Descargar PDF - Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado
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CAPÍTULO 5 105<br />
EL DRAMA SE LARVA DE NUEVO: LOS ÚLTIMOS DÍAS DEL PDPA EN EL PODER<br />
Pero con el paso de los años su protagonismo siguió una<br />
trayectoria claramente evanescente. Convertido en una sombra de lo<br />
que fue en los primeros años, hacia el final del conflicto con la URSS<br />
Nabi Mohammed todavía participó en los gobiernos de amplia base<br />
del período 1992-1996. Sin embargo, muchos de sus seguidores eran<br />
escépticos con ese gobierno, al que observaban con recelo por su<br />
liderazgo tayiko. De modo que dieron una nueva vuelta de tuerca a su<br />
proyecto y muchos de ellos terminaron integrados en las filas talibán.<br />
De hecho, junto al grupo liderado por Khalis, al que ya hemos hecho<br />
referencia, se considera que el Harakat-e-Inqilab fue uno de los<br />
principales apoyos del naciente movimiento talibán en suelo afgano.<br />
Es más, no faltan rumores que también sitúan al propio mulá Omar en<br />
la órbita de este partido-milicia. Lo que parece evidente, en todo caso,<br />
es que sus miembros se dejaron seducir por su discurso.<br />
Las dos últimas formaciones incluidas en el cuadro<br />
presentaban un perfil netamente diferente a las anteriores, salvo en lo<br />
que se refiere al predominio casi absoluto de los pastún. Se trataba de<br />
partidos islámicos, pero muy moderados. De hecho, la crítica estándar<br />
que solían recibir del resto de grupos se refería a su talante demasiado<br />
cercano a las posiciones de los Estados Unidos. Esto siempre ha sido<br />
comentado de Mohaddedi. Quizá porque fue un incipiente e<br />
incansable propagandista anti-soviético, desde los años cincuenta –por<br />
ejemplo, en su juventud fue encarcelado por orden de Daud por<br />
manifestarse contra una visita de Breznev a Afganistán-. Pero no era<br />
extraño a Gailani quien, a ojos de ciertos expertos, resultó ser “el más<br />
pro-occidental de los líderes muyahidín” (Gohari, 1999: 23). En<br />
realidad, su influencia en la calle era bastante relativa. Porque, a pesar<br />
de unos prometedores comienzos como formación de masas por parte<br />
del FLNA, ambas formaciones carecieron de una amplia base social.<br />
Más bien terminaron siendo plataformas al servicio de lo más granado<br />
de esa elite pastún durrani que a lo largo de casi 250 años había<br />
gobernado en Afganistán. Esto constituía, a la vez, su punto fuerte y<br />
su talón de Aquiles.<br />
Lo primero porque les otorgaba una gran legitimidad de tipo<br />
tradicional, siguiendo la tipología de Max Weber. En una sociedad<br />
como la afgana eso era importante. En las zonas rurales no sería fácil<br />
encontrar a multitudes de adeptos a Mohaddedi, por ejemplo. Pero se<br />
le profesaba un gran respeto, sólo por ser quien era. Lo segundo