Descargar PDF - Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado
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CAPÍTULO 2 51<br />
UNA NACIÓN CON UN PARTO COMPLICADO<br />
Su presencia, intermitente y escasa, no fue suficiente para que los<br />
afganos se pusiesen de acuerdo más allá de algún esfuerzo coyuntural,<br />
por lo demás satisfactorio. Así que la anarquía interna en la tierra de<br />
nadie prosiguió al tiempo que languidecía ese proyecto de Estado.<br />
O, al menos, así fue hasta la firma del último tratado angloafgano,<br />
en 1879, que vino casi a coincidir con la llegada al poder de<br />
otro monarca (emir) con las ideas claras: Abd-al-Rahman (1880-1901).<br />
Como si de un lejano eco del añorado Ahmad Shah Durrani se tratara,<br />
el nuevo líder, convenientemente apoyado por un Reino Unido que<br />
delegaba en él la pacificación del territorio, se afanó en el intento de<br />
crear una auténtica administración civil y militar. Algunos consideran,<br />
por este motivo, que en realidad estamos ante el primer intento serio<br />
de hacer tal cosa, que como hemos visto es condición de posibilidad<br />
de cualquier Estado (Rashid, 2009: 11). Tanto es así que otros<br />
plantean la posibilidad de considerar a Afganistán como Estado, en<br />
términos politológicos, sólo a partir de la acción de gobierno de este<br />
emir (v.gr. Suhrke, 2007: 1294-1295), aunque a la vez enfatizan que<br />
seguía tratándose de un “país nacido por defecto, un trozo de tierra<br />
que ninguna potencia europea pudo colonizar” (Raich, 2002: 24)<br />
como queriendo enfatizar la precariedad del proyecto, incluso en sus<br />
momentos de mayor lucidez. Sea como fuere, el objetivo principal de<br />
tales reformas era recuperar el control efectivo de la frontera norte, en<br />
el río Amu Daria, garantizar la seguridad en todo el territorio y, en la<br />
medida de lo posible, imponer un derecho común.<br />
El caso de Abd-al-Rahman es curioso. Antes de acceder al<br />
poder vivió años exiliado en suelo del imperio Ruso (en Tashkent),<br />
bajo la protección del zar. Así que era considerado como un hombre<br />
de Moscú. De hecho, se dice que cruzó la frontera en dirección a<br />
Kabul vistiendo un uniforme militar zarista y bien pertrechado de<br />
rublos. Sin embargo, los británicos se apresuraron en reconocer sus<br />
derechos y ofrecerle ayuda de todo tipo (económica, militar y política)<br />
con el fin de atraerlo hacia sus propios intereses. Esta estrategia<br />
contemporizadora fue todo un éxito. Porque Abd-al-Rahman va a<br />
distanciarse paulatinamente de sus antiguos protectores y, en general,<br />
puede afirmarse que va a consolidar una magnífica relación con el<br />
Reino Unido. Ni que decir tiene que el cansancio (y los gastos, y las<br />
bajas…) provocado en Londres por las dos primeras guerras angloafganas<br />
fue decisivo a la hora de impulsar esta nueva política afgana,