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Descargar PDF - Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado

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CAPÍTULO 14 209<br />

GEOPOLÍTICA EN AFGANISTÁN: DE ESTADO-TAPÓN A ESTADO-IMÁN<br />

a los afganos no terminan aquí. En realidad, Washington fomentó<br />

versiones extremas del Islam. Directamente. Versiones, por lo demás,<br />

especialmente anti-occidentales y anti-estadounidenses. Seguramente<br />

porque delegó mucho (demasiado) en los servicios secretos saudíes y<br />

pakistaníes que, como era de esperar, seguían su propia lógica. Pero<br />

también debido a la ceguera de la CIA, empeñada como casi siempre<br />

en jugar la carta del apoyo al rival menos malo. Es decir, que lo que<br />

ocurre es que el tiempo acaba dando la razón a algunos miembros del<br />

departamento de Estado 1 norteamericano que desde hacía algunos<br />

años venían discutiendo el modo en que se suministraban esas ayudas<br />

(a través de la CIA y, finalmente, del ISI). Y, sobre todo, discutían a<br />

sus beneficiarios directos. Especialmente a Hekmatiar.<br />

La cuestión es que pronto se supo que Osama Bin Laden y su<br />

embrionaria Qaida estaban detrás de una yihad aún no declarada, pero<br />

ya efectiva, que funcionaba a escala planetaria. La reticencia de Bin<br />

Laden a aceptar la presencia de sus antiguos benefactores en suelo<br />

árabe, aunque fuese motivada para auxiliar a un Estado amigo, como<br />

Kuwait, levantó las primeras sospechas acerca de que algo iba mal. El<br />

atentado contra el World Trade Center de 1993 las confirmó. Los<br />

sucesos posteriores son ya conocidos y no insistiré en ellos. Pero el<br />

primer divorcio, entre Osama Bin Laden y los Estados Unidos fue<br />

relativamente rápido. De hecho, esto también forma parte de la<br />

literatura al uso.<br />

Menos conocida es, en cambio, la relación entre la Casa<br />

Blanca y los talibán. En realidad, aún después de la defección de Bin<br />

Laden, los Estados Unidos tuvieron una relación algo más que cordial<br />

con los secuaces del mulá Omar. Algunos expertos norteamericanos se<br />

mostraron “entusiasmados” con la aparición de los talibán (Rashid,<br />

2001: 271). Probablemente porque el ISI pakistaní los avalaba como<br />

la mejor alternativa para pacificar el país. Sin duda porque la CIA se<br />

lo creía. Pero también porque, objetivamente hablando, los talibán<br />

eran enemigos de Teherán, que a su vez lo era de Washington. A ojos<br />

1<br />

Claramente fue el caso de Edmund McWilliams, enviado especial del dept. de Estado a<br />

Afganistán. Desde su llegada al país, en 1988, McWilliams denunció las “malas<br />

amistades” de la CIA y el probable efecto boomerang que eso podía tener a medio y<br />

largo plazo. Pero perdió la batalla. Fue acusado de homosexual, y de alcohólico (al<br />

menos lo primero no lo era). Y finalmente relevado de su puesto…

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