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Descargar PDF - Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado

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106 ¿QUO VADIS AFGANISTÁN?<br />

porque por otro lado no se puede obviar que la situación vivida a lo<br />

largo de los años 80 era vista, por muchos islamistas radicales, como<br />

el producto de la defección a la causa islámica perceptible en los<br />

últimos tiempos de Zahir Shah y Daud. Y, a pesar de su incuestionable<br />

inquina contra la influencia de la URSS, en la hoja de servicios de<br />

Mohaddedi también aparecen cargos públicos –como el de diputado<br />

en 1964-que terminaron siendo un lastre para sus opciones políticas,<br />

máxime teniendo en cuenta la efervescencia y la polarización<br />

crecientes de la sociedad afgana.<br />

Por su parte, Gailani fue de los pocos líderes del momento que<br />

abogó públicamente por el regresó del exilio de Zahir Shah. No<br />

precisamente como mera figura decorativa, sino como monarca con<br />

todas las consecuencias. Sea como fuere, en ambos casos se trataba de<br />

candidatos más que aceptables para occidente, cuando desde la lejanía<br />

se quería imaginar el futuro del maltrecho Estado afgano. Pero ya<br />

sabemos que eso no es necesariamente adecuado para fomentar su<br />

buena prensa en aquellas latitudes. Además, Pakistán y Arabia Saudita<br />

eran conscientes de este sesgo con lo que, en comparación con el<br />

patrocinio más generoso del que se beneficiaron Hekmatiar o Sayyaf,<br />

ni Mohaddedi ni Gailani fueron objeto de grandes aportaciones. Así<br />

que el ISI lanzaba balones fuera mientras que la CIA, supuestamente<br />

interesada en patrocinarlos –por razones objetivas- tampoco fue capaz<br />

de presionar a sus interlocutores pakistaníes -no consta que ni siquiera<br />

lo intentaran- aduciendo que, de hecho, los partidarios de Mohaddedi,<br />

o de Gailani, no mataban tantos soviéticos como los secuaces de<br />

Hekmatiar… lo cual era del todo cierto (Coll, 2005: 175). Más<br />

discutible es que se trate de un criterio acertado, por supuesto.<br />

Ahora bien, como he comentado más atrás, que estos grupos<br />

hayan sido los beneficiarios de las ayudas externas de Pakistán y<br />

Arabia Saudita (unos grupos más que otros) no significa que su<br />

aportación haya sido la más relevante para la victoria final sobre los<br />

soviéticos, ni mucho menos que no existieran otros grupos, bien<br />

organizados, capaces de alzar su voz en la inmediata posguerra por<br />

méritos propios. El más conocido de todos ellos era el Hisb-e-Wahdat,<br />

un partido hazara, que es casi lo mismo que decir un partido chiíta. En<br />

realidad, era mucho más que eso: era el refugio por excelencia de la<br />

minoría hazara en Afganistán. Los harazas lucharon al lado de pastún<br />

y tayikos, que tradicionalmente los habían menospreciado, contra una

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