://www.lanacion.cl<br />

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